
No se habla de la masacre de los terroristas de Hamas del 7 de octubre de 2024, no paran de condenar y calificar como genocidio la muerte de civiles en Gaza, pero jamás se han referido a los bombardeos rusos contra Ucrania
Se ha hecho más evidente el derrotismo y la impotencia luego de la brutal represión de las protestas de los días 11 y 12 de julio de 2021, los más de 1.000 manifestantes encarcelados y las leyes contra el disenso
CubaLibre06/09/2025 Luis CinoCuando hay apagones, a pesar de que cada vez son más frecuentes (dos y tres veces al día) y de más horas, los toques de cazuela en La Habana ya no son tan atronadores como años atrás. Son pocos los que se suman a la protesta. Y hasta hay quienes se quejan del ruido de los calderos, como si les molestase tanto como la oscuridad, el calor y los mosquitos. “Total, qué van a conseguir con eso”, comentan. Prefieren intentar dormir, tirados en el suelo del portal o la azotea, empapados en sudor, con los insectos picándolos y zumbándoles en los oídos, o seguir sentados en la puerta, en espera de que pongan la luz.
Cuando alguien, exasperado por la existencia miserable en que nos ha sumido el régimen de la continuidad, revienta y grita en la calle “¡Abajo la dictadura!”, “Patria y vida” o algún improperio contra Díaz-Canel, lo más probable es que muchos de los que lo ven, en vez de sumarse a la protesta, se alejen presurosos, fingiendo no oír, o comenten que “ese está loco, es un comemierda que lo único que va a conseguir es que le caigan a palos y lo metan en la cárcel”.
Si aparece la Policía, golpean al que protesta, lo arrastran hasta el carro patrullero, lo montan a empujones y se lo llevan esposado, la gente se limita a mirar. Si acaso, comentan en voz baja “Qué abuso” y alguno, con mucho disimulo, graba la escena con el móvil.
Aunque ni remotamente con la masividad de antes, siguen acudiendo a las marchas y a cuanto bochinche convoca el régimen, esos que dicen temer que los boten del trabajo o del centro de estudio si faltan. Y hasta fingen su poquito de entusiasmo, para contentar a los mayorales que los arrean y llevan la lista de asistencia.
Cualquiera creería que son felices, que no les hacen mella el hambre ni los apagones, los que arrollaron y rumbearon en estos días en las calles de Santiago y Matanzas, o los jóvenes que perreaban y se retorcían en el concierto de Danny Ome y Kevincito 13, dos reguetoneros que viven en Miami y que se prestaron para participar en los festejos por el 26 de Julio a pesar de que uno de ellos es hijo de una activistas de las Damas de Blanco y exprisionera política.
Muchos, principalmente en el exterior, han llegado a la conclusión de que los cubanos de acá se han adaptado a todas las privaciones y desgracias que les ha impuesto el régimen, y están conformes y obedientes, dispuestos a aguantar lo que sea. Y que por eso, por sumisos y aguantones, por no sublevarnos, nos merecemos todo lo que estamos pasando y mucho más.
No es así de simple. Los que así piensan pasan por alto los mecanismos de domesticación de los regímenes totalitarios. Máxime, si el castrismo se ha prolongado durante 66 años, tiempo más que sobrado para intimidar, engañar, manipular, desorientar e inducir la mentalidad de campamento a más de cuatro generaciones de cubanos.
Padres y abuelos, cuando se acabó el tiempo de las glorificaciones y vino el desengaño y la decepción, transmitieron a sus descendientes la doble moral, el simular para no señalarse y buscarse problemas, cuidarse de todos, aprender a vivir bajo “esto”, tratar de acomodarse y sacarle provecho a lo que se pueda mientras se pueda…
Tanto como el miedo a la represión, o tal vez más, la apatía y la inercia durante demasiado tiempo han hecho mucho daño a los cubanos. Ha convencido a muchos de la irrevocabilidad de su miseria, de la imposibilidad de hacer algo para cambiar la situación. Por eso, resignadamente, repiten, como un canto a su derrota, que “esto no hay quien lo arregle, pero tampoco quien lo tumbe”.
Los que quieren un cambio, pero sin ser ellos los que vayan presos, cojan los golpes o pongan el muerto, siguen esperando por la ayuda de “los americanos”, los rusos, los chinos, o aparezca “por allá arriba” algún reformista a lo Gorbachov que, “cuando se mueran los viejos”, se decida a mover fichas. Pero, si tienen algún familiar en el exterior que sea generoso con las remesas, no les apura demasiado que eso ocurra.
Para justificar su miedo, muchos buscan excusas que casi siempre terminan en críticas a la diezmada y desunida oposición y recriminaciones al exilio. Particularmente, se sienten insultados por los comentarios y las exhortaciones de ciertos influencers y youtubers, como si por el hecho de estar fuera de Cuba no tuvieran derecho a juzgar lo que aquí ocurre o deja de ocurrir.
Se ha hecho más evidente el derrotismo y la impotencia luego de la brutal represión de las protestas de los días 11 y 12 de julio de 2021, los más de 1.000 manifestantes encarcelados y las leyes contra el disenso de un Código Penal de características nazi-estalinistas que criminaliza hasta los comentarios en las redes sociales.
Pero el descontento sigue creciendo. No hay forma de pararlo. Cada vez son menos los que lo disimulan. Solo los privilegiados por las migajas de la elite y algunos ancianos testarudos que no quieren dar su brazo a torcer y siguen repitiendo que “con Fidel esto no pasaba”, creen que los cada vez más detestados mandamases comunistas tengan capacidad y voluntad política para salir de la crisis. Menos aún son los que creen en las justificaciones, pretextos y promesas de los mandamases. Conocemos sus mecanismos perversos. La credulidad ingenua en lo que dice el régimen hace mucho tiempo que se acabó. Lo que queda es el cinismo disfrazado de pachanga y la apatía. Esta inercia maldita que cotidianamente nos está matando. Pero también se acabará. Más temprano que tarde. No hay de otra. Nos va en ello la vida como nación.
Publicado originalmente en Cubanet.
No se habla de la masacre de los terroristas de Hamas del 7 de octubre de 2024, no paran de condenar y calificar como genocidio la muerte de civiles en Gaza, pero jamás se han referido a los bombardeos rusos contra Ucrania
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