No podemos dejar de pensar en esta ecuación tan económica como moral e histórica. Y sobre todo, intentar resolverla. Sabemos que, si se quiere, se puede
dictadura
En 1971, en una misión aún más demencial que la de Che Guevara, Caamaño se fue con ocho hombres a crear un foco guerrillero en su país. Desembarcó por Playa Caracoles, al sur de Santo Domingo el 3 de febrero
Nos están deshumanizando en nombre del humanismo. Un humanismo que pretende descansar en la masa, que desprecia al individuo y martilla lo excepcional. Un humanismo irrealista, etéreo, lunático
Los jóvenes se las arreglan para subsistir, en los estrechos márgenes que deja el régimen, con un trabajo por cuenta propia, un empleo en una empresa de capital mixto o en el turismo, un pariente en el exterior que les envíe dólares, un amante extranjero, una obra de arte bien vendida, o “bisneando lo que aparezca”
Ante semejante escenario, en algunos casos se ha impuesto “el arbitraje castrense”, particularmente, ante “una implosión popular”, como suele acontecer. La quietud conlleva a que el gobierno prosiga y el país, a su suerte
Jorge Mañach cuando se refiere a la vida de Martí, dice que “lo más grande de José Martí es él mismo, su espíritu inabarcable e insondable, su ecumenismo sincero, su infinita capacidad de amar”
El régimen cada vez hace más difícil la subsistencia de los cubanos
Los inspectores, chantajeando y extorsionando a los dueños de los negocios, ¿van a terminar con la corrupción? ¿Estarán interesados en acabarla los burócratas atrincherados en los ministerios?
Esa retorica continuó hasta bien entrados los años 80. Por ejemplo, las notas de prensa del Periódico Granma y los discursos de Fidel Castro enfatizaban en la reducción de la influencia de la economía norteamericana en el mundo
Y para colmo, en medio de un nada propicio escenario internacional, se le viene encima en unas semanas, la administración Trump, con el cubanoamericano Marco Rubio como secretario de Estado, que ha prometido arreciarar las sanciones.
Ha dicho que el legado que más le enorgullecerá dejar es ser “pacifista y unificador”. No hay razones para no creerle. En su primer periodo, entre 2016 y 2020, no inició guerra alguna, por lo que no hay antecedentes para suponer que miente ahora