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Putin y Maduro se comerán el turrón
Ya que nos estamos adelantando a la Navidad, deberíamos incluir en nuestra carta a Santa Claus, una nueva política contra las tiranías que sea más efectiva para generar un cambio de régimen
Autores02 de diciembre de 2023 Manuel AguileraLa jerga periodística deportiva está llena de tópicos, lugares comunes y frases hechas. Pero lejos de desagradarnos, a los que somos fanáticos del deporte y de los programas de radio y televisión nos encanta escuchar las mismas frases una y otra vez. Es la demostración de que mantenemos la misma ilusión y de que nada cambió desde que éramos niños. En mi caso, mi pasión en el “soccer”, lo que los hispanos llamábamos fútbol en nuestra países de origen. “Goleada histórica”, “remontada épica”, “gol de antología”, “meta infranqueable”…
Así podría llenar miles de hojas de expresiones que no por repetidas dejan de tener su encanto. Una de las que más me hacían reír de niño, era cuando los periodistas analizaban la mala marcha de un equipo en la liga y se auguraba un incierto futuro al entrenador. Se decía aquello de que “Fulanito no se comerá el turrón”, haciendo referencia a que antes de las Navidades, el técnico será cesado por la directiva y entonces no le dará a tiempo a comerse el turrón como técnico del Real Madrid, Barcelona o cualquiera que fuera la escuadra en crisis.
Estos días escuché por ejemplo que si el Barcelona no le ganaba al Oporto en la Champions y al Atlético de Madrid en la Liga, “Xavi no se comerá el turrón”. Finalmente, el Barcelona le ganó al Oporto y sí sigue adelante en la Champions. El pronóstico falló y sí, parece que Xavi se comerá el turrón como técnico del Fútbol Club Barcelona.
La expresión y el pronóstico fallido me ha provocado viajar a la política internacional. Cuando comenzó la invasión de Ucrania convirtiendo a Vladimir Putin en el villano de la comunidad internacional se desencadenaron las lógicas amenazas de los líderes del mundo libre con EEUU y la Unión Europea a la cabeza. Las grandes multinacionales se fueron de Rusia, se persiguieron los negocios de oligarcas proPutin en el exterior, se levantaron sanciones. Los analistas empezaron a hablar de una profunda crisis económica que asolaría a Rusia. Putin se quedaría solo, aislado, sin recursos. El pueblo se levantaría en armas y el malvado gobernante no tendría otra opción que la de marcharse. Si la guerra comenzó en febrero de 2022, con aquel panorama, algunos llegaron afirmar -sin la gracia de la expresión futbolística española- que Putin no se comerá el turrón. Pero se lo comió y vaya sí se lo comió.
El periodista ruso huido a Alemania Mikhail Zygar escribía hace unos días en The Washington Post está mucho más estable que en cualquier otro momento de los dos últimos años. Cuenta Zygar que “los restaurantes de Moscú están llenos, el turismo interior se ha desarrollado, los precios inmobiliarios están aumentando y la construcción está en auge. “A principios de 2022, la mayoría de las marcas mundiales abandonaron Rusia, dejando escaparates vacíos en centros comerciales y calles. Ahora, los vacíos han sido llenados por sus homólogos rusos”, recuerda el periodista que concluye afirmando que a pesar de las sanciones y todas las acciones y amenazas de occidente, las élites rusas están convencidas de que Putin está aquí para quedarse.
Es decir que se comerá de nuevo el turrón en las Navidades de 2023 y no hay ningún indicio de que no lo siga haciendo en las de 2024 y así sucesivamente. Me temo que de nada servirán el nuevo paquete de sanciones que está preparando contra Rusia la Unión Europea.
Según informa Politico, “lo primero de la lista es la prohibición del comercio de diamantes y nuevas medidas para acabar con la evasión de sanciones” pero a la publicación le llama más la atención lo que no está. Según los últimos borradores de documentos a los que accedió Politico, “no habrá nuevas medidas dirigidas al gas natural licuado de Rusia, una exportación que le generó al Kremlin 6.100 millones de euros este año sólo con compras de la UE”. Tampoco se pondrá freno a “la venta global de combustible refinado a partir de crudo ruso por parte de terceros países, ni obstaculizarán los lucrativos acuerdos de energía nuclear de Moscú”.
Ni si quiera se va a reducir el tope del precio del petróleo de 60 dólares por barril, “esas conversaciones se estancaron hace semanas”, dicen las fuentes consultadas por Politico. La economía rusa sigue creciendo y los países de la Unión Europea no son capaces de ponerse acuerdo en cómo ponerle freno.
En el caso de Nicolás Maduro, no hay más que echarle un vistazo a su oronda figura para darse de cuenta de que para él comer turrón no es una cuestión estacionaria. En enero de 2019, Juan Guaidó fue elegido presidente encargado de Venezuela y posteriormente fue reconocido por casi 50 países entre ellos Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Alemania. ¿Qué podía salir mal para que Maduro no se comiera el turrón en las Navidades de 2019?
Cuatro años después, con Guaidó desaparecido en combate, Maduro sigue bailando un tango con Joe Biden al ritmo de “te quito y te pongo las sanciones”.
¿Hacen falta más evidencias para constatar que las políticas de sanciones tanto de EEUU como de la UE lejos de debilitar, han fortalecido los “puños de hierro” de Putin y Maduro? Ya que nos estamos adelantando a la Navidad, deberíamos incluir en nuestra carta a Santa Claus, una nueva política contra las tiranías que sea más efectiva para generar un cambio de régimen. Porque sí, lamentablemente Putin y Maduro, este año, “se comerán el turrón”.
Manuel Aguilera es un periodista y analista político español radicado en Estados Unidos. En sus columnas observa la actualidad sociopolítica de Estados Unidos, Latinoamericana y Europa, y analiza los medios de comunicación, la libertad de expresión, la práctica periodística y las redes sociales. Fue VP Managing Editor de Americano Media y anteriormente director de Diario Las Américas, la división digital de Noticias de Univision y de la productora audiovisual de El Mundo en España. Su columna aparece los miércoles en El Nuevo Conservador.
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