11-J, el anhelado y (por el momento) frustrado despertar de los cubanos

Cuba tiene más de mil presos políticos, entre ellos más de 600 por protestar o apoyar a los manifestantes pacíficos del 11-J. También hay más de 100 mujeres y 30 menores de edad presos. Tanto los prisioneros como sus familiares son constantemente reprimidos y amenazados

Historia 15 de julio de 2023 Luis Leonel Leon Luis Leonel Leon
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"Las novias caídas del 11-J" 2023, LLL

El Nuevo Conservador reedita este ensayo escrito en agosto de 2022 por nuestro director, Luis Leonel León, publicado poco después en el Anuario Histórico CubanoAmericano de la Academia de la Historia de Cuba en el Exilio (AHCE), a propósito del primer aniversario del 11-J.  

11 de julio de 2021  

Era una hermosa y calurosa mañana a comienzos de julio. Era domingo y el establishment del régimen de La Habana, al parecer, no esperó la revuelta. Multitudes de cubanos salieron progresivamente a las calles a protestar, como nunca antes, en contra de la dictadura comunista impuesta en el país caribeño desde hace más de 60 años. Las manifestaciones, luego conocidas como el 11-J, ocurrieron en un contexto marcado por una gran escasez de productos de primera necesidad y medicinas, terribles condiciones de subsistencia, el miedo a morir por el Covid-19 y el hartazgo ante la sexagenaria represión comunista.

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Domingo de glorioso Internet 

Aunque el régimen castrista cortó el servicio de Internet en gran cantidad de áreas en las que ocurrieron estos acontecimientos, se lograron distribuir en las redes sociales videos (grabados, en Facebook Live y otras plataformas) de las marchas. Yo no podía entender cómo la Seguridad del Estado, desde la primera o la segunda manifestación, no desactivó el Internet en toda la Isla y de una vez mandó a sus perros rabiosos a golpear a todos los manifestantes. Eso tardó en suceder muchísimo más de lo que cualquiera, conocedor de las tácticas y reacciones castristas, hubiera imaginado. 

Según el historial de reportes, la primera protesta tuvo lugar la mañana del 11 de julio de 2021 en la ciudad de Antonio de los Baños, provincia de Artemisa, a pocos kilómetros de La Habana. Después se constataron eventos similares en Güira de Melena, Alquízar, Bauta, Regla, Palma Soriano, Santiago de Cuba, Ciego de Ávila, Guantánamo, La Habana Vieja, el famoso Malecón habanero y otros lugares de la capital y el resto del país. El reflejo en las redes sociales demostró que la protesta pública era, más que una posibilidad, el único camino para derrocar la dictadura, a pesar de la férrea represión. El pueblo, en buena medida, se sintió inspirado.

En el pueblo de Bejucal, en las afueras de La Habana, un sacerdote católico se unió a las protestas y levantó en la calle una imagen de la Virgen de Caridad del Cobre, patrona de Cuba, mientras la multitud gritaba “Libertad”, la frase más coreada en todas las protestas. No faltaron: “Abajo la dictadura”, “Basta ya”, “Abajo el comunismo”, “Abajo los Castro”, “Abajo Díaz-Canel”, “Que se vayan”, “Sí se puede”, “Que renuncien”, “No somos mercenarios”, “Ya no tenemos miedo”, “Patria y vida” y la vulgar y a la vez merecida “Díaz-Canel singao”. Frases de carácter político que miles de personas de todas las edades gritaron mientras desfilaron enfrentándose a la histórica coacción en la que continúan viviendo desde hace décadas.  

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Brutalidad contra esperanza 

Durante varias horas el régimen no se pronunció sobre las protestas en los medios de comunicación masivos, todos en manos del Comité Central del Partido Comunista. Pero a mitad de la tarde del 11 de julio el gobernante Miguel Díaz-Canel -designado por Raúl Castro para ocupar públicamente su lugar- habló en cadena nacional y se trasladó a San Antonio de los Baños, donde pidió ser acompañado por acólitos del régimen en una contramarcha gubernamental. “Hay otras localidades donde se han realizado movidas con propósitos malsanos”, dijo Díaz-Canel, mencionando únicamente a San Antonio de los Baños, y enfatizó el viejo lema de amenaza castrista, cual guapito al amparo del ejército: “Las calles son de los revolucionarios” y “estamos dispuestos a todo”. Fue la “orden de ataque” para militares y paramilitares. 

Desde el 11 hasta el 13 de julio se reportaron actos represivos, golpizas y arrestos ejecutados por parte de agentes de la Policía Nacional Revolucionaria, tropas especiales y paramilitares. La escalada de violencia y terror por parte del régimen ahogó las protestas -que fueron mermando producto de la violencia y los crímenes de Estado- en menos de 72 horas. 

María Yanet Bulnes González, esposa del opositor Carlos Manuel Pupo, uno de los detenidos en las protestas, dio declaraciones a Radio Televisión Martí donde denunció la represión. Circularon imágenes del fotógrafo español Ramón Espinosa, de la agencia de noticias AP, siendo reprimido por la policía y con heridas en el rostro mientras cubría una de las manifestaciones en La Habana. Las imágenes de represión y gritos de libertad se fueron regando por las redes. 

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Vacunas contra la libertad 

Asustados por las informaciones que comenzó a dar el régimen sobre el aumento de contagios y fallecidos a causa del Covid-19, en medio de una fallida "Salud Pública" e insalubridad, llegando a colapsar los hospitales, morgues y establecerse una atmósfera de incertidumbre y pánico, hubo quienes, en medio de los gritos de “Libertad”, también reclamaron ayuda humanitaria. En uno de los vídeos publicados desde Artemisa por Lismaidy Lorenzo se escucha la frase “Queremos ayuda”.

La subsecretaria de Estado de los Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, Julie Chung, envió desde Twitter un mensaje donde precisa que se trataban de “protestas pacíficas” que están “creciendo en Cuba mientras el pueblo cubano ejerce su derecho de reunión pacífica para expresar su preocupación por el aumento de casos y muertes por Covid-19 y escasez de medicamentos”. A la sazón del pedido de cubanos de dentro y fuera de la isla de la apertura de un canal humanitario, la diplomática expresó: “Encomiamos los numerosos esfuerzos del pueblo cubano para movilizar donaciones para ayudar a los vecinos necesitados”.

Eduardo Cardet, coordinador nacional del Movimiento Cristiano Liberación (MCL) respondió a ese tuit con una declaración a nombre de su organización: “Miles de cubanas y cubanos están hoy en las calles manifestándose pacíficamente, exigiendo libertad, cese de la represión, la miseria, en fin, que termine la tiranía. El MCL como parte de este pueblo, que se ha cansado de la opresión e injusticias, está plenamente identificado con los anhelos de nuestro pueblo, apoyamos a nuestros hermanos de MCL, a todos los cubanos que se manifiesten pacíficamente haciendo uso de este legítimo derecho. ¡Libertad para Cuba ya! ¡Basta de tiranía! ¡Patria y Libertad!”.

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Expertos en manipulación y control de masas 

En las protestas desatadas en el municipio 10 de octubre, en la capital cubana, varios vecinos atacaron y volcaron una patrulla de la Policía Nacional Revolucionaria. El régimen aprovechó las imágenes para manipular el mensaje, diciendo que no eran protestas pacíficas sino actos delincuenciales. Lo mismo ocurrió con imágenes de un saqueo a una tienda donde el régimen vendía en dólares -a un pueblo que cobra en pesos cubanos, moneda cada vez más devaluada- productos de primera necesidad. Los eventos “violentos” fueron aislados, pero la maquinaria propagandística utilizó para estigmatizar y tergiversar el sentimiento público de inconformidad y los reclamos de libertad. 

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Desde otras orillas 

Miles de exiliados cubanos salieron a manifestarse en símbolo de apoyo a sus compatriotas en la Isla. Uno de los sitios más concurridos fue el restaurante Versailles, en la calle 8 de Miami, donde históricamente se ha reunido el exilio cubano a protestar contra crímenes del castrismo como la masacre del Remolcador 13 de marzo y el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate, o cuando la muerte del dictador Fidel Castro. Otros grupos de cubanos se manifestaron desde el mismo 11-J y durante algunos días en Nueva York, Nueva Jersey, Washington DC, Tampa, Roma, Montevideo, Ciudad México y otras ciudades. Se realizaron marchas y manifestaciones, que poco a poco fueron mermando. 

Antonio Rodiles, director del grupo opositor y tanque de pensamiento Estado de Sats, con base en la Isla, quien en esos momentos se encontraba de visita en Estados Unidos, se unió a la manifestación del Versailles, y desde allí pidió a la comunidad internacional actuar para impedir que el régimen castrista desatara una masacre en su intento de eliminar el levantamiento popular. “El régimen incrementará su brutal represión”, advirtió el activista e intelectual y denunció el violento arresto sufrido por el sacerdote católico Castor José Álvarez Debesa en la ciudad de Camagüey, cuando acompañó y defendió al pueblo en una de las manifestaciones. Agentes del régimen le fracturaron el cráneo al cura y lo detuvieron. A los pocos días lo “regularon”, eufemismo utilizado por el castrismo para designar a quienes le prohíben salir de su ciudad o del país. 

“Si los Estados Unidos, los gobiernos democráticos y las organizaciones internacionales no ponen un verdadero freno a la impunidad con que el castrismo lleva décadas reprimiendo al pueblo ante los ojos del mundo, seguirán haciéndolo y cada vez con más brutalidad. Lo más importante es poner el foco al interior de la Isla con estrategias bien establecidas. El fin de la dictadura vendrá con acciones y apoyo contundentes, no solamente con declaraciones. Eso es lo que ayudará a que nuestro pueblo consiga, de una vez, la libertad por la que desde hace tanto tiempo venimos luchando”, concluyó Rodiles.

La Asamblea de la Resistencia Cubana -coalición de grupos opositores fundada en Miami- pidió al presidente Joe Biden que apoyara al pueblo de Cuba y enviase tropas estadounidenses a la Isla para impedir que el régimen cometiera actos criminales contra la población civil. Uno de los líderes en el exilio, Orlando Gutiérrez Boronat, coordinador del Directorio Democrático, exigió 5 puntos: “El fin del Régimen no es negociable. El pueblo que salga a las calles cívicamente y se mantenga en las calles. La Policía Nacional y Fuerza Armadas que apoyen al pueblo. Intervención internacional encabezada por Estados Unidos para evitar un baño de sangre. Y el cese de turismo”. 

Ron DeSantis, gobernador del Estado de la Florida, lugar donde más cubanos viven después de Cuba, se pronunció una vez más en contra del castrismo y a favor de las protestas: “La Florida apoya al pueblo de Cuba en su salida a las calles contra el régimen tiránico de La Habana. La dictadura cubana ha reprimido al pueblo de Cuba durante décadas y ahora está tratando de silenciar a quienes tienen el coraje de hablar en contra de sus desastrosas políticas”.

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El coronavirus 

Entretanto, el coronavirus hacía estragos en la empobrecida Cuba, con una infraestructura sanitaria deficiente y cada vez peor. Personas y grupos anticastristas, de dentro y fuera del país, venían denunciando desde el año anterior la manipulación de las cifras de contagios y muertes por Covid-19 por parte del Estado. Según los datos oficialistas, en Cuba el virus no tenía efectos, pero de pronto, en junio y julio de 2021, los datos oficialistas se volvieron alarmantes para un pueblo desinformado. 

El 11 de julio se dieron a conocer 47 fallecidos, la cifra más alta registrada en un día. Cuba había reportado hasta ese momento 1.537 fallecidos. El total de casos confirmados de ese sábado fue de 6.923 (173 más que el viernes), 6.882 casos autóctonos y 57.396 pacientes ingresados. Cifras que para el resto del mundo en ese momento no eran las más alarmantes, pero para los cubanos sí lo eran. Hasta entonces la televisión y los periódicos -todos propiedad del Estado, vale repetir- daban cifras muy por debajo del resto del mundo y presentaban al país como una “potencia médica” (como le gustaba decir a Fidel Castro) a pesar de que la miseria de su sistema de salud estuviera a flor de piel. 

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Muertos, no por Covid-19, sino por violencia gubernamental 

La dictadura, hábil en el control de masas, echó mano a la pandemia para atacar el espíritu del 11-J. Utilizando tal pretexto se decretó “toque de queda” en algunos sitios, mientras se mantenía en las calles a las tropas especiales (boinas negras) para contener de manera violenta cualquier manifestación cívica que exigiera libertad y democracia en el país. En las redes sociales circularon por esos días videos de fallecidos. En uno de ellos un agente de tropas especiales de la dictadura entra a una casa apuntando con una pistola y una mujer grita “mataron a mi marido” mientras se ve un charco de sangre en el suelo.

Diubis Laurencio Tejeda, de 36 años de edad, fue asesinado por el subteniente de la Policía Nacional Revolucionaria, Yoennis Pelegrín Hernández, a quien la Fiscalía exoneró de cargos, alegando “defensa propia”. La única muerte reconocida por el régimen durante el levantamiento popular. La Agencia Nacional de Noticias intentó minimizar el asesinato, argumentando que se trataba de “un elemento antisocial” con “antecedentes de desacato, hurto, alteración del orden, por lo cual cumplió sanción”. No dice la nota oficial que fue asesinado cuando marchaba en medio de la protesta masiva que intentó llegar a la Estación de la Policía de El Capri, que controla el Consejo Popular Güinera.

“Documentos criminalísticos y forenses sobre el caso, recibidos por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) muestran graves contradicciones entre la declaración del policía que disparó mortalmente a Laurencio Tejeda y los resultados de la propia autopsia”, afirmó desde España el director ejecutivo de esta organización, Alejandro González Raga.

En otro video, en un barrio no identificado, un grupo grita “¡Lo mataron, lo mataron!”, mientras tratan de socorrer a un hombre malherido. Luego de que una muchedumbre saliera a increpar a los agentes, el hombre fue llevado en un auto de la policía supuestamente a un hospital. El video fue compartido en varias plataformas el martes 13 de julio. No se sabe si lograron salvarle la vida o falleció. 

El canal de televisión del sur de la Florida, América TeVé entrevistó a René García, hermano de Suyani García Pérez, residente en Batabanó, provincia de Mayabeque, quien presuntamente también murió producto de una paliza. “Hubiese preferido que le dieran un tiro de frente antes que hacerle lo que le hicieron”, dijo a la televisora, pues, según le informaron desde Cuba, “la golpiza de los agentes cubanos fue tal que su hermano perdió los dientes y los ojos”. Son cientos los videos que muestran la cruel brutal represión. 

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Algunos antecedentes 

Desde mediados de la década de 1980 el comunismo internacional o el llamado "socialismo real" sintió que estaba en una grave crisis y sus columnas europeas se resquebrajaban. El proceso desencadenó la implosión del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 y la desintegración de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) el 25 de diciembre de 1991. A Cuba llegaron los ecos de estos y otros fenómenos, sobre todo la perestroika, la glásnost y el sindicato Solidaridad del polaco Lech Wałęsa. En la isla surgieron iniciativas, unas intentan sobrevivir y otras han desaparecido. En las siguientes décadas el movimiento disidente ha ido reciclándose, han emergido nuevos grupos y proyectos, incluso coaliciones y hasta un intento de Concilio Cubano en 1995, pero jamás se ha tambaleado el poder totalitario. 

Ronald Reagan fue el presidente conservador de los Estados Unidos desde 1981 a 1989, Margaret Thatcher fue la primera ministra conservadora del Reino Unido desde 1979 a 1990, y Juan Pablo II fue el pontífice de la Iglesia Católica de 1978 hasta 2005. Esta tríada conservadora estimuló acciones en contra de la imposición de la ideología marxista en el mundo, ayudaron con acciones y recursos a que muchos pueblos vencieran al bloque comunista de Europa del Este, pero, lamentablemente no sucedió lo mismo en Cuba, una isla dependiente de ese bloque fracturado y a sólo 90 millas de Estados Unidos. 

El 11-J fue la mayor protesta ocurrida en Cuba. Pero hay importantes antecedentes. El 5 de agosto de 1994 se desató el “Maleconazo”, una protesta masiva en el municipio Centro Habana, en la capital, que fue rápidamente disipada, en una época en donde las decisiones ante este tipo de sucesos las tomaba el difunto Fidel Castro. Ese día, desde el Malecón habanero, ante las cámaras del Noticiero Nacional de Televisión, el dictador anunció que no le “cuidaría más las fronteras a Estados Unidos” y dio inicio al “éxodo de los balseros”, donde decenas de miles de cubanos aprovecharon y llegaron a “tierras de libertad” en balsas, la inmensa mayoría caseras y sin resistencia a las olas de alta mar. Miles fueron rescatados en aguas internacionales por guardacostas estadounidenses y llevados a la Base Naval de Guantánamo. Y otros miles quedaron sepultados bajo las aguas del estrecho de la Florida. 

En 1980 ocurrió el éxodo del Mariel, a través del cual pudieron escapar del comunismo más de 130 mil cubanos, lo cual ejemplificó el descontento general con las miserias y atrocidades de un sistema criminal e ineficiente, que sugue utilizando los éxodos para su beneficio. Tres semanas antes al Maleconazo, el 13 de julio de 1994, por orden del gobierno castrista, cuatro embarcaciones embistieron y hundieron el remolcador “13 de marzo” que trató de escapar a Estados Unidos con 72 personas. Fueron asesinados 41 personas, incluidos 10 menores de edad. Entre el pueblo, a pesar de la desinformación, se supo del crimen de Estado. Era el llamado “Periodo Especial”, donde la hambruna y la desesperanza cubrieron la Isla como nunca antes. Casi tres décadas después, el 11-J multiplicó aquella memorable protesta a lo largo y ancho de la Isla. Gracias a Internet y sobre todo las redes sociales, inimaginables en la Isla en 1994, tanto los cubanos como el resto del mundo pudieron sentir, por primera vez, el impacto de la transmisión de imágenes de desobediencia civil contra la opresión comunista. 

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El 27-N 

Ocho meses antes del 11-J ocurrió una protesta, en menor escala y de carácter gremial, cuyas imágenes se hicieron eco en las redes sociales y se conocen como el 27-N. La noche del 26 de noviembre de 2020 fue asaltada la sede del llamado Movimiento San Isidro (MSI), casa de su líder, el artista plástico Luis Manuel Otero Alcántara, en el barrio capitalino de San Isidro. Un pequeño grupo de artistas, desde hacía días, había anunciado estar acuartelados allí en huelga de hambre reclamando la liberación del rapero Denis Solís, detenido y luego condenado a prisión por manifestarse contra la dictadura. La policía política desalojó a los huelguistas y detuvo a varios de manera violenta. 

Este fue el detonante del 27-N. El viernes 27 de noviembre más de 300 jóvenes artistas, periodistas independientes, estudiantes, profesores y escritores se plantaron frente al Ministerio de Cultura (MINCULT) para protestar pacíficamente ante el actuar represivo del régimen contra quienes reclaman el derecho a la libertad de expresión. A unos pocos se les permitió entrar y hablar con los censores de la cultura en el país y comunicarles una lista de demandas, pero, como era de esperar, no surtió efecto. La misma censura ha continuado porque continúa el mismo sistema. Tiempo después algunos de los reclamantes, pertenecientes o miembros del llamado “Movimiento animalista”, se regocijaron diciendo que el gran logro del 27-N fue la ley castrista de protección animal. 

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San Isidro 

El MSI es uno de los grupos disidentes al castrismo (aunque ideológicamente identificados con la Nueva Izquierda) que mayor exposición mediática tuvo antes del 11-J. Han realizado acciones plásticas y huelgas en protesta contra los decretos 349 y 370, creados para sancionar severamente a quienes se atrevan a desafiar la censura a la libertad de creación y expresión. Sus integrantes han sido encarcelados en varias ocasiones y no pocos han terminado marchándose del país. Otero Alcantara se ha declarado varias veces en huelga de hambre, dentro y fuera de las prisiones. En mayo de 2021 anunció una huelga de hambre y sed en su casa, dispuesto a morir. “Si el régimen cubano me deja morir, fue su intransigencia absurda la que me mató. Gracias a todes los que hicieron lo posible por salvarme. Yo lucharé hasta el último suspiro por mi arte libre, si mi cuerpo llega a morir espero sea la continuidad a la chispa por la libertad de Cuba. Los amo y amaré por siempre”, compartió en Twitter. 

Medios independientes, desde dentro y fuera de Cuba, publicaron que el artista se encontraba débil y en peligro de muerte. Al séptimo día un grupo de agentes desactivaron la protesta y llevaron esposado al Hospital Calixto García de La Habana, donde le esperaba un camarógrafo cuya misión era mostrarlo bajándose de la ambulancia por sus propios medios. Durante algunos días realizaron reportajes hablando de su estado de salud, poniendo en duda su “huelga de hambre” y mostrándolo haciendo paseos con el médico Ifrán Martīnez, quien por orden de la Seguridad del Estado le atendió. 

En uno de los videos Otero Alcántara dijo: “La atención médica, el personal médico, ha sido espectacular, más allá de que pudiera estar exigiendo mis derechos como artista (...) no vamos a decir que (...) ha sido malo. Hay que saber diferenciar el oficio de médico de los otros oficios, los demás trabajos, como puede ser la Seguridad del Estado, u otros trabajos. Los médicos aquí han sido sumamente profesionales, super atentos y super conectados a nivel humano y profesional. Aquí seguimos por la vida y por el amor”, afirmó el artista.

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En la isla cárcel todo sigue igual o peor 

El panorama carcelario por razones políticas en Cuba se hace cada vez más desolador, sobre todo después de las centenares de detenciones arbitrarias, secuestros y juicios castristas (entiéndase instrumentos para hacer públicos los castigos preestablecidos por razones políticas) con condenas de más de 20 años de prisión contra los manifestantes pacíficos del 11-J. Con el fin de escarmentar han castigado a un gran grupo de ciudadanos que se atrevieron a protestar públicamente el 11-J. Una de las primeras fue la condena a diez años de cárcel al pastor Lorenzo Rosales por ejercer su derecho a expresarse libremente. 

Uno de los casos más mediáticos es el de Roberto Pérez Fonseca, quien fue sentenciado a 10 años de cárcel por los supuestos delitos de “atentado, desacato a la autoridad, instigación a delinquir y desórdenes públicos”. Pero la verdadera razón es que durante las protestas en San José de las Lajas se le ve en un video rompiendo una fotografía del dictador Fidel Castro. Y así muchos otros. Entre los condenados se encuentran menores de edad, que fueron golpeados, torturados y a sus padres se les prohibió verlos durante días.  

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El misterio de los generales muertos 

El 11-J ocurrió en el contexto de la muerte -unas tras otras- de 4 generales castristas. Agustín Peña (general de División y jefe del Ejercito Oriental), Marcelo Verdecia Perdomo, Rubén Martínez Puente y Manuel Eduardo Lastres Pacheco. Una semana después del 11-J murió un quinto general, Armando Choy Rodríguez. Lo cual desató rumores dentro y fuera del país. 

Otro tema “militar” por esos días resultó llamativo. El General de Brigada, Rafael del Pino, quien el 28 de mayo de 1987 protagonizó una espectacular fuga de Cuba en un pequeño avión Cessna 402 y aterrizó con su familia en la Florida, envió un comunicado a las tropas castrenses a nombre del Movimiento de Militares Cubanos Objetores de Conciencia, fundado en la diáspora en febrero del mismo 2021. En un video publicado por la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba, Del Pino aseguró a los militares cubanos que “llegó la hora del pueblo” y que “nuestros hermanos y hermanas están exigiendo libertad y que se vayan los tiranos”. Una situación de la que había avisado hace sólo cinco meses, gracias al recibo de “informaciones directas de los planes represivos contra la población”. 

Del Pino manifestó: “Mientras hago este llamado, las protestas masivas contra la dictadura se han extendido a la mayoría de pueblos y ciudades prendiendo la llama de la rebelión de un pueblo que ha dicho basta”, precisó el militar con mayor graduación que hasta el momento ha desertado del castrismo. En su alocución denunció que “el puñado de mafiosos que se han apoderado de Cuba” -refiriéndose a la nomenklatura castrista- “están desplegando tropas antimotines mientras preparan su fuga por si eso no les funciona”. Una jugada que encaja en el tablero de posibilidades de la familia Castro y sus más cercanos colaboradores. Del Pino conminó a los soldados cubanos a declinar las órdenes de reprimir al pueblo y les recuerda que “los militares de honor tienen el deber de incumplir esas órdenes ilegítimas y asesinas. Quién las ordene debe ser detenido”. 

“Todos podemos darnos un abrazo y comenzar la construcción de la nueva Cuba que nos merecemos. El momento es ahora. No defraudemos al pueblo. Protejamos a nuestro pueblo, no a sus tiranos”, concluyó así su mensaje el experimentado piloto de aviones caza, exiliado desde hace más de tres décadas en Estados Unidos. 

Resulta curioso que en pocos días fallecieron dos generales de Brigada de la reserva del MINFAR en La Habana, Armando Felipe Quiñonez Machado y Enrique Acevedo González. Y otros altos oficiales les siguieron en la lista de bajas. Algunos cubanos, dentro y fuera de la Isla, no consideran “casuales” estas muertes. ¿Qué les pasó a estos generales? ¿Tienen relación con los levantamientos del 11-J? Estas incógnitas y variables, como muchas otras, no tienen aún respuestas. 

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¿15-N: pifia o estrategia de una muerte anunciada? 

Después del 11-J vino el 15-N. El propósito era realizar una “Marcha Cívica por el Cambio” el 15 de noviembre de 2021, promovida por la plataforma Archipiélago. Sus fundadores (miembros del 27-N y el MSI) protagonizaron el 11-J una protesta frente al Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) donde gritaron “Cuba sufre y queremos ser escuchados”. La policía los detuvo y trasladó en un “camión de basura” a una unidad policial. Uno de ellos, el dramaturgo Yunior García Aguilera, se convirtió en la figura más mediática del grupo durante los meses de la esperada marcha, cuyo eco se extendió por todo el país a través de la página oficial en Facebook. No pocos creían que la marcha podría ocurrir a pesar de la dictadura. Otros estábamos seguros de que el castrismo, más que avisado para esparcir a sus anchas el terror, iba a hacer lo imposible por impedirla y darle así una estocada al espíritu y el impacto nacional e internacional, en ese momento aún efervescentes, del 11-J. Desde entonces hay muchas preguntas en el aire. ¿Fue una pifia o una inocentada de Archipiélago pedirle a la tiranía autorización para marchar? ¿Después del sorpresivo 11-J fue un error o una complicidad anunciar una segunda marcha con tantos meses de por medio? 

El 11 de noviembre, exactamente 4 meses después del 11-J y a sólo 4 días de la utópica marcha nacional, ocurrió un cambio decisivo. Yunior denunció, una vez más, que él y otros miembros de Archipiélago estaban siendo brutalmente presionados y amenazados para que no salieran a marchar, y que ante esta situación iba a salir a marchar él solo por La Habana un día antes, el 14 de noviembre, vestido de blanco y con una flor en la mano, “en representación de todos los ciudadanos a los que el régimen ha privado de su derecho a manifestarse”. 

 “No seré yo quien impida al resto de los manifestantes dentro de Cuba el ejercicio de sus derechos, ni el 15, ni el 16, ni el resto de los días (...). Solo les pido humildemente a todos que evitemos cualquier tipo de enfrentamiento violento, toda acción que genere represión, todo acto que los coloque en situación de peligro. Que cada quien encuentre maneras ingeniosas y pacíficas para lograr expresarse sin dar pie a que se desate la violencia contra ellos, contra nadie, absolutamente”, declaró. 

Archipiélago, en respuesta a la noticia que le arrancó la esperanza a muchos, emitió un comunicado en Facebook aclarando que respetaban la decisión de Yunior, pero que no se trataba de “una acción desmovilizadora” de parte de la plataforma. “Todo lo contrario, la propuesta de una marcha tranquila y en solitario viene a ocupar un espacio dentro del rango de acciones de la Jornada Cívica por el Cambio que Archipiélago propone. Pero, a la vez, es un aldabonazo a la conciencia, al pacifismo, de quienes con ansias y dolores saldrán a marchar o manifestarse, y a quienes pretenden reprimir a su propio pueblo. Al autoritarismo vamos siempre a responderle con civismo, decencia, firmeza, creatividad y autonomía”.

Yunior no salió a marchar, ni solo ni acompañado: salió de Cuba sin que los demás organizadores de la marcha lo supieran. Dos días después apareció en España con su esposa. Hizo declaraciones donde dijo temer por su vida y no estar dispuesto a ir preso 20 años. Hay aún quienes se preguntan si la actuación del dramaturgo fue parte de una estrategia del neocastrismo o solo hizo lo que la mayoría de los cubanos han hecho durante décadas: escaparse. Luego de la fuga de Yunior, el grupo Archipiélago paulatinamente se fue desmembrando. 

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Un niño y su teléfono en la soledad de una ciudad sitiada 

El 15-N algunos pocos salieron a las calles, entre ellos Reniel Rodríguez González. Los titiriteros del régimen, expertos en tristes manipulaciones que el público nacional e internacional sigue comprando y legitimando, sumaron por esos días una nueva pieza a su vulgar videografía de la infamia. La protagonista, a quien no le pagaron por actuar pero sí obligaron a hacerlo, fue María Josefa González Mayé, madre de este adolescente.

El delito de este menor de edad (15 años tenía entonces) fue haber promovido el 15-N. Miembro fundador de la Alianza Juvenil Libertaria, conocido en YouTube y Twitter como @LunaticoDebates, realizó una larga lista de videos que denuncian el Decreto-ley 35 que codifica aún más la censura castrista, reclaman la liberación de los presos políticos, exponen el adoctrinamiento comunista y lavado de cerebros en las escuelas, critican la ideología de género y desmontan el izquierdismo hipócrita de Black Lives Matter. 

Consciente de la represión, el youtuber se arriesgó a salir a incentivar la marcha. El día 14 publicó una foto en Twitter donde se le ve vestido de blanco en las calles de la ciudad de Cárdenas, provincia de Matanzas: “Bro ¿Dónde hay gente? Llevo casi 1 hora buscando y mis amigos me dejaron solo”. Luego de ser apresado, le obligaron a eliminar algunos tuits y pedirle a sus seguidores que borraran uno de sus videos en Facebook: “Hola, estoy bien, pero para seguir estando así necesito que dejen de difundir mi vídeo. Solo necesito que me pidan a la usuaria que lo borre”, escribió el jovencito bajo la represión policial.

La Alianza denunció en Twitter que como castigo le habían rapado la cabeza y que estaba recluido en la Escuela de Formación Integral de Matanzas, destinadas al “completo adoctrinamiento y cambio de conducta para los jóvenes”. El propio régimen ha reconocido que en estas instalaciones se aplican “técnicas terapéuticas y métodos pedagógicos”. Cuando en las redes sociales esta denuncia acaparó la atención más allá del contexto nacional, los represores decidieron soltar al muchacho, no sin antes pretender blanquear la violación con un video, mal editado, donde su madre es obligada a justificar la arbitraria detención y los maltratos que su sufrió su hijo. Es evidente que durante la grabación está bajo coacción a pesar de la máscara que cubre sus expresiones faciales. Se ve a una madre atemorizada, conteniendo las ganas de llorar, aclarando que en todo momento lo trataron bien, interpretando el guión con que la chantajearon para devolverle a su hijo.

La brutal represión contra el jovencito y sus familiares ha tenido efectos. Desde entonces sus producciones contestarias para Youtube y Twitter han desaparecido. En Instagram sólo publica fotografías, donde se le ve posando en diferentes sitios de la isla, que no resultan para nada incómodas al régimen. 

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Más de un año después   

Para algunos el 15-N no fue un fracaso, sino que sirvió para demostrarle al mundo que en Cuba se violan los derechos humanos. Algo que se viene evidenciando desde hace décadas. El 15-N fue frustrado por la dictadura con todo tipo de tácticas e instrumentos represivos: interrogatorios, encarcelamientos, torturas físicas y psicológicas a quienes participaron en el 11-J, acoso a sus familiares, incluso fueron amenazados varios de los que le regalaron un simple “Me gusta” a la plataforma en Facebook. No faltaron los actos de repudio. 

Desde una semana antes al 15 de noviembre le interrumpieron el servicio de Internet a varios líderes y activistas. Periodistas independientes quedaron presos en sus domicilios. Todo esto acentuado con una campaña de terrorismo mediático donde no solo se demonizaba la propuesta sino que tambien se enfatizaban las condenas a más de 2 décadas de prision a manifestantes del 11-J. Una escalada represiva a todo nivel, sostenida durante meses, con el objetivo de desmantelar, tal como ocurrió, la manifestación pacífica de un pueblo que, aunque no ha vuelto a tomar las calles como en el histórico 11 de julio de 2021, mayoritariamente está en contra del régimen. 

Hasta agosto de 2022, fecha en que culminó este recuento, han ocurrido protestas en varias ciudades de la Isla, en medio de otra crisis general, que pareciera va en aumento, con largos apagones (cortes de corriente eléctrica) y escasez de alimentos, medicinas y todo tipo de insumos. ¿Sucederá otro levantamiento de magnitud similar al 11-J? Probablemente. La miseria, producto interno bruto del socialismo, es el mayor incentivo para lanzarse a las calles a pesar del miedo al castigo. Entre tanto, en algún lugar del alma de la nación, se anhela el regreso de un verdadero despertar de los cubanos. 

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11-J en Cuba dos años después*  

En este breve anexo al texto original, redactado al cumplirse exactamente 2 años de las históricas manifestaciones, es importante denunciar y recalcar que, hasta la fecha, el régimen de La Habana es culpable por las torturas y todo tipo de violaciones de los derechos de más de mil presos políticos, entre ellos más de 600 cuyo supuesto "delito" fue protestar o apoyar a los manifestantes pacíficos del 11-J. Hay más de 100 mujeres y más de 30 menores de edad encarcelados por esta razón política del Estado totalitario. Los tribunales, controlados por la policía política y el Partido Comunista de Cuba, emitieron condenas de hasta 30 años de cárcel a ciudadanos que, a pesar de conocer los riesgos del castigo comunista, se animaron a ejercer su derecho a la libertad de expresión y la protesta pacífica. Tanto los prisioneros políticos como sus familiares son constantemente amenazados y reprimidos.

La liberación de Cuba es aún sólo un anhelo. El análisis histórico y estratégico de las expresiones de descontento y los intentos para derrocar la dictadura, nos advierte que, aunque lo suponemos un evento complejo y de inevitables pérdidas: un régimen totalitario sólo puede ser depuesto con una manifestación total y tenaz, un auténtico levantamiento popular de punta a cabo de la isla hasta que los represores y sus soldados entiendan que llegó el final. No es imposible. 

*Anexo escrito el 11 de julio de 2023. 

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