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La conspiración del grupo dictatorial hoy llamado socialismo del siglo 21 o castrochavismo, comienza siempre exacerbando los problemas de una comunidad, asesinando la reputación de líderes, organizaciones y partidos políticos...
Autores 23 de abril de 2024 CARLOS SÁNCHEZ BERZAÍNLa agresión permanente de las dictaduras para desestabilizar y suplantar la democracia ha usado siempre métodos delictivos como la sedición, la conspiración, la difusión de noticias falsas, el asesinato de reputación, el terrorismo, la guerrilla, el secuestro, la extorsión, los asesinatos y más. La realidad objetiva muestra que las dictaduras del socialismo del siglo 21 en las Américas han incrementado como sus herramientas fundamentales el narcotráfico y el crimen.
La conspiración del grupo dictatorial hoy llamado socialismo del siglo 21 o castrochavismo, comienza siempre exacerbando los problemas de una comunidad, asesinando la reputación de líderes, organizaciones y partidos políticos, promoviendo crisis institucionales y amplificando el descontento para luego pasar a la violencia o a la manipulación electoral. Instalan la insatisfacción con propuestas populistas de izquierda y falsifican narrativas mientras destrozan liderazgos, historia y estructura de la sociedad.
La demagogia es la base estructural del populismo y define como la “estrategia usada para conseguir poder político apelando a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del público para ganar apoyo popular, utilizando la retórica, la desinformación, la agnotología (la ignorancia o duda inducida con datos erróneos o tendenciosos) y la propaganda…”.
Empezando el siglo XXI la región sufrió la expansión de la dictadura de Cuba iniciada con los recursos de Venezuela y del país entero que Hugo Chávez entregó a Fidel Castro, comenzando con llamado “populismo bolivariano” que consolidó el “castrismo del siglo XX” como el “castrochavismo del siglo XXI”.
Establecer y sostener una dictadura solo es posible haciendo desaparecer la libertad, violando los derechos humanos, extinguiendo el estado de derecho o cumplimiento de la ley, concentrando todos los poderes en manos del jefe o del grupo que detenta el poder, anulando la libertad de organización social y política y manipulando la voluntad popular. Para eso con operaciones delictivas de dominio público ha instituido constituciones dictatoriales que liquidan la libertad, falsificado seudo legislativos que solo producen “leyes infames”(que violan los derechos humanos), convertido a los jueces en verdugos de la dictadura, creado la “dictadura electoralista” en la que el pueblo vota pero no elige y los “opositores funcionales”.
La realidad prueba que todo acto de los dictadores y sus entornos es delito. Desde la falsificación de narrativas, la corrupción, la enajenación de la nación, las persecuciones, presos y exiliados políticos, las torturas y asesinatos, el sometimiento a potencias extranjeras, las farsas electorales y más. El detentar indefinida e impunemente el poder que ya es un crimen en sí mismo solo es posible con la comisión diaria de delitos que han institucionalizado mediante la aberrante fechoría del “constitucionalismo dictatorial”.
Los delitos de los jefes y operadores de las dictaduras del socialismo del siglo 21 establecidas en Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, se ejercen en contra de sus pueblos y en contra de los estados democráticos de las Américas, sus pueblos y la comunidad internacional. Internamente el “terrorismo de Estado” es su instrumento básico; en el ámbito internacional siguen ejecutando “terrorismo diplomático”, conspiración, guerrilla, terrorismo, extorsión, asesinato de reputación, secuestros, asesinatos y más. Lo prueban el fallido golpe del presidente Castillo en Perú, la reinstalación impune de la dictadura en Bolivia, la supresión de nacionalidad a perseguidos nicaragüenses, la farsa electoral en Venezuela, el asesinato de Fernando Villavicencio en Ecuador, el secuestro y asesinato del Teniente Ronald Ojeda refugiado venezolano en Chile y un largo etcétera de crímenes que se repiten sin cesar.
El socialismo del siglo 21 ha incrementado el uso del narcotráfico y el crimen común como sus herramientas para desestabilizar la democracia. La primera constatación es que las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua son NARCOESTADOS, esto es “países cuyas instituciones políticas se encuentran influenciadas de manera importante por el poder y las riquezas del narcotráfico, cuyos dirigentes desempeñan simultáneamente cargos como funcionarios gubernamentales y miembros de las redes del tráfico de drogas narcóticas ilegales, amparados por sus potestades legales”. Buscan legalizar el narcotráfico como narrativa de Estado y repiten la proclama de Fidel Castro de “usar el narcotráfico como arma antimperialista”, hoy como “arma antidemocracia”.
Como la seguridad ciudadana es una de las necesidad y demandas esenciales de los pueblos, la crisis en este ámbito es generada por medio del auspicio, encubrimiento y sostenimiento del crimen común transnacionalizado, que basado en el narco producen efectos en los que la mano de las dictaduras se encubre con mayor facilidad. Veamos Ecuador, Argentina, Costa Rica…
Carlos Sánchez Berzaín es abogado, politólogo, catedrático y ensayista boliviano exiliado en Estados Unidos. Fue ministro de la presidencia, ministro de gobierno y ministro de defensa durante el primer y segundo gobierno del presidente constitucional Gonzalo Sánchez de Lozada. Es autor de varios libros sobre las dictaduras del siglo XXI y director del Interamerican Institute for Democracy.
Masacre del Hotel Las Américas: 16 de abril del año 2009, Bolivia amanecía con la noticia de un intercambio de disparos entre los cuerpos de élite de la Policía Nacional y una cédula terrorista conformada por varios extranjeros
El asunto de fondo es que alguna prensa internacional sigue dándole cobertura como si fuera hecho real y los gobiernos democráticos callan en lugar de denunciar el “terrorismo de Estado” que ahora avanza en la etapa de perseguir, apresar y torturar a más bolivianos para subir el número de los más de 300 presos políticos
China, que muchos ingenuos todavía consideran que será la próxima gran potencia, lleva varios años desmoronándose producto de las políticas keynesianas que la dictadura aplicó en el gigante asiático
Cuanto más se endurecen las sanciones económicas, Venezuela estrecha más lazos con países adversarios de los intereses estadounidenses
La Cámara de Representantes evalúa un proyecto de ley bipartidista para imponer sanciones a quienes se han involucrado con la orden de arresto a Netanyahu, incluyendo al fiscal jefe Karim Khan
Su victoria depende mucho de que se mantenga de punta a cabo una excelente estrategia basada en el error y la maldad política del juicio y en lo que esto significa para la libertad y la democracia, y de que también cuiden el voto
“¡Necesito que todos los patriotas nos sintonicen! ¡Ahora es el momento de que usted lleve su apoyo al siguiente nivel, para que podemos hacer grande a Estados Unidos otra vez!”
Y continuarán las tragedias mientras dure este régimen criminal que, según sus conveniencias, lo mismo alienta el éxodo que ordena hundir embarcaciones cargadas de personas que huyen de la miseria
Cuando en 1967 le confirieron a Asturias el Premio Nobel de Literatura —fue el segundo latinoamericano en recibirlo, luego de la chilena Gabriela Mistral en 1945— muchos escritores izquierdistas latinoamericanos, entre ellos Gabriel García Márquez, lo atacaron con saña, calificándolo de “traidor” y “vendido”
Con un repudio de cerca del 80% del pueblo venezolano, con encuestas que le dan 21% de intención de voto frente al 64% de González Urrutia tiene el sistema para falsificar el resultado pero la realidad objetiva ya no se lo permite. En esta realidad, Maduro ha perpetrado terrorismo de Estado directo amenazando con “un baño de sangre y una guerra civil fratricida” si no gana la elección que no puede ganar
Ante la realidad de que son unas elecciones que el dictador Nicolas Maduro no puede ganar porque tiene más del 80% de repudio popular, el socialismo del siglo 21 ha puesto en marcha un montaje para falsificar y atribuirse el triunfo por medio del “fraude electoral continuo fundado en el terrorismo de Estado”