
La primera vez que escuché su nombre fue en los medios de comunicación del régimen de La Habana, controlados por el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC). Lincoln fue muy odiado por Fidel Castro y sus acólitos
Alfredo Guevara, tras hojear apresuradamente, en el vuelo de regreso a Cuba, las pruebas de galera de "Los guerrilleros en el poder", que Karol, con gran deferencia, le había entregado en Paris, llegó a la conclusión —y se la trasmitió enseguida al Máximo Líder — de que era “el libro más hábilmente elaborado contra la Revolución Cubana”.
Autores13 de agosto de 2023 Luis CinoEn 1971, la reacción soberbia e iracunda de Fidel Castro ante los que se preocupaban por las circunstancias que rodeaban el caso del poeta Heberto Padilla, provocó que un nutrido grupo de destacados escritores e intelectuales latinoamericanos y europeos, que hasta entonces habían estado deslumbrados por la Revolución cubana, a la que consideraban modélica dentro del socialismo, rompieran definitivamente con ella.
Esa ruptura se veía venir desde 1970, cuando el libro Los guerrilleros en el poder. El itinerario político de la Revolución Cubana, del periodista y escritor polaco K.S. Karol, irritó y puso furibundo a Fidel Castro.
Fue el director del ICAIC, Alfredo Guevara, un personaje muy próximo a Fidel Castro desde que estudiaban en la Universidad de La Habana, quien predispuso al dictador contra Karol y su libro, cuando aún no había sido publicado.
Alfredo Guevara, tras hojear apresuradamente, en el vuelo de regreso a Cuba, las pruebas de galera de Los guerrilleros en el poder, que Karol, con gran deferencia, le había entregado en Paris, llegó a la conclusión —y se la trasmitió enseguida al Máximo Líder — de que era “el libro más hábilmente elaborado contra la Revolución Cubana”.
Hasta ese momento, Fidel Castro había estado fascinado por K.S. Karol, particularmente después que leyó su libro de 1966, China, el otro comunismo. El líder cubano quería que Karol, que era un estudioso de los regímenes comunistas, escribiera un libro sobre la Revolución cubana. Para que tuviera bastantes elementos para escribir, lo trajo varias veces a Cuba. Entre 1967 y 1969, Castro se reunió varias veces con Karol, conversaron extensamente, lo llevó a recorrer Cuba y le presentó a Celia Sánchez, al presidente Osvaldo Dorticós y a varios funcionarios de la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN).
Fidel Castro confiaba en Karol. Nada en su historial le hizo suponer que lo defraudaría. Nacido en Polonia en 1924, Karol había estudiado en la Unión Soviética y combatido en la Segunda Guerra Mundial en las filas del Ejército Rojo. Aunque había sido víctima de las purgas estalinistas y debido a ello, al terminar la guerra, se radicó en Francia —donde moriría en 2014 —, seguía siendo comunista y simpatizaba con los movimientos armados en el Tercer Mundo.
Además, en refuerzo de sus credenciales, Karol estaba casado con Rossana Rossanda, la jefa de la Comisión Cultural del Comité Central del Partido Comunista de Italia, quien lo acompañaba en sus viajes a Cuba.
Ante la insistencia de Fidel Castro para que Karol escribiera un libro sobre su revolución, el escritor polaco le había advertido que los libros que había escrito habían disgustado a los gobernantes, como pasó con Mao, a lo que Castro le respondió que con él no pasaría eso. Según el testimonio de Rossana Rossanda, Castro le dijo a Karol: “Escriba lo que vea, critique, eso nos ayuda”.
A pesar de las seguridades que le había dado a Karol para que criticara lo que le pareciera mal del socialismo cubano, Fidel Castro, instigado por Alfredo Guevara, reaccionó virulentamente contra el libro sobre Cuba.
El libro Los guerrilleros en el poder, era, básicamente, favorable al régimen castrista, pero a Fidel Castro lo enojaron las críticas a la creciente vinculación de Cuba con la Unión Soviética, el pobre papel del Partido Comunista y los sindicatos, y al hecho de que Verde Olivo, la revista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, hubiera desatado lo que calificaba como “una cruzada contra los intelectuales refractarios al régimen”.
En consecuencia, el régimen castrista excomulgó a K.S. Karol y agregó su nombre al index de escritores extranjeros que de solidarios compañeros de viaje, por mostrarse demasiado críticos, pasaron a ser considerados como enemigos: René Dumont, Hans Magnus Enzensberger, Oscar Lewis, Paul Huberman, Leo Sweezy, Francesco Rossi.
Contra todos ellos —y los muchos más que pronto sumaría a la lista— cargó furiosamente Fidel Castro en su discurso del 22 de abril de 1970, en un acto dedicado al centenario del nacimiento de Lenin. Sin mencionar nombres, los calificó como “miserables escritorzuelos de izquierda” y “agentes del imperialismo yanqui”.
El rencor contra K.S. Karol hizo que su nombre volviera a aflorar un año más tarde, el 27 de abril de 1971, en la bochornosa autoinculpación, al mejor estilo estalinista, a la que fue obligado Heberto Padilla ante sus colegas de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Seguramente, los oficiales de la Seguridad del Estado que trazaron las pautas de “la confesión” de Padilla se propusieron que Fidel Castro, cuando viera la filmación, quedara complacido al confirmar que Karol, por más que se mostrara como ultraizquierdista, era un peligroso agente del imperialismo.
Curiosamente dice Karol en su libro sobre la Revolución Cubana: "Cuando se descubre un país su historia se presenta en principio como una trampa. Tendemos a proceder por analogía, a creer que los acontecimientos se rigen en todas partes con la misma lógica y que las etiquetas políticas abarcan en todos lados las mismas ideas. Las apariencias son, evidentemente, engañosas".
Texto reproducido en El Nuevo Conservador por cortesía de su autor y la agencia Cubanet. Luis Cino Álvarez reside en Arroyo Naranjo, Cuba, y a pesar de la represión desde 1998 ejerce el periodismo independiente. Entre 2002 y la Primavera Negra de 2003 perteneció al consejo de redacción de la revista De Cuba. Fue subdirector de Primavera Digital. Es colaborador de CubaNet desde hace 20 años. Trabajó como profesor de inglés, en la construcción y la agricultura. Sueña con poder dedicarse por entero y libre a escribir narrativa. Le apasionan los buenos libros, el mar, el jazz y los blues.
Los columnistas son responsables de sus opiniones.
La primera vez que escuché su nombre fue en los medios de comunicación del régimen de La Habana, controlados por el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC). Lincoln fue muy odiado por Fidel Castro y sus acólitos
No había un solo asesor principal de Clinton que apoyaba las sanciones contra la dictadura cubana, y Clinton pronto comenzó una serie de "obsequios" unilaterales a Castro, ocultos en el lenguaje de la política de "pueblo a pueblo". En consecuencia, me enfoqué en la necesidad de quitarle el embargo al Presidente de Estados Unidos y ponerlo dentro de los parámetros de la ley de Estados Unidos a través de legislación
Es una pena que mientras las naciones del mundo, incluida una gran parte de África, está buscando como mejorar la competitividad de sus economías, nuestros países todavía sigan de rehenes de una recua de hampones
En tres generaciones, los nativos americanos ya eran sacerdotes, profesores, políticos e historiadores, jamás se los trató mal, menos se practicó un genocidio. Además, el sentido de pertenencia a España era tan fuerte que durante las conspiraciones contra la corona que Simón Bolívar y otros organizaron, mal llamados Procesos Independentistas, los nativos pelearon a favor del Rey
El caos total llega cuando son el 80% o más: se establece un control absoluto del islam sobre la sociedad, eliminando toda forma de disidencia, respeto a los derechos humanos y libertad individual como ocurre en los países de mayoría musulmana
Esa retorica continuó hasta bien entrados los años 80. Por ejemplo, las notas de prensa del Periódico Granma y los discursos de Fidel Castro enfatizaban en la reducción de la influencia de la economía norteamericana en el mundo
En 1884, a propósito de un notable ensayo del filósofo inglés Herbert Spencer, Martí escribió el artículo “La Futura esclavitud” que publicó en Nueva York. Nos dice muy muy claramente cual es su pensamiento acerca del socialismo, comunismo o colectivismo
Es una pena que mientras las naciones del mundo, incluida una gran parte de África, está buscando como mejorar la competitividad de sus economías, nuestros países todavía sigan de rehenes de una recua de hampones
Las órdenes escritas en Nueva York fueron enviadas por Gonzalo de Quesada desde Key West a La Habana a Juan Gualberto Gómez, quien debía darles curso. Pocos días después Juan Gualberto Gómez ponía el cable convenido, y fijaba la fecha del 24 de febrero para el alzamiento
No había un solo asesor principal de Clinton que apoyaba las sanciones contra la dictadura cubana, y Clinton pronto comenzó una serie de "obsequios" unilaterales a Castro, ocultos en el lenguaje de la política de "pueblo a pueblo". En consecuencia, me enfoqué en la necesidad de quitarle el embargo al Presidente de Estados Unidos y ponerlo dentro de los parámetros de la ley de Estados Unidos a través de legislación
La primera vez que escuché su nombre fue en los medios de comunicación del régimen de La Habana, controlados por el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC). Lincoln fue muy odiado por Fidel Castro y sus acólitos