
Se ha hecho más evidente el derrotismo y la impotencia luego de la brutal represión de las protestas de los días 11 y 12 de julio de 2021, los más de 1.000 manifestantes encarcelados y las leyes contra el disenso
Se iniciaba así una luna de miel que se concretaría con un millonario subsidio tras la entrada de Cuba en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) en 1972, lo que logró paliar los desastrosos resultados de la Zafra de los 10 Millones
CubaLibre16/09/2025 Luis CinoEl 23 de agosto de 1968, Fidel Castro, al apoyar la intervención militar en Checoslovaquia de la Unión Soviética y otros cuatro países del Pacto de Varsovia, iniciada tres días antes, el 20 de agosto, acabó de decepcionar a un amplio sector de la izquierda mundial que ya empezaba a criticar a su régimen por las limitaciones a la creación artística y por perseguir a los homosexuales y encerrarlos en campos de trabajo forzado.
Cómo iba a justificar la invasión soviética para aplastar el proceso de reformas conocido como la Primavera de Praga, mostrándose como un satélite más del Kremlin, Fidel Castro, un marxista herético, cuya revolución era considerada hasta ese momento como una alternativa al tipo de comunismo preconizado por Moscú.
Recordemos que Fidel Castro se había atrevido a cuestionar en varias oportunidades a la Unión Soviética por su modo de conducir la economía, por desentenderse y no apoyar lo suficiente a los movimientos guerrilleros del Tercer Mundo y por su política de coexistencia pacífica con Estados Unidos.
Encima de eso, enrareciendo aún más la relación con el Kremlin, en febrero de 1968, luego de una purga dentro del Partido Comunista –el llamado Proceso de la Microfacción- habían sido encarcelados Aníbal Escalante y decenas de otros militantes veteranos del Partido Socialista Popular (PSP) de la época republicana, a quienes acusaron de “sectarismo” y de “recibir instrucciones de Moscú” a través de la embajada soviética en La Habana.
En los primeros siete meses de 1968, Fidel Castro había evitado pronunciarse acerca de los intentos de los reformistas checos de crear “un socialismo con rostro humano” y de las reacciones que eso provocaba en los demás países del bloque soviético y el resto del mundo. Tampoco lo hizo de modo público ningún otro alto dirigente del régimen cubano. Y el periódico Granma, el órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, ofrecía una información inusualmente neutral y balanceada sobre lo que estaba ocurriendo en Checoslovaquia.
Así, lo que menos se esperaba era que Fidel Castro, que constantemente se pronunciaba por la independencia y la soberanía de las naciones, fuera a apoyar la intervención soviética en Checoslovaquia, justo en los momentos en que el Partido Comunista de ese país, desde la clandestinidad, clamaba por la solidaridad de los comunistas de todo el mundo para detener la invasión.
La noche del viernes 23 de agosto de 1968 Fidel Castro inició su comparecencia televisiva que tanta expectación despertaba, advirtiendo: “Algunas de las cosas que voy a expresar van a estar en contradicción con las emociones de muchos, en otros casos van a estar en contradicción con nuestros propios intereses, y en otros van a constituir riesgos serios para nuestro país”.
Continuó admitiendo que la intervención soviética era “una violación flagrante de la soberanía del estado checoslovaco que solo se puede explicar desde un punto de vista político y no desde un punto de vista legal, pues visos de legalidad no tiene, francamente, absolutamente ninguno”.
Pero inmediatamente justificó la invasión al asegurar que “Checoslovaquia marchaba hacia una situación contrarrevolucionaria, se encaminaba hacia el capitalismo y eso afectaba a toda la comunidad socialista”.
Culpaba de la situación a “las reformas económicas burguesas” y a que “el Partido Comunista Checoslovaco, cediendo a las demandas de los intelectuales y de otros liberales, había renunciado a ejercer la dictadura del proletariado”.
“No se podía permitir que los imperialistas arrancaran un eslabón del campo socialista”, dijo y explicó que más importante que el derecho internacional, que efectivamente había sido violado por los soviéticos, era “el sagrado derecho de los pueblos en la lucha contra el imperialismo”.
Para mantenerse en el rol que tanto disfrutaba de disidente del comunismo moscovita y adalid de la revolución mundial, se preguntó, haciéndose el osado, en tono desafiante, si las relaciones con los soviéticos “seguirían estando presididas por el grado de incondicionalidad, satelismo (sic) y lacayismo… si se considerarán tan solo amigos aquellos que incondicionalmente aceptan todo y son incapaces de discrepar absolutamente de nada”.
Luego, tras anunciar que iba a aprovechar la ocasión para referirse a “algunas verdades que nunca se habían dicho”, Fidel Castro se quejó del “relajamiento y reblandecimiento del espíritu revolucionario de los países de Europa del Este, de su ignorancia de los problemas del mundo subdesarrollado, y exigió que la Unión Soviética, “con la misma energía que actuó en Checoslovaquia, se comprometiera a defender a Cuba, Vietnam y Corea del Norte”.
Fidel Castro, que estaba atenazado por el estado desastroso de la economía cubana producto de sus experimentos fallidos, se reconcilió definitivamente con los soviéticos al justificar el aplastamiento de la primavera de Praga, y les indicó que a cambio de su ayuda, estaba dispuesto a parar con sus críticas y que aceptaba jugar de acuerdo con las reglas del Kremlin.
Se iniciaba así una luna de miel que se concretaría con un millonario subsidio tras la entrada de Cuba en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) en 1972, lo que logró paliar los desastrosos resultados de la Zafra de los 10 Millones.
Después, como parte de ese voto de amor renovado con Moscú, vino la vuelta al sistema de cálculo económico, los cambios en los grados de los oficiales de las FAR, el involucramiento en las guerras de Angola y Etiopía donde los soviéticos pusieron las armas y Cuba los soldados, la institucionalización del régimen a partir de 1975, y un artículo de la Constitución aprobada en 1976 que proclamaba la amistad eterna con la Unión Soviética.
Publicado originalmente en Cubanet.
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