Jorge Mañach cuando se refiere a la vida de Martí, dice que “lo más grande de José Martí es él mismo, su espíritu inabarcable e insondable, su ecumenismo sincero, su infinita capacidad de amar”
Dictadores presentan sus crímenes como narrativa socialista del Siglo 21
La narrativa política es “un término utilizado en humanidades y en ciencias políticas para describir la forma en que la narración puede presentar los hechos e impactar en la comprensión de la realidad"
31 de diciembre de 2023 CARLOS SÁNCHEZ BERZAÍNLos detentadores del poder en Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua sólo pueden continuar sometiendo a sus pueblos mediante la comisión diaria de delitos violatorios de los derechos humanos y con crímenes contra la democracia, la paz y la seguridad internacionales. Pese a la gravedad de las perpetraciones internas e internacionales, las Américas y el mundo parecen acostumbrados a la infamia de los dictadores que presentan sus crímenes como narrativa socialista del siglo 21.
La narrativa es “un género literario, generalmente en prosa, que consiste en contar una historia que puede ser real o ficticia y que puede transmitirse de manera escrita u oral”. La narrativa política es “un término utilizado en humanidades y en ciencias políticas para describir la forma en que la narración puede presentar los hechos e impactar en la comprensión de la realidad”. “Las meta narrativas son un componente importante de las narrativas políticas, ya que abarcan la artificialidad de contar historias dentro de un contexto político”.
Las narrativas del socialismo del siglo 21 o castrochavismo son la falsificación permanente de hechos para encubrir sus crímenes achacándolos a las víctimas o disfrazándolos. Las dictaduras explican sus crímenes con más crímenes, tapan sus delitos con más delitos y para eso difunden narrativas con las que toman la iniciativa estratégica y comunicacional.
Acusaciones falsas con fiscales y jueces que encarcelan ilegalmente, presos y exiliados, “leyes infames” que institucionalizan la violación de los derechos humanos, tortura, esclavismo y trata de personas, asesinatos, limitación y supresión de la propiedad privada y del derecho al trabajo, eliminación de la libertad de expresión, extorsiones, atentados contra la vida, toda forma de tráfico, narcoestados, creación y protección de terrorismo, conspiraciones, promoción y sostenimiento de sediciones violentas y armadas, son solo un apretado resumen de las acciones que el socialismo del siglo 21 o castrochavismo viene realiza impunemente.
La dictadura de Cuba presenta como narrativa de revolución sus crímenes por 65 años, que van desde fusilamientos, violación permanente de derechos humanos, cerca de 1.200 presos políticos, tráfico de personas y esclavismo, hasta la justificación del terrorismo internacional y el narcoestado en que han convertido el país. Una de la más recientes narrativas de la dictadura cubana es la referida a acusar de terroristas a los exiliados cubanos que luchan por la libertad de su país, fabricando una lista de personas a las que una vez más agreden con el “asesinato de la reputación”.
La narrativa cubana encubre todo tipo de crímenes de lesa humanidad y violaciones atroces de los derechos humanos, desde la violencia directa contra manifestantes pacíficos del 11 de Julio de 2021, apresamientos y torturas, el exilio y la extorsión, hasta el envió de tropas al servicio de la invasión de Rusia a Ucrania con narrativa de “internacionalistas”. El intervencionismo internacional con la creación de guerrillas, grupos terroristas, conspiraciones y un sistema trasnacional de narcoestados que presentan como defensa de los pueblos y “narrativa antiimperialista”.
La dictadura de Venezuela, principal satélite del expandido sistema dictatorial de Cuba, manipula con la narrativa de la “inhabilitación de candidatos” para disfrazar la despiadada persecución política y supresión de derechos fundamentales y falsificar elecciones para un dictador que tiene más del 80% de repudio popular. La narrativa de la defensa de la “revolución bolivariana” es la careta de la toma de presos políticos por el sistema de “puerta giratoria” para negociarlos a cambio de sus criminales procesados en la justicia internacional o de sanciones. Internacionalmente están en plena manipulación de la narrativa de “defensa de la soberanía” reactivando el conflicto del Esequibo que la misma dictadura había resuelto.
En Bolivia con narrativas de desarrollo y seguridad nacional el régimen entrega el litio a Rusia y China sin licitación ni competencia alguna y convierte al país en plataforma de la expansión militar de Irán como base en el Cono Sur, mientras usa a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que no reconoce hasta ahora la existencia de más de 290 presos políticos. Se sigue aceptando la “narrativa de democracia” a esta dictadura en la que el Poder Judicial -brazo operativo del gobierno- se acaba de auto prorrogar en sus funciones.
En Nicaragua bajo la narrativa nacionalista, la dictadura busca apropiarse de la franquicia de “Miss Universo” para lo que apresó al esposo e hijo de la dueña y ejecuta una extorsión publica e internacional, mientras hace desaparecer el derecho de propiedad de todos los nicaragüenses imponiendo la autorización del estado para comprar o vender.
Carlos Sánchez Berzaín es abogado, politólogo, catedrático y ensayista boliviano exiliado en Estados Unidos. Fue ministro de la presidencia, ministro de gobierno y ministro de defensa durante el primer y segundo gobierno del presidente constitucional Gonzalo Sánchez de Lozada. Es autor de varios libros sobre las dictaduras del siglo XXI y director del Interamerican Institute for Democracy.
Y para colmo, en medio de un nada propicio escenario internacional, se le viene encima en unas semanas, la administración Trump, con el cubanoamericano Marco Rubio como secretario de Estado, que ha prometido arreciarar las sanciones.
Acá es válida una interrogante: ¿El indigenismo es, realmente, una manera de reivindicar a los pueblos originarios de Hispanoamérica?
Ha dicho que el legado que más le enorgullecerá dejar es ser “pacifista y unificador”. No hay razones para no creerle. En su primer periodo, entre 2016 y 2020, no inició guerra alguna, por lo que no hay antecedentes para suponer que miente ahora
"El financiamiento ilícito a través de algunos países al régimen debe terminar"
No cabe duda de que la influencia cubana, como también en distinta medida la rusa o la iraní, han jugado un papel importante en el sostenimiento del régimen actual. Dichas fuerzas han concentrado sus acciones en labores de inteligencia, adoctrinamiento y política exterior. Sin embargo, los cambios recientes que estamos observando en la política internacional, incluyendo episodios como la caída del régimen de Bashar Al Assad, sugieren que estos respaldos no son siempre tan sólidos y eternos como parecerían a primera vista