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Autores27 de octubre de 2024 Luis CinoAbbey Road, el último de los discos que grabaron los Beatles, cumplió 55 años el mes pasado. Se grabó entre el 22 de febrero y el 25 de agosto de 1969. Curiosamente, Let it be se había grabado antes, en enero de 1969, pero no salió al mercado hasta mayo de 1970, cuando ya los Beatles habían anunciado su separación. El lanzamiento de Abbey Road en el Reino Unido ocurrió el 26 de septiembre de 1969, hace exactamente un mes y un día.
La última vez que John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr tocaron juntos fue el 20 de agosto de 1969, cuando se reunieron en un estudio para grabar “I want you (She’s so heavy)”, la canción de casi ocho minutos (la más larga en un disco de los Beatles) con la que termina el lado A de Abbey Road.
La foto de la cubierta de Abbey Road, que muestra a los cuatro músicos cruzando la calle londinense de ese nombre, es la más famosa portada de un disco.
Abbey Road es considerado, junto a Sgt. Pepper’s Lonely Heart Club Band, la obra maestra del legendario grupo británico. Y no es para menos. En Abbey Road, donde intervino una orquesta de 30 músicos dirigidos por George Martin, y Lennon, McCartney y Harrison emplearon por primera vez un sintetizador Moog, los Beatles demostraron que por grandes que fueran sus contradicciones y conflictos, y por mucho que hubiese cambiado el rock, estaban muy lejos de haber agotado sus posibilidades creativas.
Así, se despidieron en grande, con un disco genial. Sobre todo, por la cara B. Luego de las impresionantes armonías vocales de “Because”, venía una especie de suite de ocho canciones enlazadas de más de 15 minutos de duración que te dejaba sin aliento. Y cuando la aguja del tocadiscos parecía llegar al último surco, la irrupción de Her Majesty nos sorprendía. Un toque de ligereza y humor luego de la verdad elemental de los versos de “The End”: “And in the end the love you make is equal to the love you take” (“Al final, el amor que das es igual al amor que recibes”).
Abbey Road fue un maravilloso modo de terminar. Ojalá todas las rupturas, si son inevitables, siempre tuvieran un final así. Pero también en el modo de terminar, los Beatles fueron únicos.
Este es uno de mis discos preferidos de siempre. Lo es desde que lo escuché por primera vez en casa de mis amigos los hermanos Carlos y Guillermo Ubieta, en Lawton, en 1970, sólo unos meses después de que saliera al mercado británico (no sé cómo nos arreglamos, con lo difícil que era conseguir los discos en Cuba, para que alguien nos lo prestara tan pronto).
Mi entrañable amigo Agustín Gordillo acostumbra a iniciar el primer día de cada año escuchando el Abbey Road. Lo hacía cuando vivía en Alta Habana y lo sigue haciendo en Miami Springs, donde vive desde 1990.
Tampoco yo me canso de escucharlo. Me trae recuerdos gratos y tristes. Probablemente sean más los tristes. Pero es que a veces también uno necesita saborear la tristeza.
Por suerte, Abbey Road contiene una de las canciones más optimistas que haya escuchado: “Here comes the sun”. La oigo una y otra vez cuando el invierno dura demasiado y el mundo parece venirse abajo. Y siempre logra sacarme del hueco.
Publicado originalmente en Cubanet.
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