
La primera vez que escuché su nombre fue en los medios de comunicación del régimen de La Habana, controlados por el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC). Lincoln fue muy odiado por Fidel Castro y sus acólitos
Ya no me asombra cuando alguien cuenta cómo es vivir rodeados por la mierda y amenazados por los derrumbes; del hambre crónica, de comer la bazofia que podamos conseguir cuando aparezca...
Autores18 de julio de 2024 Luis CinoAcaba de aparecer en Ilíada Ediciones la novela La isla misterosa, de Eloy G. Coton, que es el seudónimo literario del escritor y abogado Alberto Rodríguez López.
Probablemente a usted le parecerá que el título es el mismo que el de una conocida novela de Julio Verne. A mí me pasó. Pero luego vi que había leído mal: era La isla misterosa, y no “misteriosa” como me había parecido. Lo de “misterosa” fue, según el autor, una licencia por no decir “menesterosa”. No obstante, Julio Verne está implicado en el asunto: el autor atribuye “el financiamiento de la edición ecológica del libro” al Grupo Verne.
La isla misterosa no es del género novela negra, que es el fuerte de Rodríguez López. Me aventuro a calificarla como una novela de ciencia ficción en un modo catastrofista, que no lo es tanto porque en ese ambiente angustioso y de catástrofe que se describe casi ya estamos ¿viviendo? los cubanos.
Rodríguez López define su novela, atribuyéndole la definición a un partido galáctico, como “un tratado escatológico”. Acerca del escrito en papeles embarrados de mierda que arqueólogos del futuro hallarían dentro de una botella plástica de aceite de cocina, advierte: “La novela cuenta una historia pasada en un tiempo presente o lo que sucede en un tiempo presente hallado en el futuro”.
Y continúa explicando que el hallazgo se produjo “en una ciudad sometida a la pobreza y al control absoluto”, donde “un hombre escribe la historia de su vida y de la ciudad, cercada por el mar y en que la pena capital se cumple con asepsia económica en los derrumbes”.
El mensaje del libro, pese a la fabulación, no deja de ser terriblemente comprensible para un cubano de estos tiempos, por muy inverosímil que pudiera parecerles a quienes leen el manuscrito más de mil años después.
Como a mis compatriotas de aquí y de ahora mismo, ya no me asombra cuando alguien cuenta cómo es vivir rodeados por la mierda y amenazados por los derrumbes; del hambre crónica, de comer la bazofia que podamos conseguir cuando aparezca; de “la excrementosa política de Los Grandes Pensadores”, “la palabrería de siempre que va matando el oído”; de “la imposición de pensamientos, de la fuerza de la verdad impuesta”; de sentirnos vigilados hasta cuando cagamos, de envidiar, como los leones del zoológico, el mundo exterior, el “afuera”, la libertad.
No hay que ser muy sagaz para entender a quién alude el autor cuando se refiere a Caballo de Piedra o los represores que combaten a los que acusan de estar confabulados con el “enemigo imperial y ultramarino”, a quienes, por apedrearlos, “se les prometió recompensa de vasos de agua con azúcar y pan viejo en sus cuarteles que en un tiempo fueron hoteles cuya construcción vació las arcas y una vez cobijaron turistas a los que se les prohibía caminar la ciudad, y en la extraña deducción de que sus vacaciones eran periodos de cautiverio sin poder asomarse a las ventanas tapiadas con cristales traslúcidos, tomaron otros rumbos”.
El escritor hace por momentos un delicioso uso de la ironía y el humor negro, como cuando narra la historia del viejo profesor de marxismo-leninismo que hace el sacrificio de su lengua ante “la incomprensión de las nuevas generaciones inducidas a cambios ideológicos”.
La novela, triste, dura y dolorosa, como es la vida en la Cuba de la continuidad pos-fidelista, tiene un final abierto, “en el cementerio de la costa adonde nadie quiere llegar a no ser que no quede alternativa”, y donde “el escritor de la mierda y la frustración” enterrará a sus perros amados, Cipión y Berganza, y a María, la mujer gótica, con quien, “en el cementerio bajo la luna gris y el sol cojo que nunca sale del horizonte, hacíamos lo único en lo que fuimos libres, no lo formamos como la niebla apestosa ni las normas de la Heráldica o la preceptiva de Los Grandes Pensadores: nos amamos y ella escuchaba mis escritos”.
La primera vez que escuché su nombre fue en los medios de comunicación del régimen de La Habana, controlados por el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC). Lincoln fue muy odiado por Fidel Castro y sus acólitos
No había un solo asesor principal de Clinton que apoyaba las sanciones contra la dictadura cubana, y Clinton pronto comenzó una serie de "obsequios" unilaterales a Castro, ocultos en el lenguaje de la política de "pueblo a pueblo". En consecuencia, me enfoqué en la necesidad de quitarle el embargo al Presidente de Estados Unidos y ponerlo dentro de los parámetros de la ley de Estados Unidos a través de legislación
Es una pena que mientras las naciones del mundo, incluida una gran parte de África, está buscando como mejorar la competitividad de sus economías, nuestros países todavía sigan de rehenes de una recua de hampones
En tres generaciones, los nativos americanos ya eran sacerdotes, profesores, políticos e historiadores, jamás se los trató mal, menos se practicó un genocidio. Además, el sentido de pertenencia a España era tan fuerte que durante las conspiraciones contra la corona que Simón Bolívar y otros organizaron, mal llamados Procesos Independentistas, los nativos pelearon a favor del Rey
El caos total llega cuando son el 80% o más: se establece un control absoluto del islam sobre la sociedad, eliminando toda forma de disidencia, respeto a los derechos humanos y libertad individual como ocurre en los países de mayoría musulmana
Esa retorica continuó hasta bien entrados los años 80. Por ejemplo, las notas de prensa del Periódico Granma y los discursos de Fidel Castro enfatizaban en la reducción de la influencia de la economía norteamericana en el mundo
In 1964, the U.S. consulate in Stanleyville was taken over by Congolese rebels of “Lumumbist” inspiration (associated with the African nationalist Patrice Lumumba), known as the Simba. For 111 days, they held hostages, only to be rescued in a joint U.S.-Belgian operation called Operation Dragon Rouge, in which the Cubans also participated
Las consecuencias son devastadoras. Podemos verlo hoy en día en sociedades gobernadas férreamente por minorías vociferantes que convencieron a las mayorías silentes de que no hay nada que hacer, en África, Asia, América Latina e incluso en Europa
De haberse prestado para aquella desvergüenza, Vargas Llosa hubiera quedado atrapado, quizás para siempre, en el chantaje del régimen de La Habana, como otros escritores y artistas. Y no hubiera sido el escritor ni el promotor del liberalismo clásico que fue
Pero lo de Unamuno fue un monólogo pues no quiso entablar un diálogo con Cristo que puede transformar a todo ser. No tuvo quietud interior para oírlo, como le ocurre al hombre de hoy que se queda solo con su propia existencia, con sus luchas; agónico hasta el final con su pensar y su vivir porque carece de espiritualidad y de profundidad. Porque le cuesta hacer un alto en esa loca carrera de la vida para encontrar a Dios y compartir sus inquietudes
Kennedy subvaloró la peligrosidad del régimen comunista instaurado en Cuba, que un año después facilitaría a los soviéticos instalar misiles nucleares apuntados contra Estados Unidos. Con su desidia y sus titubeos, le sirvió, en bandeja de plata, una victoria, más que todo propagandística, a Fidel Castro para seguir consolidando su dictadura comunista