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El Socialismo del Siglo XXI ha demostrado ser, en teoría, un recalentado de viejos errores, verbigracia, la centralización de la actividad económica en manos del Estado
Las dictaduras instaladas en Venezuela, Bolivia y Nicaragua y que controlaron Ecuador por más de diez años, no son procesos nacionales, son la expansión de la dictadura de Cuba
Autores 02 de marzo de 2024 CARLOS SÁNCHEZ BERZAÍNEn Venezuela se intenta una vez más la hipótesis de que es posible salir de una dictadura del socialismo del siglo XXI por medio de elecciones controladas por un sistema de crimen organizado transnacional. En este camino, el resultado de las elecciones primarias de la oposición democrática con el 92,5% de apoyo, ha producido una CANDIDATA ÚNICA que es María Corina Machado, sin cuya participación no son posibles las elecciones.
Las dictaduras instaladas en Venezuela, Bolivia y Nicaragua y que controlaron Ecuador por más de diez años, no son procesos nacionales, son la expansión de la dictadura de Cuba en el siglo XXI producida por Hugo Chávez, que en 1999 salvó a la dictadura castrista de su periodo especial y que con la oportuna muerte del dictador venezolano se convirtió en jefe de un sistema de crimen organizado trasnacional denominado “socialismo del siglo XXI” o “castrochavismo”.
Las dictaduras son una irregularidad, son expresión de crimen que viola las normas internacionales en las Américas. La Carta Democrática Interamericana que es un tratado constitutivo, manda en su artículo 1que “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla. La democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de las Américas”.
Los países sin democracia son anómalos y anormales, representan la aberrante vigencia de la violación de los derechos humanos como sistema para detentar indefinidamente el poder, perpetrar y sostener crímenes de narcotráfico, trata de personas, terrorismo internacional y todo tipo de delitos con la personería de los estados que controlan. Las democracias y sus jefes de Estado y de gobierno no solo tienen la necesidad por razones de su propia seguridad sobrevivencia de terminar con las dictaduras, tienen la obligación jurídica que no cumplen.
En este contexto no existe precedente de que las dictaduras del socialismo del siglo XXI dejen el poder por medio de elecciones. Se ha intentado en Venezuela, Bolivia y Nicaragua con resultados de más crímenes con los que retienen el poder. Ecuador ha recuperado la democracia por la decisión histórica del presiente Lenin Moreno, quien luego de acceder al poder como candidato del socialismo del siglo XXI lideró la restitución de la soberanía popular, el estado de derecho y dio fin al narcoestado.
En Venezuela el dictador ha perdido elecciones y no ha entregado el poder, la oposición ha ganado la mayoría del Poder Legislativo y ha existido un gobierno legítimo reconocido por más de 60 países, pero el dictador ha continuado usurpando el poder a puro terrorismo de Estado. A mayor repudio y fuerza popular para que el dictador Nicolás Maduro deje el poder, la respuesta siempre ha sido -digitada y repetida desde Cuba- más persecución, más presos políticos, más tortura, más exilio y mayor operación con la “oposición funcional”. Es la misma formula usada por el castrochavismo en Nicaragua y Bolivia.
Las dictaduras del socialismo del siglo XXI producen votaciones con las que suplantan la denominación de democracia. Votan en Cuba, y Venezuela, Bolivia y Nicaragua han creado un sistema de “dictadura electoralista” que he definido como “la situación en la que el pueblo vota pero no elige”. Votaciones sin libertad, sin sufragio universal, con presos y exiliados políticos, con el registro electoral falsificado, con jueces electorales manipulados, con oposición funcional, sin estado de derecho y con la inhabilitación de los candidatos que pueden ganar, son algunas de las condiciones de la dictadura electoralista.
María Corina Machado, al ganar la elecciones primaras de la oposición con el 92,5% derrotó estrepitosamente tanto a la dictadura como a la oposición funcional. A la dictadura porque dejó claro que ganaría las elecciones y retiraría del poder al dictador, y a la oposición funcional porque simplemente la liquidó, la dejó sin capacidad de existir como disfraz de la dictadura.
En estas condiciones la estrategia dictatorial consiste en impedir a toda costa que María Corina Machado sea candidata y en rehabilitar a su oposición funcional para que le haga el juego de falsificar un resultado de dictadura electoralista.
La inhabilitación de Machado es inaceptable, representa el fin del proceso electoral. Es solo el repetido mecanismo de falsificar elecciones impidiendo que un candidato con respaldo popular, que les gana, participe de la elección. La inhabilitación de Machado es hasta ahora un acto dictatorial, pero han hecho por la vía del encarcelamiento y el exilio en Nicaragua y Bolivia y por la vía del asesinato en el caso de Fernando Villavicencio en Ecuador.
En Venezuela no hay elecciones presidenciales posibles en 2024 sin la participación de María Corina Machado, porque es la CANDIDATA ÚNICA DE OPOSICIÓN a la que la dictadura ha convertido en la CANDIDATA ÚNICA DEL PUEBLO VENEZOLANO que quiere libertad y democracia.
Carlos Sánchez Berzaín es abogado, politólogo, catedrático y ensayista boliviano exiliado en Estados Unidos. Fue ministro de la presidencia, ministro de gobierno y ministro de defensa durante el primer y segundo gobierno del presidente constitucional Gonzalo Sánchez de Lozada. Es autor de varios libros sobre las dictaduras del siglo XXI y director del Interamerican Institute for Democracy.
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