
La primera vez que escuché su nombre fue en los medios de comunicación del régimen de La Habana, controlados por el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC). Lincoln fue muy odiado por Fidel Castro y sus acólitos
Su objetivo real era sustituir el pretendido «caos» y las supuestas «imperfecciones» del mercado libre por la «planificación» central de la economía. Obviamente, la planificación estaría en manos de «expertos» como Arce Catacora y otros economistas, esos zares económicos, en palabras del gran Ludwing Von Mises
Autores11 de agosto de 2024 HUGO BALDERRAMAEl novelista húngaro, Gyorgy Faludy, contó que los 300,000 millones de pengös que ganó por la publicación de una novela apenas le alcanzaron para comprar un pollo, dos litros de aceite y unos cuantos tomates.
Sucede que, para ese año, 1946, Hungría, producto de la Segunda Guerra Mundial, tenía su economía por los suelos, pues la mayoría de las vías férreas y locomotoras estaban destrozadas, y las que estaban bien fueron robadas por los soviéticos. Para el colmo, Hungría aceptó pagar reparaciones de US$300 millones a los soviéticos, yugoslavos y checoslovacos.
El gobierno, en lugar de dejar operar las naturales fuerzas del mercado, decidió estimular la economía mediante la impresión de dinero, lo paradójico fue que tuvo que prestarse dinero para la tinta.
¿Cuál fue el resultado?
La inflación alcanzó un 41900000000000000%. Se lo pongo en sencillo, los precios se duplicaban cada quince horas. Obviamente, los salarios reales, que reflejan la capacidad de compra, cayeron por los suelos. Si bien, la gente tenía trabajo, este no valía nada.
¿A qué viene todo este cuento?
Allá, a mediados de los 2000, un grupo de analistas, este servidor, entre ellos, usamos ese ejemplo en un programa de TV para advertirle a la ciudadanía que el Movimiento Al Socialismo estaba llevando a Bolivia a una ruta muy similar a los escenarios de Hungría, Cuba o la Corea comunista.
Sin embargo, lo mínimo que nos pasó fue que nos trataron de «mocosos pretensiosos», puesto que era inconcebible que unos veinteañeros cuestionaran El Modelo Económico Social Comunitario Productivo, que, Asamblea Constituyente de por medio, se estaba imponiendo en Bolivia.
Han pasado casi dos décadas de ese episodio y Bolivia sufre un desabastecimiento de combustibles; los dólares desaparecieron, tanto que el propio régimen los busca desesperadamente; los jóvenes han perdido la esperanza en su país; los alimentos empiezan a escasear; nuestro comercio internacional es inexistente en el mundo, y las familias tienen dificultades para llegar a fin de mes. Por ende, acá cabe otra pregunta
¿El Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP) fracasó?
Depende. Si sus expectativas eran que ese modelo nos condujera por la ruta del desarrollo y la riqueza, fue un fracaso. Empero, si miramos el modelo desde la óptica del sistema dictatorial del Socialismo del Siglo XXI, fue un éxito rotundo, ya que tenemos economías miserables, una nación destruida y ciudadanos pobres, pero, al mismo tiempo, dictadores ricos.
Sucede que el MESCP, a pesar de la rimbombante etiqueta marketinera, no era más que la puesta en práctica de los prejuicios que muchos pensadores, políticos y gente común suelen tener contra la libre empresa y el capitalismo.
Su objetivo real era sustituir el pretendido «caos» y las supuestas «imperfecciones» del mercado libre por la «planificación» central de la economía. Obviamente, la planificación estaría en manos de «expertos» como Arce Catacora y otros economistas, esos zares económicos, en palabras del gran Ludwing Von Mises.
Su puesta en marcha implicó la destrucción de la propiedad privada, por ejemplo, se forzó a los bancos a otorgar créditos a tasas reguladas; gastar sin ningún reparo las Reservas Internacionales, y asaltar a manos llenas la jubilación de los trabajadores.
No obstante, lo peor es que los bolivianos acabamos convertidos en esclavos y rehenes del sistema, puesto que, algo tan básico como conseguir tomates, se volvió, en el mejor de los casos, un meme, y, en el peor, una señal de la tragedia que llegó.
La primera vez que escuché su nombre fue en los medios de comunicación del régimen de La Habana, controlados por el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC). Lincoln fue muy odiado por Fidel Castro y sus acólitos
No había un solo asesor principal de Clinton que apoyaba las sanciones contra la dictadura cubana, y Clinton pronto comenzó una serie de "obsequios" unilaterales a Castro, ocultos en el lenguaje de la política de "pueblo a pueblo". En consecuencia, me enfoqué en la necesidad de quitarle el embargo al Presidente de Estados Unidos y ponerlo dentro de los parámetros de la ley de Estados Unidos a través de legislación
Es una pena que mientras las naciones del mundo, incluida una gran parte de África, está buscando como mejorar la competitividad de sus economías, nuestros países todavía sigan de rehenes de una recua de hampones
En tres generaciones, los nativos americanos ya eran sacerdotes, profesores, políticos e historiadores, jamás se los trató mal, menos se practicó un genocidio. Además, el sentido de pertenencia a España era tan fuerte que durante las conspiraciones contra la corona que Simón Bolívar y otros organizaron, mal llamados Procesos Independentistas, los nativos pelearon a favor del Rey
El caos total llega cuando son el 80% o más: se establece un control absoluto del islam sobre la sociedad, eliminando toda forma de disidencia, respeto a los derechos humanos y libertad individual como ocurre en los países de mayoría musulmana
Esa retorica continuó hasta bien entrados los años 80. Por ejemplo, las notas de prensa del Periódico Granma y los discursos de Fidel Castro enfatizaban en la reducción de la influencia de la economía norteamericana en el mundo
In 1964, the U.S. consulate in Stanleyville was taken over by Congolese rebels of “Lumumbist” inspiration (associated with the African nationalist Patrice Lumumba), known as the Simba. For 111 days, they held hostages, only to be rescued in a joint U.S.-Belgian operation called Operation Dragon Rouge, in which the Cubans also participated
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En este libro de trasfondo biográfico, Vargas Llosa da forma literaria a su relación con su tía Julia Urquidi, divorciada y 10 años mayor (14 en esta ficción autobiográfica). Una relación a la que se oponía su padre con todas sus fuerzas, y que en la sociedad limeña de los años 1950 era un escándalo. El contrapunto viene de la mano del personaje de Pedro Camacho, un excéntrico folletinista radiofónico y compañero de trabajo de "Varguitas"
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