Ha dicho que el legado que más le enorgullecerá dejar es ser “pacifista y unificador”. No hay razones para no creerle. En su primer periodo, entre 2016 y 2020, no inició guerra alguna, por lo que no hay antecedentes para suponer que miente ahora
No es el efecto Milei... y la devaluación no es una pomada mágica, es un crimen
La devaluación no es más que un asalto a los ahorros de los todos los ciudadanos en favor de un sector privilegiado. No existe el «efecto Milei», se trata, tan sólo, de una campaña de desprestigio impulsada por el criminal Foro de Sao Paulo y los operadores mediáticos de la dictadura boliviana
Autores17 de enero de 2024 HUGO BALDERRAMAApenas se hizo oficial el triunfo de Javier Milei en la segunda vuelta electoral en Argentina, los voceros del insano y criminal Foro de Sao Paulo empezaron su arremetida contra el economista libertario.
Nicolás Maduro y López Obrador trataron de «extrema derecha» y colonialista al presidente Milei. Por su parte, Evo Morales dijo que todo el programa de ajustes era un paquetazo contra los humildes y necesitados.
Pero el tema no queda en declaraciones de un cocalero iletrado y de un dictador sanguinario, pues estos mareros siempre actúan con estrategias desestabilizadoras nacidas en Cuba, incluso en la propia China, como ya lo escribí semanas atrás. De hecho, la conspiración transnacional ya está en curso, además que cuenta con peligrosos aliados, verbigracia, el terrorismo islámico, y la ayuda de tontos útiles, por ejemplo, la prensa boliviana, veamos.
Prácticamente, desde el día uno del nuevo gobierno en Argentina la prensa de Bolivia ha estado poniendo en la opinión pública la idea de que todo lo malo que sucede en la economía nacional es culpa de las políticas de Javier Milei, «Efecto Milei», repiten de manera machacona.
El 11 de diciembre, apenas arrancó el nuevo gobierno en Argentina, las grandes cadenas de televisión, las estaciones de radio y los diarios, cuya única cosa positiva es que ya nadie los lee, abrieron sus titulares con: Milei devaluó la moneda en sus primeras horas de gobierno. Cosa que es falsa, pues la política del presidente no fue una devaluación, sino terminar con la mentira de un dólar barato, ya que, mientras los k insistían con un tipo de cambio de 400 pesos por 1 dólar, el mercado estableció un precio de 1000 pesos. Básicamente, los 400 pesos solamente existían en la propaganda del gobierno de Alberto Fernández.
De igual manera, cuando la harina subió de precio se volvió a hablar del «Efecto Milei» y como éste perjudicaba a los panificadores bolivianos. Sin embargo, no se hicieron la siguiente pregunta: ¿Por qué Bolivia, que tiene las condiciones para ser, no solo, autosuficiente en la producción de trigo, sino para convertirse en un exportador del cereal, tiene que importar harina de Argentina?
Porque las zonas productoras de trigo por excelencia, de clima templado a frío en el interior del país, no tienen, gracias a los minifundios heredados de la Reforma Agraria del 52, las dimensiones suficientes para hacerlo competitivamente, mientras que en el Oriente los productores agropecuarios tienen que enfrentar avasallamientos de tierras y una guerra constante por parte del régimen.
Además, el Artículo 409 del Texto Constitucional y Ley de la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria establecen que la producción, importación y comercialización de transgénicos será regulada por ley. Por ende, los productores del agro cruceño no han podido realizar mejoras en la productividad en casi dos décadas. Obviamente, eso nos deja en desventaja respecto a otros países, como la propia Argentina. Al respecto, Gary Rodríguez, gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), en su artículo titulado: Producir más trigo está en nuestras manos, afirma lo siguiente:
"El trigo, como cultivo de rotación de invierno, ha llegado a convertir a Santa Cruz en el principal productor de dicho grano, hasta representar hoy el 75% del volumen total del trigo boliviano. Sin embargo, el clima adverso -stress hídrico- el ataque de las plagas, el precio no atractivo, la ruinosa competencia del contrabando de harina y la inseguridad jurídica en el campo, impiden un mayor avance de la producción triguera".
Peor resultó su silencio sobre las reacciones de los mercados internacionales respecto a Bolivia y Argentina, pues, mientras la nación gaucha empieza a recuperar la confianza del mundo, Bolivia no deja de caer en el abismo. Así lo ha confirmado la agencia calificadora internacional Standard & Poor’s cuando, a principios de diciembre, decidió rebajar nuevamente la calificación de riesgo de Bolivia, de B- a CCC+, con perspectiva negativa.
Las razones que brindó la calificadora al momento de justificar su decisión fueron: a) caída de las exportaciones, especialmente, de gas, b) la caída de las reservas internacionales líquidas, en sencillo, la falta de dólares, c) los diez años de déficit fiscal y d) la nula transparencia en los datos económicos del INE y el Banco Central. En resumen, ya nadie cree el chamuyo sobre el blindaje de la economía boliviana.
Nada de lo anterior es culpa del llamado «Efecto Milei», sino del saqueo que ha realizado el Movimiento Al Socialismo a la economía nacional. No es culpa del libertario, sino del dictador cocalero y sus secuaces, que incluye a Arce Catacora.
Que Javier Milei haya empezado un programa de reducción del Gasto Público en Argentina fue suficiente para terminar de tumbar el mito del «blindaje» económico de Bolivia.
Sucede que Bolivia tiene una economía informal que ronda el 80% y una pobreza cercana al 40% de su población. Además, un agravante, los X y Los Millennials, ambas son las generaciones de bolivianos con la mayor cantidad de formación universitaria, están arruinados económicamente y muy complicados si quieren buscar un mejor trabajo con expectativas salariales más elevadas. Por lógica, mucha gente encontró que los productos contrabandeados desde Argentina a precios bajos, gracias a los subsidios a los alimentos y la devaluación de nuestro vecino, eran una forma de llenar las neveras y suplir las necesidades de productos de limpieza. Es deprimente, pero es nuestra realidad.
Sin embargo, todo terminó casi de manera paralela a que Milei se sentara en la silla, ya que una de sus primeras medidas de gobierno fue eliminar el subsidio al transporte y energía. El simple anuncio fue suficiente para que los productos argentinos suban de precio y, especialmente, la harina desapareciera de los mercados bolivianos, en síntesis, se acabó la joda.
Pero he aquí lo paradójico, puesto que algunos economistas, analistas políticos y empresarios del sector exportador han planteado que devaluar la moneda sería la mejor forma de enfrentar el «efecto Milei» y generar competitividad para los productos bolivianos.
No obstante, no existe el «efecto Milei», se trata, tan sólo, de una campaña de desprestigio impulsada por el criminal Foro de Sao Paulo y los operadores mediáticos de la dictadura boliviana.
En cuanto a la devaluación es necesario hacer el análisis en dos aspectos: 1) el ético y 2) el económico.
Imagine que usted deja 100 Bs en una caja de ahorro en un banco. Empero, por una simple orden de un burócrata, no puede retirar los 100, sino, solamente, 90 Bs. Sin importar cual haya sido el pretexto, mucho menos el destino de los 10 Bs faltantes, a usted le han robado. Básicamente, la devaluación no es más que un asalto a los ahorros de los todos los ciudadanos en favor de un sector privilegiado.
Uno de los objetivos con el que se promueve una devaluación es incrementar el precio de los bienes y servicios producidos afuera y disminuir el precio de los bienes y servicios domésticos. Estos cambios en los precios relativos se supone que deberían desplazar los gastos domésticos y extranjeros desde los bienes y servicios producidos en el extranjero hacia aquellos producidos en el país.
El otro es que, mediante el arbitraje del tipo de cambio, los exportadores puedan mejorar la competitividad de sus productos en el mercado exterior. Esto se supone que mejora la balanza comercial y la balanza de pagos internacional del país que devalúa. Sin embargo, como diría mi maestro Alberto Benegas Lynch, son políticas que enriquecen a un sector a cambio de empobrecer al vecino.
Entonces, si la devaluación no incrementa el comercio ni mejora el crecimiento del PIB, ¿qué es lo que ofrece? Bueno, ofrece a su hermana gemela, la inflación.
De hecho, naciones como Venezuela y la misma Argentina son las que más han devaluado sus monedas en la última década y lo único que ha crecido es la inflación y la pobreza, 90% en el país caribeño y 60% en la tierra del tango.
¿No le parece nefasto que mientras Milei busca, mediante la dolarización, sacar a su país del circuito de la devaluación y la inflación, nuestros economistas y empresarios quieran llevarnos a esa ruta? A mi sí.
En Bolivia no hace falta devaluar, sino un agresivo plan de reformas estructurales para reducir el Gasto Público y capitalizar la economía, ¿podemos arrancar el 2024 con el debate de dolarizar Bolivia?
Hugo Marcelo Balderrama es un columnista y docente boliviano que, desde Estados Unidos, colabora con medios internacionales como Panampost y La Iberia, y centros de pensamiento como el Instituto Interamericano por la Democracia. Tiene un doctorado en Economía y una maestría en Administración de Empresas. Es autor de los libros Viernes conservador (2020), Gestión de los patrimonios familiares (2019) y Fe en la libertad (2017).
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