Khelif vs. Carini: desigualdad y abuso contra la mujer en París 2024

Millones de personas, ante las pantallas de París 2024, sienten que Khelif es un cobarde, un abusador, un hombre frustrado, culpable de aprovecharse de “leyes” y directrices infames para abusar de Carini. Pero aún más culpables que Khelif son el Comité Olímpico y todas las instituciones y personas que apoyen que un hombre se suba a un ring para golpear y derrotar a una mujer de forma desigual y abusiva

01 de agosto de 2024Luis Leonel LeonLuis Leonel Leon
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Khelif vs. Carini: imagen de la desigualdad y el abuso contra la mujer en las Olimpiadas de París 2024.

La imagen que introduce esta columna está formada por dos fotografías que describen el fracaso de los Juegos Olímpicos (JJ. OO.) París 2024. Arriba, vestido de rojo, aparece Imane Khelif, boxeadora para unos y para otros boxeador. Y debajo podemos ver a la boxeadora, sin ninguna duda una mujer, Angela Carini, llorando de impotencia y de dolor luego de que Khelif, a menos de un minuto de comenzada la pelea, le propinara un fuerte golpe en la nariz. Carini no pudo aguantar el puñetazo del hombre y tuvo que abandonar la desigual pelea. 

¿Por qué en JJ. OO. París 2024 (vergonzosos desde su inauguración) se ha permitido esta desigualdad y abuso contra esta mujer? ¿Es culpable el Comité Olímpico Mundial de este sufrimiento al que fue sometida Angela Carini? ¿Quiénes son los culpables de todos estos atropellos físicos y psicológicos contra tantas otras mujeres atletas? 

Hay una gran controversia y una lluvia de críticas en las redes sociales. Millones de personas piensan que esto no es solo un error. Es una aberración de las Olimpiadas, el evento deportivo internacional multidisciplinario más importante y visto en todo el mundo. Esto es una aberración del comportamiento humano y los valores y logros de la civilización, entre ellos el primer feminismo, aquél, aplastado hoy por estas aberraciones, que consiguió la igualdad donde hacía falta. Un feminismo contrario al torcido y resentido feminismo hegemónico actual, que por un lado arremete contra los hombres por el mero hecho de ser hombres (y que no es otra cosa que hembrismo, de quienes dicen luchar contra el machismo) y por otro lado, en nombre de una detestable y falsearia inclusividad, arremete contra las mujeres.  

Imane Khelif tiene cromosomas XY, lo cual, a pesar de que él y sus defensores, incluido el comité organizador de los JJ. OO. 2024, aleguen que tiene pasaporte femenino y que es una excepción biológica, lo hace un boxeador. Usuarios de X, Instagram y Facebook, preguntan: ¿Por qué, en vez de pelear contra otros hombres, Khelif se ha aprovechado del discurso feminista de la izquierda radical para boxear contra mujeres, para golpearlas con toda su fuerza y rabia, como hizo con Carini, y poder ganarles? ¿Khelif sólo puede ganar de este modo miserable, que va en contra del espíritu esencial de los Juegos Olímpicos? 

¿Por qué decidió Khelif pelear contra una mujer (cromosomas XX) y no con alguien YX? Esto es solo un error. Es también –y sobre todo– un horror. Para muchos en las redes sociales, Khelif, que dice que se identifica como mujer, es un hombre que dice que es mujer para subir al ring y golpear fácilmente a las mujeres. ¿Dice que es una mujer transgénero para atropellar la vitalidad femenina que le dio vida, que anhela tener y no tiene porque es imposible? ¿Khelif dice que se siente mujer para cumplir con su sueño macabro de obtener victorias y medallas que no ganaría peleando contra otro hombre como él?

Captura de pantalla 2024-07-27 a la(s) 4.04.26 a.m.La vanguardia es el conservadurismo (o los juegos de la decadencia)

Vivimos tiempos turbulentos y oscuros. Las feministas radicales hacen silencio ante una violenta locura neomarxista. Una multitud protesta. Mujeres, desde sus perfiles en redes sociales, dicen Khelif se “autopercibe” como mujer para subir a un ring y expresar sus violentos sentimientos contra las mujeres, su frustración contra lo que quiere ser y nunca podrá ser, pues es imposible transformarse en mujer, ser una mujer, cuando hemos nacido hombres.

Las feministas radicales no reconocen a Khelif como un hombre (cromosomas XY). Y muchos menos, sea lo que fuere, van a reconocer que es un hombre al que le complace, con su superioridad biológica, pelear contra mujeres, golpear mujeres, hacerlas sufrir. Las feministas atrofiadas de hoy saben que ellas, desde su demagogia y su desquicio, han apoyado las políticas culpables de que Carini –y otras mujeres– hayan terminado mal. 

Por mucho que se intente, no se puede tapar el sol con un dedo. A pesar de la demagogia, el adoctrinamiento y la gran mentira del wokismo global, que ha secuestrado los JJ. OO. París 2024, como ha hecho con tantos otros eventos deportivos y culturales, la verdad se impone. Y se impondrá cada vez más. ¿Cuántos, digamos lo que digamos, en el fondo de nuestros corazones pensamos que fue un combate injusto? ¿Es terrible pensar que por abusar de Carini se haya premiado a Khelif en París 2024? 

Desde Cuba mi amigo Luis, alias El Gato, un fanático de los deportes, me ha escrito: “Imane Khelif es un hombre, compadre. Un poco hombre”, como se decía en aquella Habana, diferente a la de hoy, en la que yo nací. Ciertamente Khelif, que no pasó las pruebas de elegibilidad de género en el Campeonato Mundial de Boxeo 2023, ahora se siente premiado, no por su mediocre talento como boxeador, sino por la criminalidad del Comité Olímpico contra las mujeres que lo tendrán que enfrentar. 

“Khelif es un boxeador. Es un hombre. Porque somos lo que biológicamente somos. Cualquier hombre puede sentirse mujer, pero sus sentimientos no le harán jamás ser una mujer. Una mujer es la italiana Angela Carini”, me ha escrito. Una mujer a la que el Comité Olímpico obligó a pelear contra este hombre que a solo 46 segundos de iniciar el combate, la golpeó en la nariz lo más fuerte que pudo. A Carini el dolor no le dejó seguir y tuvo que renunciar”, lamenta El Gato. 

Carini lloró de desazón: “Estoy acostumbrada a sufrir… Nunca recibí un golpe así, era imposible continuar. Y dije basta… Me voy con la cabeza en alto”. Su entrenador dice que es posible que Khelif le haya roto la nariz. Carini subió valientemente al cuadrilátero y aunque no pudo seguir peleando contra Khelif y lanzó su casco al suelo y lloró de impotencia, se levantó y se fue con la cabeza en alto. “Esto no es justo”, gritó Carini. 

Millones de personas, ante las pantallas de París 2024, sienten que Khelif es un cobarde, un abusador, un hombre frustrado, culpable de aprovecharse de “leyes” y directrices infames para abusar de Carini. Pero aún más culpables que Khelif son el Comité Olímpico y todas las instituciones y personas que apoyen que un hombre se suba a un ring para golpear y derrotar a una mujer de forma desigual y abusiva. Culpables también son quienes aplauden las políticas equivocadas y miserables del feminismo radical para maltratar física y psicológicamente a las mujeres. 

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La reconocida escritora británica J. K. Rowling, autora de la famosa saga de Harry Potter, ha criticado los Juegos Olímpicos de París calificándolos de "desgracia" después de que precenciar este desigual combate: "A una joven boxeadora le acaban de arrebatar todo lo que había trabajado y entrenado porque permitiste que un hombre subiera al ring con ella. Eres una vergüenza, tu "salvaguardia" es una broma y #Paris24 quedará empañado para siempre por la brutal injusticia cometida contra Carini”, escribió en X. "¿Podría alguna imagen resumir mejor nuestro nuevo movimiento por los derechos de los hombres? La sonrisa de un hombre que sabe que está protegido por un establishment deportivo misógino que disfruta de la angustia de una mujer a la que acaba de golpear en la cabeza y cuya ambición de vida acaba de destrozar". 

La ex-nadadora medallista olímpica británica, Sharron Elizabeth Davies, miembro de la La Excelentísima Orden del Imperio Británico (MBE), comentarista y personalidad en los medios de comunicación sobre temas deportivos, explicó en X:

"Acabo de hacer una entrevista para la BBC y me presentaron varios datos de manera incorrecta. Estos boxeadores no se sometieron a pruebas de testosterona, sino a pruebas de género/sexo. Fueron prohibidos porque regresaron con un resultado del cromosoma Y. Los niveles de testosterona son una pista falsa en todo esto. Castor Semenya, según el informe escrito de la CASS, también afirma que el fallo sólo se aplica a personas con 46XY 5ARD, un DSD que sólo afecta a hombres biológicos. CS no tiene niveles inusuales de testosterona para una mujer, tiene niveles normales para un hombre. Los hechos que los HSH deben empezar a informar correctamente para que el público en general esté adecuadamente informado sobre la biología de los individuos cuando lo que tanto importa es la biología en el deporte. Por supuesto, nada de esto es culpa de los atletas de DSD, pero una vez que saben que son biológicamente hombres, también saben que tienen una ventaja injusta y potencialmente peligrosa. Vuelva a traer un simple examen de detección de sexo con hisopo en la mejilla, como lo desean las atletas femeninas, y detenga el vil circo que no beneficia a nadie y que fue causado al 100 % por el COI". 

En medio de una guerra sin sentido de sexos, los seres humanos no podemos seguir permitiendo estas crueles idioteces a las que nos han empujado. ¿Cómo hemos llegado a esto?, se preguntan muchas mujeres. Es increíble, pero cierto. “Tenemos que detener estas aberraciones a como dé lugar. No podemos permitir estos abusos. Imane Khelif no es una mujer. No es ni será jamás una mujer. Si quiere pelear, que pelee contra otro hombre. Si pelea contra otra mujer, no es un combate en igualdad de condiciones, no es una pelea en igualdad de género porque Imane Khelif es un hombre y Angela Carini es una mujer. Lo sucedido no fue otra cosa que un abuso”, me dice El Gato, quien, a pesar de ser un amante de los deportes, de esos que pide vacaciones para estar todo el día frente a la televisión, me confiesa que no sabe si seguirá viendo las Olimpiadas. 

“Pueden decir todo lo que quieran, pero Khelif no hubiera ganado contra otros hombres. Imane Khelif es la vergüenza de Argelia, de su país, de los boxeadores. La imagen de Khelif golpeando a Carini y ella, la boxeadora que entrenó muy duro, llorando ante la desigualdad y la impotencia, es la vergüenza del Comité Olímpico Mundial, del miserable presidente de Francia, Emmanuel Macron. Es la vergüenza de las Olimpiadas París 2024”, me ha escrito El Gato con un emoji enojado. 

Luego de varios mensajes, le llamé por WhatsApp y conversamos casi media hora. En realidad me repitió casi todo lo anterior y, como buenos cubanos, cambiamos de “de palo pa’ rumba” y hablamos de la trampa monumental de las elecciones en Venezuela. “Ese descaro sabíamos que iba a pasar”, me dijo. Coincidimos ambos en que la única solución para derrocar la dictadura es una revuelta popular nacional que no vea el fin hasta que los comunistas tengan que abandonar el poder que han usurpado. “Por las buenas no van a salir. Lo mismo hace falta hacer aquí en Cuba para sacar a los castristas, aunque nosotros no tengamos elecciones”, apunta El Gato. Le digo que la política muchas veces es un juego sucio y París 2024 también. 

Volvemos a Khelif vs. Carini y los JJ. OO. París 2024. Nos despedimos con la promesa de reflexionar sobre algunas preguntas. ¿Después de lo que hemos visto, desde la inauguración de París 2024, cuántos deportistas quisieran no seguir participando en estos juegos? No es un secreto que para algunos es quizás su única oportunidad de competir en una olimpiada y hasta de la posibilidad de ganar una medalla, pero no pocos de ellos consideran que estas no son unas Olimpiadas de verdad. Y es muy cierto. París 2024 tiene menos de evento deportivo que de espectáculo woke. París 2024 no son unas Olimpiadas. Es una farsa. Es una vergüenza. 

Vale la pena, al menos pensar en estas dos preguntas: ¿Todos los atletas deberían renunciar a las falsas Olimpiadas París 2024, en protesta ante los ataques al cristianismo y ante lo que consideran es un abuso cometido, al amparo del evento, contra su colega, Angela Carini, una mujer atleta? ¿Los espectadores, los que amamos el deporte y la cultura, deberíamos desconectar televisores y dispositivos y alejar nuestros ojos de las falsas Olimpiadas París 2024, para intentar, al menos, que no vuelva a pasar nunca más un abuso institucional como este, contra una atleta que, sin duda alguna, es una mujer? ¿Deberíamos compartir sin miedo lo que de verdad sentimos y pensamos? ¿Qué deberíamos hacer?

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