Dinero y derechos de propiedad, una relación olvidada

La moneda sana es condición necesaria, aunque no suficiente, para tener desarrollo y mejorar la calidad de vida de la gente. Es decir, una que no esté sujeta al capricho de los políticos, menos de los grupos de empresarios mercantilistas

Autores24 de enero de 2024 HUGO BALDERRAMA
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En este punto ya da lo mismo que las reservas del BCB sean $10 o $200 millones. El nivel mínimo aceptable para no tener que devaluar el boliviano cayó no hace meses, sino hace años. Los que más bien querían devaluar se fijan demasiado tarde en esto. El alarmismo es extemporáneo.
Esas son las palabras de Mauricio Ríos García sobre el tema de las Reservas Internacionales en Bolivia y el debate sobre la devaluación de la moneda nacional.

Inicialmente, estoy completamente de acuerdo con las palabras de mi amigo y colega, pues el Movimiento Al Socialismo destruyó de tal manera la institucionalidad en Bolivia que, tan sólo, queda esperar el desastre en todos los aspectos. Por ende, la línea de esta nota no va en el sentido de una discusión de la coyuntura nacional, sino en el plano de la argumentación contra quienes defienden la devaluación como una pomada mágica para solucionar la falta de competitividad del país, con esa aclaración, manos a la obra:

Primero, se suele afirmar que las exportaciones, por tanto, las empresas exportadoras, son lo más estratégico de la economía nacional, ergo, la devaluación de la moneda local es necesaria para fortalecerlas e impulsarlas. Sin embargo, en la economía no existen sectores más estratégicos que otros, ya que es un sistema holístico donde cada parte es de igual importancia.

Segundo, se presenta la devaluación como el mecanismo que hará crecer las exportaciones. Empero, las naciones que más han devaluado sus monedas son, al mismo tiempo, las que más exportan, pero no productos con valor, sino pobreza, por ejemplo, Venezuela y Zimbabwe.

Caso contrario de Ecuador, que no sólo dejó de devaluar, sino que adoptó el Dólar como moneda oficial de su país, ya que las exportaciones después de la dolarización pasaron de $ 4297 millones en el año 2000 a $ 12658 millones el 2006. 

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Al respecto, el año 2015, en el marco de una entrevista realizada por www.ecuavisa.com, Dora de Ampuero, directora ejecutiva del Instituto Ecuatoriano de Economía Política, expresó lo que sigue:

"Durante estos años de dolarización, se le impidió al Gobierno echar a trabajar la maquinita para imprimir dinero, hemos mantenido la inflación en los niveles de los Estados Unidos, variando por ciertas cuestiones que entran en la ecuación con relación a la de Panamá, es decir que hemos podido estar lejos de la inflación, podemos planificar a más largo plazo. Durante los primeros años de dolarización, entre 2000 y 2006, las exportaciones crecieron en un 14%, más del doble del 6% de la época del devaluado Sucre".

En síntesis, no se exporta más por devaluar más la moneda local, sino porque se ha construido una institucionalidad favorable al ahorro, la inversión, la productividad y la formación de capital.

Quienes promueven devaluar la moneda olvidan una cuestión vital: La devaluación es un atentado contra los Derechos de Propiedad, porque, sin importar la excusa, cuando el gobierno envilece el poder adquisitivo del dinero está robando a sus propios ciudadanos.

En conclusión, la moneda sana es condición necesaria, aunque no suficiente, para tener desarrollo y mejorar la calidad de vida de la gente. Es decir, una que no esté sujeta al capricho de los políticos, menos de los grupos de empresarios mercantilistas que, bajo el pretexto de ser el sector «más estratégico», pretenden sociabilizar pérdidas.

Screenshot 2024-01-16 at 12.37.37 AMNo es el efecto Milei... y la devaluación no es una pomada mágica, es un crimen

Hugo Marcelo Balderrama es un columnista y docente boliviano que, desde Estados Unidos, colabora con medios internacionales como Panampost y La Iberia, y centros de pensamiento como el Instituto Interamericano por la Democracia. Tiene un doctorado en Economía y una maestría en Administración de Empresas. Es autor de los libros Viernes conservador (2020), Gestión de los patrimonios familiares (2019) y Fe en la libertad (2017). 

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