
Ambos atentados nos remiten inevitablemente al apuñalamiento que sufrió Jair Bolsonaro en 2018, o el disparo que rozó la oreja de Donald Trump el 2024
Ya no me asombra cuando alguien cuenta cómo es vivir rodeados por la mierda y amenazados por los derrumbes; del hambre crónica, de comer la bazofia que podamos conseguir cuando aparezca...
Autores18/07/2024 Luis CinoAcaba de aparecer en Ilíada Ediciones la novela La isla misterosa, de Eloy G. Coton, que es el seudónimo literario del escritor y abogado Alberto Rodríguez López.
Probablemente a usted le parecerá que el título es el mismo que el de una conocida novela de Julio Verne. A mí me pasó. Pero luego vi que había leído mal: era La isla misterosa, y no “misteriosa” como me había parecido. Lo de “misterosa” fue, según el autor, una licencia por no decir “menesterosa”. No obstante, Julio Verne está implicado en el asunto: el autor atribuye “el financiamiento de la edición ecológica del libro” al Grupo Verne.
La isla misterosa no es del género novela negra, que es el fuerte de Rodríguez López. Me aventuro a calificarla como una novela de ciencia ficción en un modo catastrofista, que no lo es tanto porque en ese ambiente angustioso y de catástrofe que se describe casi ya estamos ¿viviendo? los cubanos.
Rodríguez López define su novela, atribuyéndole la definición a un partido galáctico, como “un tratado escatológico”. Acerca del escrito en papeles embarrados de mierda que arqueólogos del futuro hallarían dentro de una botella plástica de aceite de cocina, advierte: “La novela cuenta una historia pasada en un tiempo presente o lo que sucede en un tiempo presente hallado en el futuro”.
Y continúa explicando que el hallazgo se produjo “en una ciudad sometida a la pobreza y al control absoluto”, donde “un hombre escribe la historia de su vida y de la ciudad, cercada por el mar y en que la pena capital se cumple con asepsia económica en los derrumbes”.
El mensaje del libro, pese a la fabulación, no deja de ser terriblemente comprensible para un cubano de estos tiempos, por muy inverosímil que pudiera parecerles a quienes leen el manuscrito más de mil años después.
Como a mis compatriotas de aquí y de ahora mismo, ya no me asombra cuando alguien cuenta cómo es vivir rodeados por la mierda y amenazados por los derrumbes; del hambre crónica, de comer la bazofia que podamos conseguir cuando aparezca; de “la excrementosa política de Los Grandes Pensadores”, “la palabrería de siempre que va matando el oído”; de “la imposición de pensamientos, de la fuerza de la verdad impuesta”; de sentirnos vigilados hasta cuando cagamos, de envidiar, como los leones del zoológico, el mundo exterior, el “afuera”, la libertad.
No hay que ser muy sagaz para entender a quién alude el autor cuando se refiere a Caballo de Piedra o los represores que combaten a los que acusan de estar confabulados con el “enemigo imperial y ultramarino”, a quienes, por apedrearlos, “se les prometió recompensa de vasos de agua con azúcar y pan viejo en sus cuarteles que en un tiempo fueron hoteles cuya construcción vació las arcas y una vez cobijaron turistas a los que se les prohibía caminar la ciudad, y en la extraña deducción de que sus vacaciones eran periodos de cautiverio sin poder asomarse a las ventanas tapiadas con cristales traslúcidos, tomaron otros rumbos”.
El escritor hace por momentos un delicioso uso de la ironía y el humor negro, como cuando narra la historia del viejo profesor de marxismo-leninismo que hace el sacrificio de su lengua ante “la incomprensión de las nuevas generaciones inducidas a cambios ideológicos”.
La novela, triste, dura y dolorosa, como es la vida en la Cuba de la continuidad pos-fidelista, tiene un final abierto, “en el cementerio de la costa adonde nadie quiere llegar a no ser que no quede alternativa”, y donde “el escritor de la mierda y la frustración” enterrará a sus perros amados, Cipión y Berganza, y a María, la mujer gótica, con quien, “en el cementerio bajo la luna gris y el sol cojo que nunca sale del horizonte, hacíamos lo único en lo que fuimos libres, no lo formamos como la niebla apestosa ni las normas de la Heráldica o la preceptiva de Los Grandes Pensadores: nos amamos y ella escuchaba mis escritos”.
Ambos atentados nos remiten inevitablemente al apuñalamiento que sufrió Jair Bolsonaro en 2018, o el disparo que rozó la oreja de Donald Trump el 2024
Lo que está pasando en Colombia no es un asunto local, incumbe a las Américas y al mundo libre
Si hay cese del fuego, su futuro va a estar marcado por la convocatoria a elecciones, y sería importante para él seguir en detalle lo que hoy está pasando en la política interna de EEUU
Este factor evalúa cuán eficaz es la justicia penal de un país, tomando en cuenta que se trata de un mecanismo para reparar agravios y entablar acciones legales contra las personas por delitos contra la sociedad
Los sucesos del 11J podríamos definirlos como auténticamente contrarrevolucionarios. Y los son porque escapan a esos obligatorios relatos genésicos que suponen la Revolución cubana, a estas alturas un doble espectral que se invoca como consigna
En enero de 2016, para el rodaje de un documental de History Channel, Ozzy Osbourne estuvo seis días en La Habana
Se habla mucho de luchar contra la discriminación; empero, se aplica la peor discriminación contra los niños por nacer, puesto que solamente continuarán en vida aquellos que fueron «deseados»
¿Cualquiera de los dos que ocupe la silla presidencial estará a la altura de los desafíos históricos que enfrenta Bolivia, o simplemente quieren figurar en los libros como expresidentes?
Es en la persona de Alexander Solzhenitsyn donde se concreta la imagen arquetípica del disidente contemporáneo, el hombre que da voz al horror silente, el hombre que articula el relato de los que yacen en fosas comunes
¿Será que la gratitud por dádivas concedidas hace décadas es un cheque en blanco extendido a sus amos, para tener que aguantarles, sin chistar y aplaudiendo, todo lo malo que han hecho después y que es cada vez peor?
El mandato de silencio, justificado bajo la falacia de la intemporalidad política, ha inoculado la sospecha y la autocensura como prerrequisitos de supervivencia intelectual
Durante años, el General y el reguetón fueron la encarnación de la música que me resultaba insoportable. Pero eso fue hasta que llegó el llamado reparto
Si hay cese del fuego, su futuro va a estar marcado por la convocatoria a elecciones, y sería importante para él seguir en detalle lo que hoy está pasando en la política interna de EEUU
Cuando ya no hubo peligro de que tiraran botellas, macetas o ladrillos, porque hasta los balcones y las azoteas de media Centro Habana estaban tomados por los represores, el Comandante se paseó orondo por el Malecón, para que sus aduladores crearan otro de sus mitos
Ambos atentados nos remiten inevitablemente al apuñalamiento que sufrió Jair Bolsonaro en 2018, o el disparo que rozó la oreja de Donald Trump el 2024
A la entrada de aquellos recónditos campamentos, rodeados por alambradas de púas y vigilados por guardias con armas largas, letreros reminiscentes del que hubo en Aushwitz, proclamaban: “El trabajo os hará hombres”
Lo que está pasando en Colombia no es un asunto local, incumbe a las Américas y al mundo libre
En sus últimos años no le hacía mucho favor la imagen de un anciano testarudo y frágil que escribía confusos editoriales para CubaDebate y el periódico Granma que llamaba Reflexiones y firmaba como “Compañero Fidel”, en los que hacía predicciones apocalípticas y uso y abuso del corta y pega