
Esta arma de doble impacto, es algo que el régimen tiene a su favor. Mientras tanto, millones de cubanos de dentro y fuera de la isla, siguen esperando por que se hagan realidad los pedidos e ilusiones de una señal de Internet libre
Hoy el genocidio cultural enfoca sus misiles en la destrucción de la historia occidental para destruir las esencias de Occidente. Tal como hizo el castrismo, no solo Fidel Castro, con la floreciente, aunque lógicamente imperfecta, República de Cuba
Historia07/10/2023Me complace insistir, otra vez, en estas ideas y hechos. Mientras el régimen castrista, responsable de los crímenes, carencias, infortunios y exilios de millones de cubanos, se empeña en borrar, adulterar y negar los derroteros de la nación isleña, en cambio, lo mejor de nuestra intelectualidad en la diáspora, desde hace más de medio siglo, se viene esforzando por abrazar la historia como una especie de tabla de salvación. Una imagen que, sin lugar a dudas, nos persigue. O que quizás perseguimos los cubanos, aunque algunos no lo perciban así.
Fuera de Cuba varias organizaciones se han atrevido a enfrentarse a la dictadura de la desmemoria, la manipulación histórica y la represión intelectual, que son armas —de otro fuego— muy útiles para los arquitectos, los publicistas y los gendarmes del socialismo real, y que como sabemos tienen un alcance que trasciende a la llamada "Revolución cubana", e incluso a Latinoamérica. Más de uno de sus fantasmas siguen recorriendo el mundo.
Una de estas instituciones de resistencia es la Academia de la Historia de Cuba en el Exilio (AHCE). Para quienes integramos este grupo, es evidente que la investigación, el rescate, la conservación y la difusión de la historia (no su caricatura, terrible y de mal gusto) de Cuba y sus exilios: es un reto irremediable, una deuda con el futuro. Una obsesión a veces. Por suerte.
A pesar de nuestra condición de exiliados, incomprendida por no pocos, podemos sentirnos afortunados de este nervio cardinal —de mérito, no de multitudes— de la sociedad civil cubana en el exilio que es la AHCE. ¿Acaso no es el exilio el único espacio donde persiste una real sociedad civil cubana? En la isla, bajo la bota totalitaria, aún solo palpamos proyectos, intentos (vitales en la resistencia), anhelos, espejismos de sociedad civil. Aquí la hemos apuntalado, rearmado y edificado con vehemencia y paciencia de exiliados, que son vehemencias y paciencias muy particulares (debería entenderse).
Desde su fundación, la AHCE se ha propuesto salvar la historia de Cuba. Me gusta indagar en esta imagen: salvar la historia para salvar un país. Un trabajo que, usando una frase popular en la isla, "se las trae". Contra viento y marea, la AHCE lo ha ido consiguiendo, echándole mano, muy inteligentemente, a diferentes manifestaciones y géneros alineados (y a veces alienados) con este fin: desde la historia pura y dura hasta la literatura, la dramaturgia, el periodismo, la fotografía, la radio, el documental o el audiovisual en general. Autores de varias generaciones, es decir, de varios exilios, confluyen en esta singular Academia.
Así, de esta manera en que fluye la AHCE, y otras instituciones que le han precedido, se ha venido contando la verdadera historia nuestra, con una voluntad increíble, a veces subvalorada, sobre todo tratándose de una historia tan fragmentada, censurada y marcada por el temor del olvido. Es llamativo como, al asumir conscientemente su condición de exiliados, en no pocos cubanos ha crecido o despertado la sed de conocimiento por su historia. La ACHE es un ejemplo.
En ocasiones ocurre lo contrario, pero convertirse en exiliado, lejos de impulsar el olvido o el desapego de la raíz cultural, puede influir en otras ideas como la salvación y la esperanza, no solo ya con respeto a la situación socioeconómica y política de la isla bajo el castrismo, sino también, o sobre todo, en cuanto al descubrimiento de una motivación por la exploración histórica, en mayor o menor medida, como una forma de proyección y abrazo identitarios. No es lo mismo entenderse como un emigrante que como un exiliado. Mas allá de los hechos y la moral, se trata de conceptos donde interviene la capacidad interpretativa de la realidad que cada quien posea, la formación o deformación cultural, el nivel de compromiso y los intereses personales.
La pelea entre el rescate de la historia y su distorsión totalitaria ejecutada por el castrismo con el apoyo de instituciones acólitas, ha sido demasiado larga y, siendo realista, su final, por mucho que se aliente en lo contrario, aún no es un signo cercano. De cualquier modo, la AHCE puede sentirse satisfecha de su existencia y resultados. Sus publicaciones, entre ellas el importante Anuario Cubano-Americano, así como las conferencias de sus miembros, son hechos a celebrar. Eso sí, urge a la Academia y el exilio promover muchísimo mas todos estos esfuerzos. Esta es hoy quizás la única carencia.
Este sábado 7 de octubre la institución realizó su segundo congreso en la biblioteca pública de Hialeah, John Fitzgerald Kennedy (JFK), con una selección de conferencias, tan amenas como diversas, aplaudidas por el público y elogiadas por sus dos fundadores claves: los doctores Octavio de la Suarée, actual presidente, Eduardo Lolo, expresidente y actual secretario. Dos pilares.
La excelencia, la especialización y la pasión por la historia se impusieron en un sólido bloque que cito íntegramente: “La sabia dubitación de Máximo Gómez”, de J. Marat-Peres; “La República que perdimos”, de Pedro Corzo; “La diplomacia en la República de Cuba”, de Guillermo A. Belt; “El aporte de los israelitas a la República de Cuba”, de Raúl Moncarz, con Ivy Torres Morales; “La Habana: las condiciones que la convirtieron en el centro de la industria musical del Caribe durante la República”, de Antonio Gómez Sotolongo; “La Patrona de Cuba y la Cuba de la Patrona”, de Julio Estorino; “Los servicios de salud en La Habana republicana”, de Federico R. Justiniani; “La polémica Chibás-Sánchez Arango: preludio de la debacle republicana”, de Octavio de la Suarée; “El béisbol cubano no escapó de la destrucción de la República”, de Jorge Morejón “Fracasos de la República, la aparición de Fidel Castro y el ocaso de la democracia en Cuba”, de Manuel Gayol Mecías; y “La Constitución de 1940: obra cumbre de la República”, de Néstor Carbonell Cortina.
Vale acotar que estas charlas y ponencias, gracias al amigo documentalista Wenceslao Cruz, pueden consultarse en un video trasmitido en vivo desde YouTube.
Reitero una realidad que describí hace 4 años. Disfrutar de estos y otros discursos de la AHCE, que acentúan la necesidad de conocer nuestra historia, donde el exilio, el éxodo imparable, sigue siendo una constante: es asistir de manera especial a la representación del sugestivo crisol que somos. El exilio, aunque nos marca, nos concede una libertad que nos impide ser uniformes. Pensar y actuar con libertad excita no sólo el mejor entendimiento del presente, sino también del pasado. Otra gran suerte.
Sabemos —y quienes no lo sepan, ojalá al menos lo intuyan— que un país sin historia no es en realidad un país, sino una masa amontonada sin porvenir, un fracaso sostenido. Como lo sigue siendo el entristecido carnaval de la isla. Aún en los períodos más sombríos, la historia siempre podrá salvarnos de la pesadumbre, del caos vulgar y delirante, de ese abismo que es el apartamiento o el silencio de la historia.
En la desidia —nunca lo olvidemos— crece fácilmente la posibilidad —tan peligrosa— del olvido. Y a esta Academia, heterogénea y atinada, nacida de esa carga pesada que es el exilio: no le queda otro remedio que luchar contra los demonios del olvido. Hurgar, cuestionar y hallar respuestas. Registrar, razonar, compartir. Bienvenidos y bienaventurados, sean estos amigos celadores del apasionado compromiso con la historia. Una ciencia variopinta, tan inexcusable como la respiración. Una faena de resistencia que, recordando a Dulce María Loynaz: "A semejanza de los monjes medievales, es también una labor difícil, paciente y casi anónima".
No se acaba de entender, por obvias razones sangrientas, pero las guerras culturales son tan graves como las clásicas guerras militares. Hoy el genocidio cultural enfoca sus misiles en la destrucción de la historia occidental para destruir con facilidad las esencias de Occidente. Tal como hizo el castrismo, no solo Fidel Castro, con la floreciente, aunque lógicamente imperfecta, República de Cuba.
Me permito insistir, otra vez, en esta última línea, que trasciende a la AHCE y es vital en cualquier tiempo: quien pierde la historia, corre el gran riesgo de perder la guerra.
Esta arma de doble impacto, es algo que el régimen tiene a su favor. Mientras tanto, millones de cubanos de dentro y fuera de la isla, siguen esperando por que se hagan realidad los pedidos e ilusiones de una señal de Internet libre
En 1939, tras la derrota de la República, escapó a Francia, donde estuvo varias semanas internado en un campamento de prisioneros antes de poder regresar a Cuba en mayo de 1939
En 1956 el gobierno del Presidente Fulgencio Batista[xxxiii] ofreció a las autoridades de Tampa asumir el costo de la restauración de la casa de los Pedroso que se mantenía en pie a pesar de haber transcurrido tantos años
El “ilustre desconocido” de 1895 se había hecho célebre como el Mártir de Dos Ríos y el Apóstol de Cuba; términos ambos que, combinados, no resulta descabellado interpretar como una subliminal conexión religiosa de cariz católico. Y comenzaron los ataques del Totalitarismo contra Martí
Luego de vagar un tiempo por la manigua es sorprendida y hecha prisionera en San Diego de los Baños. A pesar de todo lo sufrido y después de cumplir cárcel, regresa a Bahía Honda para seguir combatiendo. Por su gran labor y valentía, el General Antonio Maceo le confirió el grado de capitana
La Enmienda, legislada por el senador Orville Platt y que fue impuesta por el Gobierno estadounidense a la Constitución de 1901, fue derogada en 1934, pero el plattismo todavía dura
Las órdenes escritas en Nueva York fueron enviadas por Gonzalo de Quesada desde Key West a La Habana a Juan Gualberto Gómez, quien debía darles curso. Pocos días después Juan Gualberto Gómez ponía el cable convenido, y fijaba la fecha del 24 de febrero para el alzamiento
Algunos días después emprendimos nuestro viaje. Por el monte espeso, por aquella manigua ahora desierta, andaban los novios como exploradores. Luis decía que era práctico y que muchas veces había llegado hasta aquellos lugares. Patria, Rosendo y yo los seguíamos
Esta arma de doble impacto, es algo que el régimen tiene a su favor. Mientras tanto, millones de cubanos de dentro y fuera de la isla, siguen esperando por que se hagan realidad los pedidos e ilusiones de una señal de Internet libre
Desaprovechando las prédicas y enseñanzas de Martí, a menudo contradiciéndolas o dejándoselas a tergiversadores y manipuladores, y con una muy mal contada historia oficial, hay poco a que aferrarse
"Una de las pocas criaturas cuyo duende (no cuyo ángel, porque el ángel no ataca nunca) la traspasa con un dardo, queriendo matarla por haberle quitado su último secreto"
«Salud reproductiva», «derechos sexuales», «calidad de vida» y «regulación de la fertilidad» son otros ejemplos de términos que fueron pervertidos, usados como trampas para avanzar en las agendas de organismos internacionales
Mis recuerdos de aquellos días son muy confusos. Me mantenían fuertemente sedado. Por las mañanas un enfermero repartía las pastillas a la fila de pacientes
La realidad contradice al iletrado cocalero, ya que Mi Teleférico tuvo un déficit acumulado de más de Bs. 1.300 millones en siete años de funcionamiento
El wokismo, como casi toda formulación dialéctica e ideológica, termina siendo un concepto elástico que agrupa a un disenso prefigurado desde el aparato político del Estado
El teniente Armando Quesada ordenó quemar los muñecos del Guiñol Nacional relacionados con las tradiciones afrocubanas por considerar que eran “atraso, subdesarrollo, cosas de negros santeros”
Los principales líderes del Partido Republicano en Florida gozan de una buena salud política. Trump obtuvo un 82 % de aprobación, frente a un 12,1 % que desaprueba su figura. DeSantis alcanzó una cifra incluso superior, con un 83,4 % de respaldo y solo un 11,8 % de opiniones negativas
El peso simbólico de esta nación imaginada en la conciencia ha generado una narratividad febril, anclada en una secularidad histórica y proto-nacionalista. Cuba nació como un imaginario, como un modelo de paraíso