PAULINA HERNÁNDEZ, LA AMIGA FIEL DE MARTÍ, EN EL SALÓN DE LA FAMA DE MUJERES DE LA FLORIDA

En 1956 el gobierno del Presidente Fulgencio Batista[xxxiii] ofreció a las autoridades de Tampa asumir el costo de la restauración de la casa de los Pedroso que se mantenía en pie a pesar de haber transcurrido tantos años

Historia23/05/2025 Teresa Fernández Soneira
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Humilde casa de huéspedes de los Pedroso en Ibor City, Tampa (c), 1955. Florida Memory, State Library and Archives of Florida

“¡Martí!  Te quise como madre, te reverencio como cubana, te idolatro como precursor de nuestra libertad, te lloro como mártir de la patria. Todos negros y blancos; ricos o pobres; ilustrados o ignorantes, te rendimos el culto de nuestro amor. Tú fuiste bueno: a ti deberá Cuba su independencia”.

Paulina Pedroso, periódico “Cuba”, Tampa, 1897

 

 

La Guerra de los Diez Años y más tarde la Guerra de Independencia habían obligado a los cubanos a marchar al exilio. Algunos habían sido expatriados por sus labores revolucionarias y otros, al estar perseguidos por los españoles por no comulgar con el gobierno español, habían tenido que huir del país. Regados por diferentes países y ciudades del mundo, muchos acudían a refugiarse al punto más cercano a Cuba que era Key West, o Cayo Hueso como le decían ellos, aquel islote lo más al sur de los Estados Unidos.

Después de vivir en Cuba por más de 30 años, y de colaborar en La Habana con los insurgentes para poner en marcha la Guerra de los Diez Años, don Vicente Martínez Ybor[i] se había exiliado también al Cayo en 1867 donde había sido tan exitoso como en La Habana con su fábrica de tabacos El Príncipe de Gales. Pero debido a las huelgas de trabajadores que se sucedían en Cayo Hueso, así como por el gran fuego que había ocurrido en 1886, y que había arrasado con gran parte de la ciudad, no veía un futuro muy optimista para su empresa en esa ciudad, lo que lo obligó a buscar nuevos horizontes. Decidió entonces viajar a la ciudad de Tampa[ii], ya que allí los comerciantes le aseguraron que entre el nuevo ferrocarril que se estaba construyendo que llegaría hasta Nueva York, así como el recién establecido puerto de Tampa con una flotilla de barcos que harían el recorrido Tampa-Cayo Hueso-La Habana, su fábrica de tabacos triunfaría. Como incentivo los comerciantes tampeños le ofrecieron un subsidio de $4,000 para ayudarlo a comprar algunas parcelas de terreno.  Fue así como Ybor y su socio, Eduardo Manrara[iii], dieron el salto y se mudaron para Tampa. 

Para atraer trabajadores a su fábrica, Ybor construyó un barrio de pequeñas casas para los tabaqueros.  Poco a poco fueron llegando obreros de Cuba, de Cayo Hueso, y de otros lugares. La historiadora norteamericana Nancy Hewitt resalta que “en la primera década de establecida y fundada Ybor City, (por el nombre de su fundador), esta llegó a crecer de 2 fábricas de tabaco, a 120; y de 50 trabajadores, a más de 4,700”. [iv]  El investigador Wallace Reyes por su parte afirma que estas fábricas llegaron a producir hasta 500 millones de puros.[v] En cuestión de meses se establecieron negocios, y comenzaron a operar algunos clubes o sociedades de ayuda mutua para las comunidades de cubanos, españoles, italianos y griegos que formaban aquella población transnacional, aunque mayoritariamente hispana. 

En 1888 llegaron al Cayo procedentes de Cuba, posiblemente a bordo del vapor Olivette[vi], Paulina Hernández y otras siete mujeres pinareñas, y que aparecen registradas en los libros de inmigración de ese puerto.  Paulina y María, su madre, iban contratadas para trabajar en la compañía de las calles Thomas y Whitehead como costureras y sirvientas. En el Directorio Comercial Bensel[vii] de esa ciudad aparece Ruperto Pedroso, esposo de Paulina, quien era empleado como cocinero en un restaurante de la misma calle Thomas. Paulina Hernández protagonizaría un importante capítulo en la historia de Tampa y de Cuba, y es por eso la traemos hoy a estas páginas de nuestra historia.  

Paulina Hernández y Hernández había nacido en Consolación del Sur, Pinar del Río[viii] el 10 de mayo de 1855.  La habían bautizado el 7 de agosto de ese mismo año[ix] en la parroquia de Nuestra Señora de la Consolación[x] como hija de Germán y de María.  Se cree que los padres habían sido llevados a Cuba entre 1830 y 1835 cuando aún eran muy jóvenes, y, como esclavos carabalíes,[xi] habían sido comprados por Juan Hernández.  También se cree que trabajaron en las vegas de tabaco que Hernández poseía en el barrio de Piloto en Consolación del Sur.

Captura de pantalla 2025-01-18 a la(s) 11.36.26 p.m.El retrato como reflejo e identidad: sobre el libro "La Bella Cubana, rostros de mujeres en la Cuba del siglo XIX"

Ruperto Pedroso, el esposo de Paulina, natural de San Diego de los Baños, había obtenido su libertad como  esclavo. Paulina y Ruperto se habían conocido en Piloto,[xii] cerca de Consolación, cuando Ruperto visitaba la hacienda de Juan Hernández adonde llevaba suministros, y donde Paulina y su madre trabajaban. Aunque no se ha encontrado ningún documento que pruebe que los Pedroso se habían casado legalmente, la pareja fue fiel al amor, y entre ellos existió el respeto y unión algo que es propio de los votos matrimoniales.  

En Cayo Hueso, durante la breve temporada en la que el matrimonio vivió y trabajó, pudieron, junto a otros miembros de la familia, ahorrar el dinero necesario para trasladarse a Tampa, probablemente en los primeros meses de 1889, y unirse a la  colonia cubana radicada allí, e independizarse de sus dueños y patrones.  Con el trabajo honrado, la determinación, y el constante esfuerzo, los Pedroso adquirieron un terreno y una casa en Ybor City. Esta era una amplia vivienda de madera que poseía varios cuartos que luego alquilarían a sus huéspedes.  También tenía una fonda y una cocina contiguas a la casa previstas para el servicio de comida de los pensionistas. El hogar de los Pedroso tenía techo a dos aguas y era del tipo llamado bungalow,[xiii] construcción muy común en la Florida en esa época.  Esta pensión significó un lugar de acogida para los cubanos exiliados ya que Tampa era uno de los destinos más importantes de los patriotas que llegaban a Estados Unidos con escasos recursos, y a veces en tránsito hacia otras ciudades de los Estados Unidos. La hospedería representó para el matrimonio no solo su independencia económica, sino también la definitiva libertad de la esclavitud.  Para completar su dicha solo les faltaba que Cuba fuera libre.  

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Casas en Ybor City, Tampa, c. 1895, construidas por Vicente Martínez Ybor para acoger a los tabaqueros cubanos exiliados. Foto tomada de Florida Memory, State Library and Archives of Florida

Además de atender a los huéspedes, Paulina trabajaba en la pensión como cocinera y costurera.  Llegó a superarse intelectualmente; sabía leer y escribir, y obtuvo ciertos conocimientos al pertenecer a La Liga de Instrucción de Tampa. También, desde mayo de 1894 colaboró en la fundación de la sociedad de socorros La Caridad, agrupación femenina adscrita al Partido Revolucionario Cubano[xiv] de la que fue nombrada tesorera según consta en el periódico Cuba.[xv] Por entonces existían en Tampa varios clubes revolucionarios femeninos como fueron el club Discípulas de Martí, Obreras de la Independencia, y el Justo Carrillo, por solo mencionar algunos.[xvi] Sin embargo, se piensa que Paulina no perteneció a ninguno de ellos pues hasta la fecha no se ha encontrado ese dato.

Los deseos de que su patria fuera libre, así como la prédica martiana calaron profundamente en Paulina por lo que se dio a la labor de unificar a los cubanos, sobre todo a los de su raza, quienes le profesaban un gran respeto. Por entonces Paulina había oído decir a Martí en algún discurso en Tampa: “… pongamos, alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: ‘Con todos, y para el bien de todos’”. O también: ¡A lo que queda de patria allá, mordido de todas partes por la gangrena que empieza a roer el corazón, hay que juntar la patria amiga donde hemos ido, acá en la soledad, acomodando el alma, con las manos firmes que pide el buen cariño!”.[xvii] Contaba Gonzalo de Quesada,[xviii] fiel amigo del Apóstol, que después de escuchar un apasionado discurso de Martí dirigido a la emigración de Tampa y en el que les pedía nuevos refuerzos humanos y económicos, Paulina se percató de  ciertas indecisiones en algunas personas. Según la tradición oral, dicen que se dirigió a los que se congregaban allí y los increpó diciendo: “Si alguno no tiene calzones y los necesita, yo le puedo prestar los míos, ¡porque yo sí tengo”! [xix] La historiadora Hewitt apunta que Paulina era “una de las más renombradas figuras de la emigración de la ciudad”.[xx]

Captura de pantalla 2024-10-01 a la(s) 2.43.54 p.m.Los Carbonell, cubanos edificadores de la patria

En Tampa, José Martí encontró en el matrimonio de los Pedroso unos colaboradores fieles quienes  probaron su lealtad a la causa de la independencia y le ofrecieron una amistad sincera. Paulina cuidaba de Martí con cariño, y él siempre la quiso mucho como lo demuestran algunos escritos y comentarios. Pero llegarían días terribles para Martí en aquella ciudad. El espionaje español no se limitó solamente a la propaganda sucia y divisionista, como ha dicho un historiador. “Poco tiempo después de la fundación del Partido Revolucionario Cubano, agentes al servicio de España envenenaron al líder de la revolución poniendo su vida en un grave peligro”.[xxi]  Hay una carta que la despalilladora[xxii] Carolina Rodríguez Suárez, conocida como “La Patriota”, dirigió a Gonzalo de Quesada y Aróstegui, en la que le decía: ‘No puedo olvidar ni un momento el susto que hemos pasado y desde ayer tengo una nueva pena: un español le dijo a un cubano cuando la enfermedad de Martí que tuviéramos cuidado con él porque el gobierno español daba una suma para que lo envenenaran’.[xxiii] 

El envenenamiento ocurrió el 16 de diciembre de 1892. Transcurridas las primeras horas, Paulina se entregó con dedicación a auxiliar y cuidar de Martí. Durante los días de gravedad y después en la convalecencia, Paulina veló por él, atendió a todas sus necesidades, le suministró los medicamentos, administró la dieta adecuada, y siguió las prescripciones ordenadas por el Dr. Miguel Barbarrosa.[xxiv] José Martí en carta a su ahijada, María Mantilla[xxv] fechada el 29 de mayo 1894, rememora el incidente: “He visto gente mala y buena, y la buena he podido más que la mala. He estado enfermo y me atendieron muy bien la cubana Paulina, que es negra de color y muy señora en su alma, mi médico Barbarrosa, hombre de Cuba y de Paris y hermano bueno del que tú conoces”.  Después de este episodio y en sus sucesivas visitas a Tampa, Martí solo ingería alimentos de manos de Paulina y dormía siempre en su casa donde tenía disponible el primer cuarto. También es sabido que cuando Martí visitaba Tampa y se hospedaba en el hogar de los Pedroso, Paulina colocaba una bandera cubana en la puerta de la casa para anunciar que Martí se encontraba hospedado allí. Un testimonio del Frente Cubano Unido de Tampa señala que de noche algunos cubanos se congregaban frente a la casita para, a través de las ventanas, ver como trabajaba el Apóstol hasta altas horas de la madrugada.  Cualquier fisgón o curioso hubiera hallado allí en guardia a Ruperto, el esposo de Paulina.  

Cuando comienza la Guerra de Independencia en 1895 existían ya en Tampa 130 fábricas tabacaleras.  Aquel exilio trabajaba sin cesar, no solo como sustento diario, sino también para apoyar la contienda ya que los tabaqueros se habían comprometido a donar un día de salario a la semana (el Día de la Patria) para la causa de Cuba. En el hogar de los Pedroso los afrocubanos celebraban reuniones, no solo para recoger aquellos fondos tan necesarios, sino también para conspirar, informar sobre los avances de la insurrección, y organizar todo lo que fuera necesario. Prominentes líderes negros cubanos como Bruno Roig, Manuel y Joaquín Granados, y Cornelio Brito tomaban parte en aquellas reuniones.[xxvi]  

En varias oportunidades Ruperto y Paulina le habían ofrecido a Martí entregar su casa en hipoteca, o venderla y donar ese dinero a los fondos del PRC.[xxvii]  En vista de la falta de fondos y de los fracasos de algunas costosas expediciones, y seguro de la lealtad y disposición a aquel sacrificio de los Pedroso, Martí les envió un día una carta por medio de Gonzalo de Quesada, fechada el 30 de enero de 1895.  En ella el Apóstol les pedía é Paulina y Ruperto ese desprendimiento para que la guerra pudiera continuar.   Pensemos que esa casa era todo lo que poseía el matrimonio, y que lo habían logrado luego de mucho trabajo y sacrificio.  Eran negros y pobres, y dar un paso de esa envergadura era una ofrenda verdaderamente altruista; una ofrenda de amor. Fieles a Martí y a la causa de la libertad de la Patria, estaban dispuestos a cualquier sacrificio.  No se ha podido encontrar el dato ni el documento legal en los archivos de propiedades inmuebles de la ciudad de Tampa, por lo que se desconoce si en aquellos momentos los Pedroso perdieron definitivamente su casa o no.  Algunos documentos pertenecientes a la primera década del siglo XX después del regreso de Paulina a Cuba verifican que el conjunto de la propiedad de los Pedroso estaba hipotecado.  

Captura de pantalla 2023-05-31 a la(s) 1.25.38 a.m.Los totalitarismos conducen a la resignación y el suicidio en masa

En 1905 el Diario de la Marina informó que seguía residiendo en Tampa.  El autor del artículo indicaba: “Paulina Pedroso ha continuado viviendo en Tampa víctima de su estado económico deplorable, expuesta al desahucio en tribunales extranjeros: perdió el relativo bienestar económico de que gozaba, perdió varios familiares (la madre y los hermanos mayores).  Está ciega (…); tiene tres o cuatro casas hipotecadas pero redimibles”.  Sin embargo, Paulina no pudo contar con ninguna ayuda para pagar la hipoteca o vender su negocio en Tampa.  En la sesión ordinaria de la Cámara de Representantes de la República de Cuba efectuada el 3 de febrero de 1905, varios miembros de ese cuerpo legislativo solicitaron discutir una propuesta de ley para que se le otorgara un donativo a la patriota y ayudarla con su lamentable situación económica.  Llevada la medida a votación y siendo aprobada por mayoría, la Cámara le entregó a Paulina Pedroso la cantidad de cincuenta pesos.[xxviii] ¡Pobre Paulina!, tanto sacrificio, tanto sufrimiento, para después pasar tanta miseria.  ¿Cuánto habrá podido resolver con cincuenta pesos? 

Según una declaración de Martín Morúa Delgado,[xxix] en enero de 1906 Paulina ya se encontraba en Cuba, pero seguía viviendo en la penuria. Fue entonces cuando el Senado de la República aprobó una solicitud en la que le concedía un crédito de 3,000 pesos cubanos como donativo de la nación.  Por fin era recompensada por su patriotismo, y socorrida como merecía en aquellos difíciles momentos de soledad y escasez.  

Screenshot 2025-05-21 at 11.45.31 AMEl marcador de la Casa de Pedroso en Tampa, Florida. Se encuentra en Ybor City en la intersección de la 8 Avenida del Este y la calle 13 del Norte, en el Parque Amigos de José Martí.  Erigido en 1961 por The Tribune Company (un proyecto del club de rotarios de Ybor City).  Está encabezado por un emblema del Club de Rotarios que muestra las banderas de Estados Unidos, Cuba, así como las de Italia y España. Fotografía Tim Fillmon, 1 de febrero, 2021, tomada de Internet.

Totalmente ciega y muy enferma, Paulina Hernández viuda de Pedroso falleció a las 4 de la tarde del miércoles, 21 de mayo de 1913, en su hogar de la calle Corrales no. 221, en La Habana.  Pocos días antes, el 10 de ese mes, había cumplido 58 años de edad.  El jueves 22 de mayo se publicó su fotografía en la primera plana del periódico La Discusión, y en un extenso artículo se comunicó la noticia de su deceso: 

“…Paulina Pedroso era un noble corazón que palpitó siempre por Cuba y para Cuba (…) Fue de Martí franca, leal y eficacísima auxiliar (…) acercando a los hombres de su raza, llenando sus cerebros de ideas de puro patriotismo. Hablaba de Martí siempre con exaltación.  Soñaba con el muerto querido y cuando la Patria sufría y algunos de los más firmes vacilaban decepcionados, ella se sentía alentada por el recuerdo y tenía fe.[xxx]  

El diario hacía un llamamiento a sus lectores para que acudieran al domicilio de Paulina donde estaba expuesto el cadáver, y acompañar el cortejo fúnebre. Al día siguiente el periódico reseñó el sepelio al cual asistieron, entre otros: el poeta Juan Felipe Risquet, el escultor Teodoro Pérez, el general Silverio Sánchez Figueras, el patriota Juan Gualberto Gómez, Generoso Campos Marquetti y la patriota de la Guerra del 95, Emilia Córdova,[xxxi] así como comisiones de la Unión Fraternal y otros antiguos emigrados de Tampa y Cayo Hueso.  Fueron enviadas varias ofrendas florales, y la Sra. Ángela Rodríguez viuda de Anillo arrojó un ramo de flores en la fosa. Cumpliendo con un encargo de Paulina, junto a su cadáver se enterró también el retrato de Martí que tenía una dedicatoria que, de acuerdo con el testimonio de algunos antiguos emigrados revolucionarios, en la dedicatoria al dorso Martí había escrito: ‘Para Paulina, mi madre negra’.[xxxii]  También se enterró junto con sus restos la bandera de la patria que el Apóstol le había regalado.   Muchos recordaron entonces que cuando se conmemoró en 1897 el segundo aniversario de la muerte de Martí en combate, Paulina Pedroso había escrito una sentida evocación del Maestro publicada en el periódico Cuba de Tampa, y que entre otras cosas decía: 

“Martí!  Te quise como madre, te reverencio como cubana, te idolatro como precursor de nuestra libertad, te lloro como mártir de la patria. Todos negros y blancos, ricos o pobres, ilustrados o ignorantes, te rendimos el culto de nuestro amor. Tú fuiste bueno: a ti deberá Cuba su independencia”. 

Captura de pantalla 2025-03-21 a la(s) 1.00.08 a.m.Estados Unidos necesita un medio de comunicación internacional

En 1956 el gobierno del Presidente Fulgencio Batista[xxxiii] ofreció a las autoridades de Tampa asumir el costo de la restauración de la casa de los Pedroso que se mantenía en pie a pesar de haber transcurrido tantos años. La reparación del histórico edificio formaba parte de un proyecto que tenían las autoridades tampeñas que incluía erigir un monumento a José Martí en el terreno de la casa de los Pedroso.  La restauración no llegó a realizarse y la vivienda quedó destruida en su totalidad ese mismo año por un incendio.

Enrique Ubieta, periodista de la revista Bohemia, evocaba a Paulina en un escrito: “Mujer tan patriota de tan gran corazón, fue para Martí una madre y para los cubanos toda una heroína de la emigración. Tuvo ella la amargura de verse olvidada en sus últimos días como muchas otras patriotas cubanas de nuestras guerras”.[xxxiv]  Pero, casi 100 años después de su partida de este mundo, en la Florida Paulina Pedroso no ha sido olvidada. En 1993 su nombre fue incluido en el Salón de la Fama de Mujeres de la Florida[xxxv] en Tallahassee, que honra a aquellas damas extraordinarias que han trabajado por el bienestar de este estado de la nación americana.  Allí en el Salón se colocó un hermoso medallón en bronce con la efigie de Paulina para ya no olvidar su vida, ni su entrega, ni sus labores por Cuba y los Estados Unidos ya que ella también había sido pionera en la fundación de Ybor City. También en el Riverwalk[xxxvi] de Tampa las autoridades han emplazado bustos de personas influyentes  que han colaborado al progreso o la cultura de la ciudad, y entre esos bustos se encuentra el de Paulina Pedroso. 

En este 2025 cuando se cumplen 170 años de su nacimiento, y para terminar de honrar a esta fiel y devota mambisa como ella se merece, solo falta erigirle a Paulina un monumento en Consolación del Sur, porque si somos agradecidos y si sentimos orgullo por la vida de los grandes patriotas, debemos recordarlos y mantener siempre vivo su legado en la tierra que los vio nacer.

Captura de pantalla 2025-02-19 a la(s) 11.07.28 a.m.Martí, Spencer y... Marx

Perfil Teresa Fernandez Soneira

NOTAS: 

[i] Vicente Martínez Ybor (Valencia, 1818 – Tampa, Florida, 1896) emigró con su familia a Cuba en 1832 con el fin de mejorar su calidad de vida.  De joven trabajó como tendero. Luego se casó con Palmira Learas, con quien tuvo cuatro hijos.​ En 1856 fundó su propia compañía tabaquera en La Habana y comenzó a elaborar y distribuir su  marca de habanos, El Príncipe de Gales, que fue famosa.  En 1862, tras enviudar, se casó con Mercedes de las Revillas con quien tuvo ocho hijos más.​ 
[ii] Ciudad de Estados Unidos situada en el Condado de Hillsborough en la costa oeste de Florida.
[iii] Eduardo Manrara (Puerto Príncipe 1842-Nueva York 1912), camagüeyano, socio de Martínez Ybor en La Habana.
[iv] Nancy Hewitt: Southern Discomfort – Women’s Activism in Tampa, Florida 1880-1920, University of Illinois Press, Urbana, Illinois 2004, p. 37.
[v] Dr. Wallace Reyes: Érase una vez en Tampa, CreateSpace Independent Publishing Co., 20l4.
[vi] Por aquellas fechas el vapor Olivetti hacía dos viajes semanales de La Habana a Cayo Hueso y Port Tampa.  En este vapor viajó José Martí a la Florida varias veces.
[vii] Es el directorio general de ciudadanos, calles, corporaciones, gobiernos, etc. de Key West, Florida.
[viii] El certificado de defunción quedó asentado en el libro 3 General, folio 87, no. 460.
[ix] Josefina Toledo: Paulina Pedroso, la Madre Negra de Martí, Editorial Verde Olivo, La Habana 2009.
[x] En 1690 el Obispo Avelino de Compostela erigía la iglesia de Nuestra Señora de Consolación.  Luego se construyeron varias iglesias quedando destruidas por diferentes motivos.  A fines del siglo XIX, para la celebración de los actos litúrgicos, se utilizó por cierto tiempo una casa particular hasta la construcción de la nueva y actual iglesia que se comenzó a construir en 1873, y que fue inaugurada en 1875.  Creemos que a Paulina la debieron de bautizar en la casa particular mientras se construía la nueva iglesia.
[xi] Carabalí: una persona de raza negra y originaria de la región africana de la costa de Calabar en Nigeria, con fama de tener carácter indómito.  Generalmente, los esclavos llevaban el apellido de sus amos o dueños.
[xii] Piloto, uno de los 13 pueblos que componen el municipio de Consolación del Sur en Pinar del Río.
[xiii] Bungaló o bungalow es un estilo de casa de madera, generalmente de un solo piso y con galería o porche en la parte frontal. 
[xiv] El Partido Revolucionario Cubano fue fundado por José Martí en Cayo Hueso, el 10 de abril de 1892, con el fin de organizar la Guerra de Independencia de Cuba.
[xv] Periódico “Cuba”, Tampa, 19 de mayo de 1894.
[xvi] Paul Estrade: “Los clubes femeninos en el PRC (1892-1898)”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, vol. 10, 1987, La Habana pp. 175-201.
[xvii] Frases del discurso de José Martí a los cubanos exiliados de Tampa en el Liceo Cubano, el 26 de noviembre de 1891.
[xviii] Gonzalo de Quesada y Aróstegui (1868-1915) fue uno de los arquitectos del movimiento independentista de Cuba junto a su esposa, Angelina Miranda.  Fueron grandes amigos de José Martí.
[xix] Gonzalo de Quesada y Miranda: Así fue Martí, Editorial Gente Nueva, La Habana 1977, y en Enrique Ubieta, revista “Bohemia” 1, no. 30, 26 de noviembre de 1910.
[xx] Hewitt, Ibid.
[xxi] Rene González Barrios: En el Mayor Silencio, Editora Política, La Habana 1990, p. 1234, y “Granma” 5 febrero 1983, p. 2.
[xxii] Despalillador: persona que quita los palillos o venas gruesas de la hija del tabaco antes de torcerlo o picarlo.
[xxiii] Josefina Toledo: “Carolina la patriota”, periódico Granma 11 noviembre 1983, p. 2.
[xxiv] El Dr. Miguel Barbarrosa y Márquez, médico cubano nacido en La Habana donde se graduó de Bachiller en el Instituto de Segunda Enseñanza.  Estudió después en Estados Unidos y se graduó de doctor en Medina y Cirugía.  Se mudó a Francia residiendo un tiempo en París, donde ejerció su profesión.  De Paris regreso a La Habana, pero en 1890 tomó el camino del exilio eligiendo a Tampa como destino.
[xxv] María Mantilla y Miyares (Brooklyn Nueva York, 28 de noviembre de 1880-Los Ángeles California, 17 octubre 1962) hija del matrimonio formado por Carmen Miyares y Manuel Mantilla.  María fue como una hija para Martí.  A casa de los Mantilla llegó el Apóstol buscando abrigo en los oscuros años del exilio en 1880, y allí residió durante 14 años.
[xxvi] Nancy Hewistt: “Southern Discomfort, Women’s Activism in Tampa, Florida 1880-1920”, “Paulina Pedroso y las Patriotas de Tampa”, Urbana and Chicago: University of Illinois Press, 2001, p. 79.
[xxvii] Partido Revolucionario Cubano.
[xxviii] Actas del Ayuntamiento de Pinar del Río, 1907 a 1909.
[xxix] Martín Morúa Delgado (1856-1910) fue un destacado periodista negro matancero.  En 1868 se inició como periodista y un año después fundó el periódico “El Pueblo”.  Implicado en la Guerra Chiquita, se exilió a los Estados Unidos.  Fue redactor de “El Separatista”, “La República” y “El Cubano Libre” de Nueva York.  Senador de la República, fundó el Partido Moderado y fue Ministro de Agricultura, Comercio y Trabajo.
[xxx] Periódico “La Discusión”, 22 mayo 1913, p. 1.
[xxxi] Patriota de la Guerra de Independencia.
[xxxii] “Paulina Pedroso, Cubanas olvidadas” en Patria, revista de la Asociación de AA del Seminario Martiano, La Habana, 1948.
[xxxiii] Fulgencio Batista y Zaldívar (Banes, Oriente 1901- Málaga, España 1973), fue militar y presidente de la República de Cuba, electo 1940 a 1944, y dictador de facto entre 1952 y 1959.
[xxxiv] Enrique Ubieta, “Bohemia”, no. 30.
[xxxv] El Salón de la Fama de Mujeres de la Florida fue establecido en 1982.  Se encuentra en la ciudad de Tallahassee, capital del estado de la Florida.
[xxxvi] Paseo junto al río.

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