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Teatro Obstáculo: odisea conceptual, Hamlet Homeless y cumpleaños 40
"Me tocará desaparecer pero donde quiera que esté sabré qué pasa y estaré al tanto. Estaré lejos pero siempre cerca. Afuera pero siempre adentro"
Este viernes 21 de febrero a las 6:30 pm, Iván Acosta presenta en Baruch College, Nueva York, su libro "Fuacatapam", sátira vibrante y la exploración del imaginario y la identidad del cubano son ejes
LetrasAyer Grethel Delgado (DLA)Libro Fuacatapam, de Iván Acosta. Esto es un arroz con mango. Un ajiaco literario. Foto con José Mariano en 1962. Somos la isla. Agripina se levantó con el moño vira'o. A gozar con la sinfónica en Central Park. Titingó en la Calle Ocho. ¡Fuácata! ¡Fuacatapam! ¿Esto es un libro? ¿Una película? Cuban jam session.
Son algunas de las notas que tomé en una libreta en cuya portada hay una mujer con el pelo afro y el texto “¿De qué color es tu corazón?” El del escritor y cineasta cubanoamericano Iván Acosta es un corazón mestizo, exiliado y que late con bongós y llantos de saxo. Su manera de ver el mundo, de leerlo y convertirlo en arte nos ha regalado numerosas obras, entre las que resalta, cómo no, El Super, esa pieza teatral que tan bien dibujó la nostalgia del cubano recién llegado a Estados Unidos, más específicamente a ese paraíso de los inviernos y el concreto que es Nueva York.
La sátira vibrante y la exploración del imaginario y la identidad del cubano son los resortes que Iván Acosta ha usado en su libro Fuacatapam (Colección Fugas / Latin Jazz USA-Books, 2025), que cuenta con la bendición de unas acertadas ilustraciones del pintor Luis Cruz Azaceta.
No me hable usted de géneros
¿Género del libro? No me pregunte eso, lector. Acosta ha escrito el libro que quería; el señor tiene la libertad, y la destreza, de lograr un cuerpo cohesionado en el ritmo, en los temas y en el olor a mar, de manera que puede valerse a su antojo de lo autobiográfico, la poesía, el cine, el testimonio, la fotografía, la música, el areíto y el mito popular.
Las secciones del libro, o las historias, o los capítulos, como quiera el lector, son asaeteadas visualmente por la maestría de Azaceta, con agudas “azacetadas” que complementan de manera perfecta el contenido. De hecho, se percibe el trabajo de curaduría de autor y editor para ubicar esas ilustraciones en los lugares perfectos. Así que este libro, en su libertad fluida, es también una galería.
He mencionado al editor, Luis Leonel León, director de la Colección Fugas, y debo acotar que a él le debemos la recopilación y divulgación de la obra de Acosta, una misión cuidadosa, de largo aliento y realizada con amor, que ya deja frutos con la edición especial por los 40 años de la pieza teatral El Super. Es este el primer volumen de las obras completas, sucedido por Fuacatapam, y al que seguirán otros libros.
Literatura y amigos que se fueron pronto
Fuacatapam promete atrapar a los lectores con una fusión de narrativa, realismo mágico y aguda sátira política. El texto que inspira el título del libro es un delicioso animal cinematográfico que sacude cualquier atisbo de lógica y lleva al lector a una cadena psicodélica de eventos donde resaltan la investigación y el sabor cubano que este santiaguero nunca perderá. La protagonista, la India Agripina, es una especie de dadora de muerte, determinada a barrer el desastre que vino tras la revolución castrista, y para ello, junto a su perrillo faldero, Don Liborio, tomará las medidas más radicales; eso sí, siempre con su tumbao, arrollando con la conga de la muerte, porque el cubano sabe bailar bien hasta en los entierros. No tendrá compasión ni siquiera con las buenas almas muertas de José Martí, Félix Varela, Gertrudis Gómez de Avellaneda y hasta el General Antonio Maceo.
La obra se caracteriza por su inconfundible sello de humor criollo o “choteo” cubano, pero ese humor guarda también una profunda reflexión sobre la represión política y la transmutación del hombre libre en el “hombre nuevo revolucionario”, con sus demonios y su pasado fragmentado.
Esa introspección, melancólica, desarraigada, tiene sus mejores destellos cuando el autor hace un recuento de pérdidas. En esas ausencias pone más enjundia literaria, dolor inspirado que le agradecemos, aunque notemos la herida. Y uno de esos “fuacatazos” perennes en la memoria de Acosta es la muerte de sus amigos.
El capítulo “El marielito: de Miami a Manhattan” es uno de los más conmovedores del libro. Solo aquellos que se hayan preocupado por indagar más sabrán que, cuando el reconocido escritor Reinaldo Arenas salió de Cuba como marielito con una mano alante y la otra atrás, fue Acosta quien le abrió la puerta de su apartamento para que tuviera un techo, y que más tarde lo ayudó a conseguir una renta en otro apartamento, antes de mudarse al último, en la calle 44. A Reinaldo, apunta el autor, “le dolía mucho que los círculos de artistas e intelectuales en Estados Unidos los controlaran grupos de izquierda que le cerraban las puertas al saber su posición anticastrista inquebrantable”. A Reinaldo le gustaban las tertulias en casa de Iván. A Reinaldo le fascinaba sentarse en el balcón de Iván para mirar el teatro neoyorquino: la Estatua de la Libertad y el World Trade Center.
Otra historia que me sacudió por completo es la dedicada a su padre. El 1 de enero de 1984 este le dijo a Iván: “Un día como hoy se nos jodió Cuba”. Le faltaba poco para morir, no regresaría a la isla de la que partió en 1961, y su lucidez dejó una huella en el escritor. Un párrafo, solo un párrafo con la enumeración de los recuerdos de su niñez, le bastará a Acosta para apretarle el corazón del lector.
Iván Acosta lleva el peso de ser un hombre que vive “con dolor de isla”. Pero todo esto lo puede contar mejor Azaceta en su obra “The Exile-Man with two countries”. Devastador hasta las costillas.
Guapería santiaguera en Central Park
Como un héroe de Gotham City, Iván Acosta tiene un historial de aventuras digno de contarse. Y uno de los capítulos del libro muestra esa veta justiciera del autor.
“Para cruzar el Parque Central de Nueva York había que jugarse la vida. En más de una ocasión tuve que asistir a alguna persona en apuros”, escribe Acosta.
Quién les iba a decir a unos avezados maleantes neoyorquinos que los frenaría un santiaguero de Hell’s Kitchen que sabe mucho de cocinas del infierno y de calor y sudores y de cortar el bacalao. Este Daredevil cubano no lo pensó dos veces para salvar a una muchacha que fue herida por dos hombres que le querían robar la bicicleta.
Antes de huir, uno de ellos debió haber visto en los ojos de Iván el fulgor de la “tierra caliente” y la guapería de paracaidista cuando este le encentró una buena patada que lo mandó a abrazar un pino.
Iván Acosta cuenta el tiempo desde su balcón, como un atalaya de sucesos, de fabulaciones cruzadas, de partidas sin regreso, de gestos duplicados en español e inglés, entre la isla caribeña y la isla neoyorquina. Y este libro nos muestra su lado más humano, más desgarrado si se quiere.
El libro se presentó a sala llena en la Universidad de Miami el 23 de enero, y tendrá otra presentación en Baruch College, NY, este 21 de febrero a las 6:30 pm.
Más sobre el autor
Iván Acosta es escritor, dramaturgo, cineasta y compositor. Nació en 1943 en Santiago de Cuba. A los 16 años, junto a un grupo de familiares y amigos, escapó del comunismo y ese mismo año se exilió en Manhattan.
Luego de servir durante 6 años en el U.S. Army como paracaidista en la División 101, estudió en New York University, especializándose en dirección y producción cinematográfica, arte y teatro moderno.
En 1972 fundó el Centro Cultural Cubano de Nueva York (CCCNY), donde estrenó su pieza teatral El Super (1977), llevada al cine en 1979, siendo hasta hoy la obra más premiada del exilio cubano. Dirigió varios festivales de Arte Cubano en Nueva York y el Taller de Drama Español del Henry Street Playhouse. Ha escrito casi una veintena de obras de teatro (Grito 71, La ventana de los Chévere, Cuba: Punto X, Un cubiche en la luna, Recojan las serpentinas que se acabó el carnaval), dirigido más de una decena de filmes (Amigos, Rosa y el ajusticiador del canalla, Cándido manos de fuego, Cómo se forma una rumba, Detrás de mis ojos) y centenares de comerciales para televisión.
Entre sus libros recientes destacan Con una canción cubana en el corazón, El Super. Edición especial y Ventanas neoyorquinas con vistas cubanas (Colección Fugas). Actualmente trabaja en dos nuevos libros y varios proyectos cinematográficos: Guantánamo, Handshake at Central Park y Fuacatapam, la película.
Publicado originalmente en Diario Las Américas.
"Me tocará desaparecer pero donde quiera que esté sabré qué pasa y estaré al tanto. Estaré lejos pero siempre cerca. Afuera pero siempre adentro"
"La Habana, La Pequeña Habana, mi barrio Hell's Kitchen en Nueva York, el pasado, el presente y el futuro, y muchas otras cosas que los cubanos hemos vivido y hemos imaginado durante décadas, siempre mezclando los géneros y los sentimientos que me identifican como autor y que en buena medida están arraigados a las artes y la vida del cubano en dondequiera que esté”
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