
En Cuba o fuera de ella, no conseguimos librarnos del influjo de Fidel Castro. Fungimos de víctimas o victimarios, de adversarios o cómplices, de delatores y delatados...
El régimen inculcó que delatar es un deber con la patria y la revolución. Y consiguió que reine entre los cubanos el miedo a que cualquiera puede ser un informante
CubaLibre23 de agosto de 2024 Luis CinoMe dice un periodista independiente, amigo mío, que se siente como si en su casa, en La Habana, viviera en una filial de la Seguridad del Estado, debido a que dos parientes suyos que conviven con él y son partidarios del régimen, averiguan constantemente lo que hace y están al tanto de todos sus movimientos.
El régimen, desde los primeros años, inculcó que delatar es un deber con la patria y la revolución. Eso ha funcionado como una de sus estrategias de dominación. Ha conseguido que reine entre los cubanos una atmósfera de miedo y desconfianza por el aquello de que cualquiera puede ser un informante. Se desconfía, en muchos casos, hasta de la familia.
En el caso de mi amigo, no es que piense que sus parientes sean capaces de chivatearlo, no cree que lleguen a tanto, pero teme que la policía política los pueda convencer para que colaboren en cualquier maniobra en contra suya. Por ejemplo, que se presten a cambiar su historia personal por una que resulte conveniente al régimen para denigrarlo.
Recordemos que, en los medios al servicio del régimen, cada vez que se refieren a opositores, son presentados, en el mejor de los casos, como personas de pésimo comportamiento social.
Mi amigo hace muchos años intentó suicidarse para no ir al Servicio Militar Obligatorio. Pero ahora sus parientes dicen que no sabían que fuera por el servicio militar que intentó quitarse la vida, sino porque estaba enfermo de los nervios, producto de que tuvo una adolescencia difícil y de que “andaba con gente rara que lo manipuló en contra de la revolución”, y aseguran que estar en el ejército “lo hubiera enderezado”.
Sus parientes niegan las represalias que sufrió por oponerse al régimen y dicen que todos los tropiezos que tuvo mi amigo se debieron a “su mala cabeza”.
A menudo a mi amigo, como a otros muchos opositores y periodistas independientes, le cortan la conexión a Internet, a veces durante varios días, pero sus familiares niegan que sea por órdenes de la Seguridad del Estado a ETECSA, dicen que eso es paranoia suya y que “la conexión, por problemas técnicos, está mala para todos”.
No creo que mi amigo exagere con el temor de que, si algún día, el vocero del régimen Humberto López, se refiere a él en el programa televisivo Razones de Cuba, o lo hace algún otro papagayo oficialista, cuenten con los testimonios de sus parientes, asegurando que es un tipo emocionalmente desquiciado, de mala conducta social y “fácil de manipular por el enemigo debido al resentimiento que tiene por los errores cometidos con él por la revolución”.
Publicado originalmente en Cubanet.
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