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Ortega ha encontrado una fórmula mágica para desestabilizar a EEUU a costa de la desesperada situación de cientos de miles de inmigrantes insomnes por alcanzar el sueño americano
Autores24/11/2023 Manuel Aguilera“Una bomba atómica para que nos respeten”, ese es el anhelo del dictador nicaragüense Daniel Ortega cuando se le calienta la boca en su retórica antiestadounidense. No es casualidad que esta bravuconada la dijera delante del canciller iraní, Hossein Amir Abdollahian, tras una reunión en Managua, el pasado mes de marzo.
El odio a los yanquis y la soflama antiimperialista sigue siendo una de las ideas fuerza de su discurso. Podía haber quedado enterrado en los campos de batalla de los años ochenta pero desgraciadamente para el pueblo nicaragüense sigue repitiendo como un papagayo como justificación de su aislamiento y para tapar sus ansias represoras.
Ortega es además un experto en atacar donde más les duele a nuestros políticos tanto republicanos como demócratas. Y su última artimaña es especialmente perversa. Lejos quedan los tiempos en que la izquierda latinoamericana hacía proselitismo en ciertos foros de "progres" estadounidenses. Ciertos activistas universitarios, intelectuales, actores etc estaban dispuestos a reírle las gracias al Che Guevara o los sandinistas.
Ya nada puede tapar el fracaso del comunismo y la izquierda populista en la región. Como se dice ahora en el mundo de los negocios, “no hay casos de éxito para mostrar en la presentación”. Si no hay influencia, no hay propaganda, no hay cifras que aguanten, no hay capacidad de infiltrarles… ¿cómo puedo darles dónde más les duele?
El plan detallado lo conocíamos en detalles en una historia publicada en Wall Street Journal y se basa en utilizar la inmigración como arma política para hacer daño a los EEUU. En el reportaje se afirma que desde Nicaragua se ayuda a decenas de miles de migrantes a llegar a EEUU. Según, WSJ “la política de fronteras abiertas de Ortega para los solicitantes de asilo con destino a Estados Unidos sirve de puente para que haitianos, cubanos y africanos lleguen a la frontera sur”.
Se cuenta por ejemplo que Daniel Ortega ha abierto las puertas de Nicaragua a vuelos con decenas de miles de inmigrantes procedentes de Haití, Cuba y África, aumentando así el número de personas que utilizan el país centroamericano como punto de desembarco en su viaje hacia Estados Unidos.
Se estima que en lo que va de año, unos 150,000 migrantes han llegado por vía terrestre, cruzando la frontera con Costa Rica. Hay que sumar otros 300,000 que llegaron en vuelos al aeropuerto de Managua. Todos llegan para iniciar el viaje por tierra hacia el norte, a Estados Unidos. Las autoridades no sellan los pasaportes de los migrantes, pero sí les cobran un impuesto por “derecho de pase” de 150 dólares. El truco está en que no se da recibo de este cobro. No hay constancia alguna del paso por Nicaragua.
Así que Ortega ha encontrado una fórmula mágica para desestabilizar a su principal e histórico enemigo y de paso hace caja a costa de la desesperada situación de cientos de miles de inmigrantes insomnes por alcanzar el sueño americano.
Mientras tanto, ¿cuáles son las medidas de presión del gobierno de Biden? Las sanciones. Pero según el economista y disidente sandinista Enrique Sáez, Ortega “se ríe” de las sanciones. En un foro celebrado recientemente en Costa Rica, Sáez afirmó que "Ortega grita, gime cuando lo golpean, y después se ríe cuando puede evadir el impacto de las sanciones”.
Así que Ortega mientras se ríe y hace caja y daño a costa de las sanciones de EEUU, hace negocios con Rusia, Irán y China. Con el canciller iraní bromea sobre la bomba atómica, con el ruso Serguéi Lavrov coincidió el pasado marzo en minimizar el impacto de las sanciones y cuando se refiere a China destaca que el gigante asiático trata al país centroamericano con "respeto" y sin imponer condiciones. Los negocios con el lado oscuro parecen no tener límite en esta suerte de economía alternativa a la de las democracias occidentales.
El caso de Ortega es otra demostración que la política de sanciones económicas aisladas no sólo no provoca cambios políticos en los países, si no que fomenta el poder de los autoritarios, facilita la conexión entre los países enemigos del mundo libre y perjudica a los sufridos pueblos. La de Nicaragua es un buen ejemplo para que los dos candidatos a la Casa Blanca que compitan el año que viene presenten una estrategia para avanzar en democracia y derechos humanos en la región sin seguir asfixiando a los ciudadanos que sufren esta peste de populismo de izquierdas.
Manuel Aguilera es un periodista y analista político español radicado en Estados Unidos. En sus columnas observa la actualidad sociopolítica de Estados Unidos, Latinoamericana y Europa, y analiza los medios de comunicación, la libertad de expresión, la práctica periodística y las redes sociales. Fue VP Managing Editor de Americano Media y anteriormente director de Diario Las Américas, la división digital de Noticias de Univision y de la productora audiovisual de El Mundo en España. Su columna aparece los miércoles en El Nuevo Conservador.
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