
Paulina Hernández, amiga fiel de Martí, en el salón de la fama de mujeres de Florida
En 1956 el gobierno del Presidente Fulgencio Batista[xxxiii] ofreció a las autoridades de Tampa asumir el costo de la restauración de la casa de los Pedroso que se mantenía en pie a pesar de haber transcurrido tantos años