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Morir en la impunidad ha sido el objetivo cumplido por criminales de lesa humanidad como Fidel Castro y Hugo Chávez, creadores del castrochavismo, que expandieron la dictadura a varios países
Autores 12 de diciembre de 2023 Carlos Sánchez BerzaínEl “terrorismo de Estado” como método de las dictaduras del socialismo del siglo 21 o castrochavismo -que bajo mando de Cuba están integradas por Venezuela, Bolivia y Nicaragua- se está repitiendo en Venezuela donde el régimen que se sabe perdedor en elecciones libres opera una negociación engañosa mientras acusa falsamente, apresa, persigue y espera revalorizar su “oposición funcional”. La negociación de las dictaduras es uno de sus medios de sobrevivencia, es el mecanismo para ganar tiempo, no para entregar el poder.
Recordemos que terrorismo de Estado es “la utilización de métodos ilegítimos, comisión de crímenes por parte de un gobierno, orientados a producir miedo o terror en la población civil para alcanzar sus objetivos o lograr comportamientos que no se producirían por sí mismos”. Este es el método con el que las dictaduras detentan el poder impunemente en Cuba desde 1959, en Venezuela desde 1999, en Bolivia desde el 2006 y en Nicaragua desde el 2007. Sus expresiones más notorias son la judicialización de la persecución política, presos con el sistema de “puerta giratoria”, exiliados políticos, tortura, asesinatos y crimen organizado.
Los líderes de las democracias de las Américas y del mundo parecen no querer darse cuenta que las dictaduras buscan detentar el poder indefinidamente. La agenda principal de los dictadores es continuar en el poder, porque esa es la única forma de tener impunidad por los crímenes que acumulan y repiten. Morir en la impunidad ha sido el objetivo cumplido por criminales de lesa humanidad como Fidel Castro y Hugo Chávez, creadores del castrochavismo, que expandieron la dictadura de Cuba que controla Venezuela, Bolivia y Nicaragua y los gobiernos para dictatoriales de México con López Obrador, Colombia con Petro, Chile con Boric y Brasil con Lula da Silva.
La negociación se define como “un procedimiento, en el que dos o más personas que tienen intereses comunes, intentan llegar a un acuerdo sobre aquellos puntos en que no concuerdan, con la intención de resolver las diferencias y lograr un convenio beneficioso para las dos partes”. Para resolver un asunto por medio de la negociación deben existir por lo menos tres condiciones: “La existencia de un mínimo de intereses comunes o complementarios de las partes; la existencia de una motivación por ambas partes de encontrar un acuerdo; la existencia de una autonomía reconocida recíprocamente”.
En las negociaciones el objetivo estratégico de las dictaduras siempre es permanecer indefinidamente en el poder, y el de la oposición o de la contraparte es recuperar la libertad y la democracia. Son dos posiciones en las que no hay intereses, por lo que se introducen elementos de interés común tácticos como la liberación de presos, la ampliación de alguna libertad restringida, la modificación de alguna norma dictatorial, la suspensión de sanciones a la dictadura… con lo que se termina siempre favoreciendo la permanencia del régimen. Nunca se logra siquiera una agenda de salida.
No es que la negociación no sea aplicable para la liberación de los pueblos sometidos por las dictaduras, el asunto es que si no se negocia con el objeto de terminar las dictaduras, con agenda y tiempos, se las está ayudando a que perduren. Solo tratan procedimientos como los de “elecciones en dictadura”, “ayuda humanitaria a las dictaduras”, “liberación de presos”, “investigaciones” u otras, para que candidatos de oposición y pueblos que no tienen condiciones de libertad ni de democracia intenten -en total desigualdad- derrotar a un grupo criminal que controla el poder con terrorismo de Estado y con una “oposición funcional” operando a favor de la dictadura.
Este es el marco de referencia del ejercicio dictatorial y de la negociación como instrumento de sobrevivencia de las dictaduras en las Américas. En esta realidad objetiva vivimos la repetición del método en Venezuela, con la persecución y toma de nuevos presos políticos por parte del régimen, inocentes miembros del equipo de campaña electoral de la candidata única de oposición María Corina Machado. Es el mismo contexto, en que con maniobras y gran debilidad del grupo negociador que representa a la oposición, la dictadura sigue manipulando la inhabilitación de la candidata que ganó la interna opositora con cerca del 93%.
No se trata de evitar, renunciar o repudiar la negociación con las dictaduras, el tema es saber que lo único que se puede negociar es la terminación de la dictadura con plazos y condiciones exactas y con alternativa real de que el mismo objetivo se logre por la vía internacional si la dictadura incumple o falsea la negociación. Negociación con incumplimiento sin consecuencias y con ventajas que las dictaduras retienen, son solo otra forma de sostener a los dictadores y sus narcoestados.
Carlos Sánchez Berzaín es abogado, politólogo, catedrático y ensayista boliviano exiliado en Estados Unidos. Fue ministro de la presidencia, ministro de gobierno y ministro de defensa durante el primer y segundo gobierno del presidente constitucional Gonzalo Sánchez de Lozada. Es autor de varios libros sobre las dictaduras del siglo XXI y director del Interamerican Institute for Democracy. ​
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