José Martí y el totalitarismo

El “ilustre desconocido” de 1895 se había hecho célebre como el Mártir de Dos Ríos y el Apóstol de Cuba; términos ambos que, combinados, no resulta descabellado interpretar como una subliminal conexión religiosa de cariz católico. Y comenzaron los ataques del Totalitarismo contra Martí

Historia17/05/2025 Eduardo Lolo
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Todo parece indicar que el primero en utilizar el término “Totalitarismo” fue Benito Mussolini en uno de sus histriónicos discursos de 1935 [2]. Francisco Franco, quien se adelantaría a Castro en su admiración por Il Duce, también esgrimiría la expresión en 1936 [3]. Es de destacar, sin embargo, que en ambos casos la locución no tenía una intención peyorativa, sino todo lo contrario: un sistema totalitario era por ellos preciado como el infalible constructor de una sociedad perfecta.

Se considera que el primero en utilizar la palabra Totalitarismo con el significado actual fue el escritor austriaco Frank Birkenau (comunista en su juventud), en un libro sobre la Internacional Comunista publicado en 1938. Pero quien la hizo famosa internacionalmente con su significado despectivo fue Winston Churchill al incluirla en un luego muy difundido discurso ante la Cámara de los Comunes en 1939. 

Por lo anterior, resulta obvio deducir que Martí no se enfrentó al Totalitarismo. Pero sus juicios sobre el peligro de las ideas socialistas, tanto en sus textos publicados como en cartas personales, arrojan una nítida visión de lo que sería un Estado bajo un gobierno socialista (es decir, totalitario) casi dos décadas antes de la Revolución de Octubre en Rusia.

Los marxistas cubanos, envalentonados por la victoria de los bolcheviques, comenzaron su labor proselitista en la Isla, pero no previeron que las ideas martianas serían un escollo para el cumplimiento de sus objetivos y, a la postre, lo atacarían.

Dicho duelo no tuvo nada que ver con la literatura martiana, de importancia capital en el desarrollo de las letras españolas de finales del siglo XIX que continuarían sus seguidores durante los primeros decenios de la siguiente centuria. Los asaltos totalitarios contra el Apóstol los determinó su ascenso como personaje político en Cuba más allá de su Cruzada Independentista, debido al desarrollo de un ideario ético, más filosófico que ideológico, de carácter trascendental por su naturaleza humanocéntrica.

¿Cómo logró Martí convertirse en una figura histórica significativa en su Patria, en tanto que personaje político, que llegara a representar una amenaza para las ideas totalitarias y, consecuentemente, fuera embestido por los cubanos comunistas? El proceso fue paulatino y demoró décadas en cristalizarse.

Diseño sin títuloJosé Martí y la profanación literaria

En el momento de su muerte, Martí era en Cuba, excepto para unos pocos escritores y conspiradores en la Isla, “un ilustre desconocido”; toda su fama la había ganado entre los cubanos del destierro y la intelectualidad hispana fuera del país. Cuando cae en Dos Ríos, el gobierno colonial, quizás sorprendido, de momento no reaccionó con la algarabía que era de esperarse. El gacetillero del Diario de la Marina ni siquiera intentó escribir una nota al respecto, sino que copió literalmente un telegrama dirigido al Capitán General de la Isla desde Oriente, incluso sin editarlo para mejorar el texto y optimizar su lectura. [4] Los lectores leyeron más sorprendidos aún el despacho publicado. Todos conocían a Máximo Gómez, Antonio Maceo y otros héroes de la Guerra del 68; pero ¿a Martí?

Todo comenzó a cambiar a partir de 1898 con el regreso de muchos de los cubanos de “la emigración” (como se conocía lo que hoy llamamos Exilio), que alcanzaría una gran cifra de repatriados con el advenimiento de la República en 1902. Por la misma época, se comenzaron a publicar textos martianos en revistas culturales de entonces, prohibidos durante la Colonia.

En abril de 1899 fue removida la estatua de la reina española del Parque Central de La Habana y, menos de un mes después, el periódico capitalino El Fígaro llevó a cabo una encuesta entre algunos personajes para seleccionar qué efigie debía ocupar su lugar. Los inquiridos prefirieron a Martí por un estrecho margen. Luego, el mismo periódico publicó los resultados obtenidos para que sus lectores escogieran una entre las propuestas recibidas. Gracias a los exiliados de regreso a la Patria, intelectuales y algunos oficiales del Ejército Libertador, Martí ocupó el primer lugar en la indagación pública. La estatua, sufragada por cuestación popular, fue develada el 24 de febrero de 1905, siendo la primera en rendir homenaje al Apóstol. Poco después, también con fondos privados, se inauguraría la segunda (de más relevancia) en la Plaza Mayor de la ciudad de Matanzas, rebautizada como Parque de la Libertad. Ambas se mantienen en pie.

Ya el pueblo cubano de la Isla comenzaba a conocer a Martí. No obstante, cuando Gonzalo de Quesada y Aroztegui intentó en 1910 encontrar un editor en La Habana para publicar el contenido de un paquete de textos seleccionados por Martí confiándole su publicación si moría en la Guerra Necesaria, su fiel albacea literario no encontró quién aceptara el encargo. El primer tomo sería publicado en Italia y tuvo muy poca acogida en Cuba. Gonzalo de Quesada le entregó un grupo de ejemplares de Leonor Pérez para que los vendiera y éste llegó a quejarse de que “ni siquiera por ser su madre le compran un libro”.

En los años 20 fue el comienzo de lo que sería el culto a Martí, impulsado, fundamentalmente, por las autoridades educacionales y la publicación de las obras martianas más emblemáticas en ediciones populares. Nuevas escuelas en casi todo el país comenzaron a ser bautizadas con su nombre, a las cuales se les instaló un busto de Martí que devendría en lo que llegaría a conocerse como el “Rincón Martiano” del plantel –poco menos que un altar patrio– en práctica que se extendió a todos los colegios de la nación.

En la siguiente década se publica, al fin, la primera edición de las Obras Completas de José Martí, y se extiende a todo el país la Parada Martiana por su natalicio siguiendo el ejemplo de la primera, celebrada en La Habana el 28 de enero de 1889, durante el gobierno interventor norteamericano. Libros como Ismaelillo, La Edad de Oro y Versos Sencillos publicados en ediciones populares, así como artículos y crónicas repetidos en periódicos y revistas, serían lectura generalizada en el país. Sus poesías se memorizan en las aulas escolares y declamadores profesionales las incorporan en sus repertorios. Los niños, guiados por familiares y maestros, fueron los primeros receptores de las doctrinas martianas, Por todo lo anterior, ya a mediados del segundo lustro, el “ilustre desconocido” de 1895 se había hecho célebre como el Mártir de Dos Ríos y el Apóstol de Cuba; términos ambos que, combinados, no resulta descabellado interpretar como una subliminal conexión religiosa de cariz católico. Y comenzaron los ataques del Totalitarismo contra José Martí.

Captura de pantalla 2024-09-28 a la(s) 5.30.44 p.m.Una cubanía que trasciende tiempos y geografías

Lanzaría los primeros dardos venenosos contra sus ideas humanistas un destacado miembro de la nomenklatura del Partido Socialista Popular (PSP); entidad que, en realidad, no era más que un nada disimulado tentáculo soviético. El bribón inteligente (como martí había calificado a sus precursores) se llamaba Juan Marinello y se caracterizó por una piel política camaleónica que le permitió alcanzar altos cargos gubernamentales como fiel lacayo de tiranos de ideologías que se supone disímiles, como lo fueron Fulgencio Batista y Fidel Castro.

Sirve de prueba de cargo lo que Marinello escribiera en 1935 en su artículo “Martí y Lenin” donde asevera, entre otras frases vitriólicas, que el Apóstol había sido “abogado de los todopoderosos”, por lo que sus ideas no servían más que “como trampolín de oportunistas”, por lo cual había que “dar la espalda de una vez a sus doctrinas.” [5] Otros de sus camaradas partidistas repetirían y ampliarían sus falacias.

Pero en los años 40 ya Martí y sus ideas se agigantaron de manera tal que atacarlo habría sido poco menos que un suicidio político. Contribuyó en ello la segunda edición de sus Obras Completas en 1946 por la Editorial Lex, y no solamente por la seriedad de la edición de los textos, sino por su factura física, con cubiertas de piel y papel biblia, que de alguna forma como que remedaba la de las biblias verdaderas adoradas en los hogares cristianos, junto a las cuales dicha edición de Lex pasó a ocupar un lugar destacado en las lecturas familiares.

El clímax del culto a Martí se alcanzó con motivo del Centenario de su nacimiento en 1953 con multitudinarias festividades en todo el país y el develamiento del monumento martiano en la Plaza Cívica, cuyo elemento básico sería la monumental escultura del Apóstol [6] y, todavía en medio de las dilatadas celebraciones, el estreno y exhibición nacional del filme cubano-mexicano La Rosa Blanca. Momentos de la vida de José Martí (1954) [7].

 Pero en 1956 el Totalitarismo volvió a la carga. Una foto de Fidel Castro en una dependencia gubernamental, luego de entregarse sin ofrecer resistencia a las tropas del Ejército Constitucional después de huir cobardemente de Santiago de Cuba junto a su hermano y abandonar a su suerte a los asaltantes que sí habían entrado al Cuartel Moncada, mostraba en la pared a sus espaldas una foto de Martí muy destacada. Como quiera que ésta fue publicada en muchos medios de prensa, el hecho de que eran los dos únicos rostros que aparecían en la imagen, le dio la idea al futuro Falsificador en Jefe de aprovecharse de la coincidencia y, ya que no podía vencer a Martí, decidió “incorporarlo” demagógicamente a su causa. De ahí surgió el mito de que Martí fue “El Autor Intelectual del Cuartel Moncada.”

Para implementar dicha falacia institucionalmente, en los setenta se constituyó en La Habana el Centro de Estudios Martianos como una dependencia del Ministerio de Educación. El día de su inauguración, el Comisario de turno dijo en su discurso que dicho centro… orientado por el materialismo histórico, e inspirado en la enseñanza de Fidel en el Moncada, el Centro de Estudios Martianos debe cumplir el compromiso de estudiar las relaciones entre el pensamiento de José Martí y las tareas de la revolución socialista. Grande y valioso aporte hará el Centro de Estudios Martianos si con el pensamiento de José Martí y con el instrumento científico del materialismo histórico logra exponer, con información y datos concretos, los lazos que unen el movimiento democrático revolucionario del Maestro con el ideario socialista de Marx, Engels y Lenin. [8] 

 A partir de entonces, no cesó el ataque frontal del Totalitarismo contra Martí en la historiografía castrista, su prensa tanto radial como escrita y televisiva, su producción fílmica y los libros de textos escolares en todos los niveles de enseñanza, con el desarrollo embaucador de lo que Carlos Ripoll calificó, justamente, como “La Falsificación de Martí en Cuba.”[9] 

Los pormenores del proceso falsificador castrista del pensamiento democrático y humanista martiano servirían para una voluminosa monografía. Por razones de espacio, solamente voy a esbozar unos pocos:

1)    Ocultar el marcado sentir anti caudillista de Martí, que le impidió asentarse en México, Guatemala y Venezuela porque, según sus propias palabras “la Colonia siguió viviendo en la República”, lo cual le hizo carenar en Nueva York a pesar de la todavía imberbe democracia norteamericana de la época, a medio camino en su proceso evolutivo.

2)    Distorsionar la breve relación de Martí con Carlos Baliño en los Estados Unidos como una especie de camaradería socialista, cuando en ese entonces Baliño era un comprobado anarquista, quien tenía como modelo a Mijail Bakunin, ideólogo fundamental del movimiento y, consecuentemente, connotado antimarxista. Baliño no se adscribiría al socialismo sino casi 3 décadas después, en Cuba, luego de la decadencia e inoperatividad de las ideas anarquistas. Congruentemente, el nuevo converso se encargaría de servir de elemento distorsionador. (Algo semejante le pasaría después a Fidel Castro, quien de su militancia fascista pasó a la socialista, pues ya desaparecido el fascismo, era la única ideología occidental vigente que le permitía convertirse en dictador vitalicio.)

Captura de pantalla 2024-12-25 a la(s) 11.25.15 a.m.José Martí: las Christmas son las fiestas del dar y del recibir

3)    Transpolar cronológicamente las críticas martianas a la sociedad norteamericana como si estuvieran vigentes unas ocho décadas después, cuando las condiciones que las justificaron ya habían sido largo tiempo atrás superadas. Y, al mismo tiempo, omitir los elogios martianos a los elementos positivos de esa sociedad decimonónica que tan objetivamente retrató en sus crónicas.

4)    Minimizar (cuando no escamotear) los encontronazos de Martí con Máximo Gómez y Antonio Maceo por el poeta identificar en sus posturas el caudillismo que había echado al traste las repúblicas hispanas de tierra firme y que él intentó (inútilmente) que no se repitiera en Cuba.

5)    Ignorar, y hasta ocultar su filosofía humanocentrista, construida con los elementos heredados, desde los antiguos humanistas (Bruno, Erasmo, etc.) hasta otros filósofos de inicios del siglo XIX como Krause, cuyas ideas tuvieron una amplia resonancia en el mundo hispano (Martí fue un krausista confeso).

6)    Hacer lo mismo con su praxis política basada en el sistema democrático y sus cambios evolutivos por consenso, no mediante la lucha de clases ni la violencia. No en balde escribió Martí que “Una revolución es necesaria todavía: ¡la que no haga Presidente a su caudillo, la revolución contra todas las revoluciones!...”

7)    El intento llegó, incluso, al pináculo de la demagogia o la más absurda ridiculez (o ambas a la vez) al intentar justificar el monopartidismo totalitario porque Martí había fundado ¡un solo partido! (¿acaso querían los ‘sabios’ ideólogos castristas que éste hubiera organizado otro partido político que sirviera de oposición al primero?) Martí utilizó la palabra “partido” para aunar las fuerzas independentistas como alternativa a la plataforma programática del Partido Autonomista (muy popular en Cuba, dicho sea de paso, en particular entre las llamadas ‘clases vivas’) y otras tendencias políticas en Cuba (integristas y, anexionistas), pero, obviamente, no porque promulgara el monopartidismo. En fin…

Captura de pantalla 2023-05-31 a la(s) 1.25.38 a.m.Los totalitarismos conducen a la resignación y el suicidio en masa

Aunque, realmente, la falsificación del ideario martiano por parte del Totalitarismo no fue una obra perfecta, ya que su resultado dista mucho de haber sido exitoso. La generalizada “doble cara” de muchos intelectuales varados en la Isla (a quienes se les permitió espaciar u omitir sus loas al régimen con tal de no hacer públicas sus críticas) y el consiguiente intento de incumplir subrepticiamente las directrices gubernamentales, hizo que muchos de ellos “entre col y col totalitaria” cultivaran alguna que otra “lechuga contestataria”, aunque fuera entre líneas. Incluso, en el mismo Centro de Estudios Martianos no eran todos los que estaban, ni estaban todos los que eran. Aunque siempre bajo la mirada “profesionalmente” inquisitiva de los “segurosos”[10], algunos de ellos hasta hicieron contacto clandestino con martianistas del Exilio, con quienes intercambiaban ideas, y produjeron trabajos de real seriedad académica, consultando como fuentes libros prohibidos, si bien no dándoles créditos ni nombrando a sus autores exiliados siguiendo la advertencia del apotegma sarcástico de jugar con la cadena; pero con el mono, no. Hasta el legendario e indagado choteo cubano se hizo disidente en el Centro de Estudios Martianos, cuando no pocos de sus empleados ‘rebautizaron’ a sus espaldas a un director (léase comisario estilo soviético) de apellidos Toledo Sande como “Tolete Sandez”.

Las más recientes generaciones de cubanos, gracias al acceso (aunque restringido) al mundo digital y un consiguiente atisbo del mundo exterior, han comenzado a desintoxicarse de la espuria falsificación de Martí en Cuba. Otros, menos afortunados, han reaccionado con un efecto secundario negativo de amargura histórica: rechazan a Martí por considerarlo el culpable del horror consuetudinario en que desviven por creerlo todavía el “Autor Intelectual del Asalto al Cuartel Moncada”. 

En todo caso, oficialmente, como lógico resultado de la feroz guerra del Totalitarismo contra José Martí, el Apóstol quedó como un simple precursor de Fidel Castro, este último auto convertido, por obra y desgracia de sí mismo y su cohorte de pajes y bufones prebendados, en el “Máximo Líder”; es decir, superior a todos quienes le antecedieron (incluyendo a Martí) como una falaz versión ampliada devenida en caricatura del personaje de Yo el Supremo de Augusto Roa Bastos. Al final permaneció forzosamente en las mentes instilada (aunque para muchos rechazada), la repetida frase de que “Martí lo soñó y Fidel te lo cumplió”, la más nefasta y asquerosa malinterpretación de todos los tiempos del ideario martiano.

Pero queda la obra de Martí, pues, aunque aquí falte, señores, ay, una voz, los “bramidos” de su pluma (como señalara Domingo Faustino Sarmientos) aún se escuchan en las páginas de sus faenas que algún día se conocerán en Cuba sin los innobles afeites de la referida falsificación mantenida por los descendientes históricos del castrismo, tanto presentes como futuros. Pues, por mucho que éstos se resistan atrincherados en la ignominia, parafraseando la frase del Apóstol sobre Bolívar y América, ¡Martí tiene mucho que hacer por Cuba todavía!

Collage _El lado más soleado y más oscuro de mi calle_, LLL, 2023Todas las Habanas son Habanas perdidas

REFERENCIAS:  

[1] Palabras pronunciadas por el autor en un Acto Martiano del Instituto de la Memoria Histórica Cubana Contra el Totalitarismo, llevado a cabo el 10 de mayo de 2024 en el Auditorio de la Westchester Regional Library, en el estado de Florida (USA). Publicado originalmente el 12 de mayo de 2025 en el Blog de la Academia de la Historia de Cuba en el Exilio, Corp.

[2] Mussolini fue uno de los más admirados personajes históricos de Fidel Castro, quien le sirvió de modelo y especie de mentor. El dictador cubano parafraseaba (por no decir plagiaba) frases de sus discursos e imitaba sus gesticulaciones en la tribuna.

[3] Franco y Castro, luego de una breve escaramuza con el embajador español en Cuba, mantuvieron muy estrechas relaciones, posiblemente por la raíz gallega y, en particular, su compartida ‘profesión’. El cubano, incluso, salió en defensa de su homólogo español cuando éste fue detenido brevemente en Madrid.

[4] Reproducido en su totalidad en “La muerte (también sin acabamiento) de José Martí” en: Lolo, Eduardo. El Asesinato de la Historia o Crimen en el Occidente Express. Nueva York: Editorial de la Academia de la Historia de Cuba en el Exilio, 2024: 85-102.

[5] Marinello, Juan. “Martí y Lenin” Repertorio Americano (Costa Rica) Vol. 30, núm. 4 (26 de enero de 1935): 58-59.

[6] Obra de Juan José Sicre y Vélez (1898-1974) con la colaboración de Roberto Estopiñán Cernuda (1921-2015), ambos fallecidos en el Exilio. 

[7] Financiado por el gobierno de Fulgencio Batista, fue dirigido por el afamado realizador mexicano Emilio “El Indio” Fernández. 

[8] Anuario del Centro de Estudios Martianos, I/1978: 17-18.

[9] Véase La falsificación de Martí en Cuba, de Carlos Ripoll. 2da, edición, anotada. Nueva York: Unión de Cubanos en el Exilio, 1992; también en Martí en Cuba hoy (Nueva York: Editorial Dos Ríos, 1996). Hay una traducción al inglés de Manuel A. Tellechea publicada por la University of Pittsburgh Press en 1994. El término “falsificar”, relacionado con el tratamiento de José Martí por la historiografía castrista, parece haber sido utilizado por primera vez por Carlos Márquez Sterling en la Introducción que escribiera en el Exilio a su Biografía de Martí (Barcelona: Talleres Gráficos de Manuel Pareja, 1973.): 7

[10] Nombre burlescamente despectivo con el cual en Cuba se denomina a los miembros de la Seguridad (G2) del Estado, construida a imagen y semejanza de la Stasi, abreviatura de Ministerium für Staatssicherheit (Ministerio para la Seguridad del Estado), nombre oficial de la policía política de la desaparecida República Democrática Alemana (RDA), fiel heredera en su metodología del espanto de la Gestapo (abreviatura de Geheime Staatspolizei) nazi.

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