
Es en la persona de Alexander Solzhenitsyn donde se concreta la imagen arquetípica del disidente contemporáneo, el hombre que da voz al horror silente, el hombre que articula el relato de los que yacen en fosas comunes
Ambos imperios desde su origen se basan en la degradación del individuo, arrodillándolo al grupo, a la patria, a la gloria militar. Ambos imperios tienen el mito y creen firmemente que la estructura social es rígida pirámide, donde pasar de un nivel al otro no depende del esfuerzo del individuo, sino de su inserción y sumisión a la patria y a la pirámide militarizada
Bogaciones29/11/2024 Andrés R. RodríguezLa cultura occidental ha perdido y está perdiendo impulso como vanguardia civilizatoria. Presenta una degradación de su más terminado resultado: el individuo. Mas aun de la joya de la corona, el individuo libre, creativo y excelso.
Ante la borrachera de Occidente, las culturas periféricas ganan terreno. Por ejemplo, Rusia y China, civilizaciones militaristas ancestrales. Llaman a un nuevo orden económico mundial, apenas ocultando su viejo autoritarismo y belicismo, que les conforma y caracteriza desde su fundación. Europa pasó por esas fiebres, pero las superó cuando algunos de sus reinos absolutistas pasaron (vía guillotina) al parlamentarismo y por vez primera, civiles gobernaron a militares. Estamos hablando sobre todo de Cromwell y la Revolución Gloriosa.
China nunca dejó de ser un confuciano imperio de mandarines. Toda su gloria fue y es mandarinezca. Solo que, bajo Mao, los mandarines se nombran Buró Político y al lado de Confucio y sus confusiones, colocaron como motor social central a Marx y su exaltación de la envidia proletaria y la lucha de clases, guillotinando no a un rey absolutista sino a cuanto humano arrogante que no entre al redil. El Imperio del Sol Naciente nunca dejó de tener una nobleza escogida por galones militares y por su sumisión a un emperador incuestionable, actualmente Xi.
Rusia nunca dejó de ser zarista. Siempre, desde su fundación, se estructuró como sociedad adoradora de un padrecito, del Cesar o Zar. Nunca dejó de ser un imperio zarista, llámese el zar Pedro el Grande, Alejandro Romanov, Vladimir Lenin o Vladimir Putin. Para dominar tan vastos territorios, el comando del César no puede ser cuestionado por mente alguna, aunque se atrevieran a cuestionarlo un Dostoievski o un Solzhenitsin. Como siempre, locos que salvan a la humanidad de ser un miserable rebaño.
Ambos imperios desde su origen se basan en la degradación del individuo, arrodillándolo al grupo, a la patria, a la gloria militar. Ambos imperios tienen el mito y creen firmemente que la estructura social es rígida pirámide, donde pasar de un nivel al otro no depende del esfuerzo del individuo, sino de su inserción y sumisión a la patria y a la pirámide militarizada.
Ambos imperios, disfrazados de modernidad, implican el sacrificio del individuo a la tribu y al escuadrón. El individuo se funde con el estado, deja de ser el átomo de la sociedad, pierde su piel y contorno y se sacrifica (el significado de esta palabra: Hacer sagrado).
Y hoy pretenden reimplantar globalmente esta “disciplina” social militar-feudal, y hacer usual y deseable la envidia, la vigilancia de unos a otros, la mentira. Ahora, no con métodos de la Okranca sino con una vigilancia todoterreno desde las cámaras omnipresentes y el ojo omnipotente del gran hermano,
Las mal llamadas “revolución” gloriosa e industrial (Inglaterra, siglo XVII), fueron un salto cultural evolutivo. Los seres humanos dejaron de agruparse alrededor de mitos de sangre y espada. Entonces los ríos de los hombres rompieron el cauce feudal por el que habían fluido. Hoy Rusia putinesca y china Jiista pretenden minimizar aquel salto y reimplantar su tradición cultural ancestral, medieval. Pretenden colocar sus viejos diques sociales dondequiera en el mundo para que el rio humano corra por el cauce autoritario. Y se valen de los BRICS, de un llamado a un “Nuevo Orden Mundial”, de espiar en las universidades occidentales y robar know how en nombre de la globalización, a estúpidos decanos y profesores de universidades que más bien debían llamarse manicomios.
Lo asombroso es que hay miles de profesores de filosofía, sociología, humanidades, que en las universidades de occidente desconocen estos peligros, aunque son evidentes. Su arrogancia intelectual, les impide comprender lo factual. Participan en la traición influencers que irresponsablemente o pagados, nos venden la idea de que el futuro es a lo chino. Es el caso de un tal Diego Ruzzarin, un cotorrón irresponsable. ¿Tendrá hijos a los que quiere condenar a ser animales de granja?
En nombre de un nuevo orden mundial y de que todos somos iguales, los buenos quieren hacer funcionar al mundo en el viejo desorden militarista y territorialista. Con espíritu buenista y progresista se dedican a solucionar problemas que no existen, a nimiedades, a “estudiar” a Rousseau, Marx, Foucault, Marcuse. Nada de pensamiento crítico y ciencia dura. Drogan la juventud con puras estupideces verborreicas, discusiones lingüísticas y empoderan a las retaguardias para que pongan zancadillas a las vanguardias. Y con todo el know how que han robado desarrollan talento militar, y alimentan sus viejos comportamientos militaristas-territorialistas. Mientras, espías de los mandarines y los zares, ya navegan por el Hudson, el Sena, el Ganges, el Amazonas y el Caribe.
Es en la persona de Alexander Solzhenitsyn donde se concreta la imagen arquetípica del disidente contemporáneo, el hombre que da voz al horror silente, el hombre que articula el relato de los que yacen en fosas comunes
El mandato de silencio, justificado bajo la falacia de la intemporalidad política, ha inoculado la sospecha y la autocensura como prerrequisitos de supervivencia intelectual
El peso simbólico de esta nación imaginada en la conciencia ha generado una narratividad febril, anclada en una secularidad histórica y proto-nacionalista. Cuba nació como un imaginario, como un modelo de paraíso
El wokismo, como casi toda formulación dialéctica e ideológica, termina siendo un concepto elástico que agrupa a un disenso prefigurado desde el aparato político del Estado
La meta es convertir los individuos en masa sumisa, suicida, sin auténticas ambiciones que trasciendan al Estado protector, cegador, silenciador. Hoy la socialdemocracia globalista es su más elevado escenario. Peligro mortal
Las consecuencias son devastadoras. Podemos verlo hoy en día en sociedades gobernadas férreamente por minorías vociferantes que convencieron a las mayorías silentes de que no hay nada que hacer, en África, Asia, América Latina e incluso en Europa
En 1884, a propósito de un notable ensayo del filósofo inglés Herbert Spencer, Martí escribió el artículo “La Futura esclavitud” que publicó en Nueva York. Nos dice muy muy claramente cual es su pensamiento acerca del socialismo, comunismo o colectivismo
Pretender que el progreso es una enérgica marcha hacia la igualdad y que implica “justicia social” para los preteridos y "empoderar” a los marginados, es una mentira tan grande como un templo
Es en la persona de Alexander Solzhenitsyn donde se concreta la imagen arquetípica del disidente contemporáneo, el hombre que da voz al horror silente, el hombre que articula el relato de los que yacen en fosas comunes
¿Será que la gratitud por dádivas concedidas hace décadas es un cheque en blanco extendido a sus amos, para tener que aguantarles, sin chistar y aplaudiendo, todo lo malo que han hecho después y que es cada vez peor?
Este factor evalúa cuán eficaz es la justicia penal de un país, tomando en cuenta que se trata de un mecanismo para reparar agravios y entablar acciones legales contra las personas por delitos contra la sociedad
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Durante años, el General y el reguetón fueron la encarnación de la música que me resultaba insoportable. Pero eso fue hasta que llegó el llamado reparto
Si hay cese del fuego, su futuro va a estar marcado por la convocatoria a elecciones, y sería importante para él seguir en detalle lo que hoy está pasando en la política interna de EEUU
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Ambos atentados nos remiten inevitablemente al apuñalamiento que sufrió Jair Bolsonaro en 2018, o el disparo que rozó la oreja de Donald Trump el 2024
A la entrada de aquellos recónditos campamentos, rodeados por alambradas de púas y vigilados por guardias con armas largas, letreros reminiscentes del que hubo en Aushwitz, proclamaban: “El trabajo os hará hombres”
Lo que está pasando en Colombia no es un asunto local, incumbe a las Américas y al mundo libre