Pretender que el progreso es una enérgica marcha hacia la igualdad y que implica “justicia social” para los preteridos y "empoderar” a los marginados, es una mentira tan grande como un templo
Aquelarre intelectual
Sostienen que Hollywood es un laboratorio sociológico y que sus multimillonarios actores son necesarios factores de cambio social. Que Superman existe y que alguna vez pisó las calles de Los Ángeles, y que los artistas “revolucionarios” son los que van a cambiar el mundo
Bogaciones07 de septiembre de 2024 Andrés R. RodríguezHoy Occidente se droga con petróleo y, como todo vicioso, se niega a dejar el vicio. Las medidas para racionalizar industria y transporte y consumir menos mierda del diablo son, cuando menos, incoherentes e insuficientes. Estamos liderados por políticos e intelectuales malabaristas de la palabra, que disfrazan su incompetencia de arrogancia verborrea, buenismo, humanismo, tecnologismo. No son capaces de declarar que no dominan la nave planetaria.
Los políticos de occidente dejan que estudiantes y espías nos roben el know how, o que desde culturas menos cultivadas nos invadan, desnaturalicen y despersonalicen con burka cultural. Es una invasión de hostilidad, resentimiento, envidia, comportamientos fracasados, incultura y pasado. Mientras, militares africanos dan numerosos golpes de estado, para que una vez más descerebrados uniformados, en nombre de salvar la patria y ayudar a loas pobres, se hagan de unas finquitas y tengan cash para comprar rubias.
A los que no creemos en manadas, dogmas y militarotes intentan acallarnos. Nos silencian malabaristas de las palabras, “ingenieros sociales” en lucha de clases, que seleccionan solo pensamiento “progresista”, pobrista, igualitarista. Con esta ingeniería berebere están desmontando el edificio cultural, que emergió alguna vez del pantano medieval. Destruyen la familia como núcleo social, educan a jóvenes a una artificial igualdad, empujan occidente hacia oriente Ocultan hemos sido extraídos de la manada ovejuna por individuos excepcionales, no por el salvaje inocente, el pueblo o el héroe guerrero. Se trata de un humanismo borracho en que ya no sepamos meter la llave en el llavín y volvamos a dormir a la intemperie, para que vengan los hombres de a caballo a salvarnos.
En los países industrializados, enormes burocracias deciden a quien subvencionan, a que artista le dan la beca, casi al azar reparten premios y así se mantienen felices y realizados en sus puestos de malabaristas de la conmiseración. Van convirtiendo a las naves de las fabricas en museos, y al ser medio en una mediocridad, drogado repitiendo ideas de los grandes referentes obligatorios (Nietzsche, Marx, Sartre, Foucault, Marcuse, Derridá y tantos otros) a veces bajo la autoridad incuestionable de alguno que si comprendió (V. I. Lenin, Fidel Castro, Mao Zedong, Pol Pot, Hugo Chávez, Daniel Ortega, Adolf Hitler). Pretenden ser soles o lunas intelectuales, incluso cuando a lo azteca o a lo vampiro, necesitan de sangre para existir. Son figuras vanidosas, intoxicadas, ambiciosos disfrazados, que caminan con sus egos inflados, ametrallando incautos con verborrea incontenible. Son simples velitas ególatras, que emiten luz mortecina, insuficiente incluso para alumbrar su cueva platónica.
Sorprende saber que alguna vez el propio Hitler, aquel marginal cabo demente, confesó que era él quien había logrado los objetivos de Marx. En vez de enfocarse solamente en la lucha de clases, las camisas negras lucharon por degradar una de las capas mas productivas de la Alemania posterior a la primera guerra mundial: la “clase” judía. Aquello era lucha de clases devenida en lucha por el espacio vital. Así, los nazis se enfocaron en la lucha por territorios, para desplazar todas esas razas inferiores y colocar allí bestias rubias. Llama la atención que el mismo Hitler, bien poco parecía tal bestia. Tenía porte de portero, mas bien un europeo del sur, hispano o italiano. Es muy sorprende como la cultura alemana de principios del siglo se dejó llevar al desastre por tan ofuscado hombrecillo, con planteamientos tan deshumanizantes y confusos.
La debacle cultural que emerge, está saliendo del verbo de numerosos “pensadores”, que mas bien son altoparlantes y cotorrones y tienen copados los micrófonos. Sale de mediocres abogados y jueces que imponen leyes contranatura, sale de miríadas de académicos diletantes que viajan por el mundo con discursos degradantes, sale de literatos de tercera categoría que nos dicen que todos somos iguales y buenos, y sale, de hordas de políticos Robin Hood. La política, el humanismo y la academia, que se originaron como espacios y herramientas para colocar mas pisos al edificio de lo Humano, se han constituido en sus principales agentes erosionadores.
Hoy invaden y dominan el ruedo cultural buenistas convencidos de su bondad, que disfrazan de humanismo y globalismo su viejo narcisismo poético, su tribalismo maquillado, su agenda de grupo mafioso, su colectivismo martillante de todo clavo que sobresalga, sus enormes sesgos culturales y mentales, sus complejos resentimientos y traumas personales. Esconden cimitarra en guitarra, pero apenas ocultan la inquietante realidad de que las Naciones Unidas han devenido en Naciones Hundidas.
Hoy, la cultura occidental se ha empeñado en darse a mitos pseudocientíficos, degradantes, suicidas. Miles y miles de “académicos” habitantes de invernaderos universitarios, se dedican a elucubrar y generar cosas involutivas intelectual y moralmente, aunque algunas pueden ser muy productivas tecnológicamente. Y nos hacen una cultura tecnocrática, autista, que come garbage food lleno de homonas e ideas falsas.
Recordemos que la moral debe sustentar y garantizar la continuidad del grupo, no implicar su degradación. Nadie sabe quién nos conduce a la inviabilidad cultural, solo oímos a emisores “escogidos”, incólumes a sus errores. Yerran pero se sostienen en el mismo discurso y pensar. No sé si llamarle a esto arrogancia intelectual o idiotez cultural.
Ya estamos acostumbrados a oír a literatos, pretender que “el mundo” es como una novela, su novela. Ellos los iluminados. Todo artista cree que su experiencia es un fractal del mundo. Los políticos, por su parte, pretenden que ellos saben como administrar lo público, aunque la mayoría nunca ha gerenciado ni una tiendita. Vemos hoy a todo tipo de faranduleros e incluso regetoneros opinan sobre la justicia social y la necesaria igualdad.
Opinan personas que nunca han producido nada concreto, y que si tienen un jardín necesitan un manual de horticultura, y si van al mercado a 3 cuadras, lo localizan por GPS. Sostienen que Hollywood es un laboratorio sociológico y que sus multimillonarios actores son necesarios factores de cambio social. Que Superman existe y que alguna vez pisó las calles de Los Ángeles, y que los artistas “revolucionarios” son los que van a cambiar el mundo, porque cada uno cree que en su experiencia personal pasó por algún percance donde el cosmos dejó entrever sus vísceras (cerebro, corazón, ovarios, testículos). Luego arman una serie de suposiciones y pretenden “reorientar” a los perdidos en los laberintos del capitalismo y la industrialización. Desde Hollywood, nos están abocando a un mundo feliz.
Creen que la ficción puede crear realidad, y no que le realidad debe ser redibujada con arte. Creen que el mundo evoluciona sobre la palabra y el verbo y no sobre el número y la meditación. Dan muy poco espacio a la ciencia y la tecnología, que son sistemas que se automejoran en silencio y rehúyen los carnavales de la vida.
La industrialización nos ha dado muchos productos e ingenios, pero no ha evitado la ingobernabilidad planetaria, derivada de tantos buenos, que no producen nada, solo ideas, solo papers, solo películas tontas, solo discursos y burocracia, y que por ser tan parásitos, son malos fotosintetizadores y productores.
La sabiduría es una sumatoria cultural, no la iluminación puntual de unos u otros. El ser humano es la integración de miríadas de destellos humanos intentado ser. Pero esa integración solo ocurre cuando transita por los escarpados senderos de le ciencia.
Valiéndose de los métodos humanísticos, solo algunos genios egregios logran acceder y discernir la información epidérmica de la sustancial y compleja, es decir convertir sensación en conocimiento. Rara vez por estos rumbos se arriba a la sabiduría. En las humanidades hoy, además, de manera absurda, se debate casi lo mismo y con similares pobres métodos con que debatió en su momento Confucio, Homero, Platón o Aristóteles. Palabras y palabras. Asertos y más asertos.
Los que enaltecen a Marx lo hacen porque aquél, en su arrogancia intelectual del siglo XIX, fue el primero que pretendió que sus (indemostrables) rejuegos de palabras, eran fórmulas científicas. Para poner un solo ejemplo: el llamado materialismo histórico es un rejuego de palabras, pero un bodrio científico. No hay una sustitución fatal y lineal de formas sociales, sino una complejización del ecosistema social, cada vez más cultudiverso, del mismo modo que los ecosistemas naturales tienden a ser más biodiversos. Y en ningún caso, se trata de un fatalismo económico. Es una acumulación de información, y conocimiento, como ocurre en los ecosistemas naturales que tienden a complejizarse y hacerse mas eficientes en lo diverso al pasar por la sucesión ecológica.
En los últimos años ha emergido una generación formada por "iluminados" académicos o influencers: Pablo Iglesias, Inigo Errejón, Juan C. Monedero, Gustavo Bueno (España); Arturo López-Levi, Noam Chomsky (USA); Slavo Zizek (Slovenia), Enrique Dussel, Oscar de la Borbolla, Diego Ruzzarin y Amilcar Paris (México); Atilio Borón, José P. Feinmann y Darío Sztajnszrajber (Argentina); Gabriel Salazar (Chile). Nada puede justificar que hoy cátedras de humanidades y medios de difusión masivas estén masivamente habitadas por estos sofistas que viajan por el mundo con deshumanizante mensaje contranatura, en nombre de la igualdad, el enaltecimiento de lo común, de la revolución o del marxismo.
Las sociedades industrializadas de Occidente, van camino de implosionar porque tienen funcionado en sus ágoras mas selectas, una serie de sofistas y dogmáticos, peleando cátedra para imponer todo un aquelarre intelectual, mas lunático que terrestre. ¿Puede la intelectualidad occidental, en nombre de ser disruptiva, ser suicida?
El éxodo es un desliz filoso donde las laceraciones y las esperanzas confluyen en los deseos. El éxodo es el pasaje trágico donde dejamos de ser, con la esperanza —con la vaga esperanza— de renacer en una tierra que nos es ajena, ajena en las memorias, en las vivencias y en las alucinaciones
Capitalismo del antivalor o mercadotecnia de la decadencia cultural
La paradoja radica también en el hecho de las izquierdas terminaron colonizando la cultura, y las derechas las economías. La modernidad es el espectáculo que acogió a la prosperidad y el desaliento en una nueva ecuación dialéctica: empresarios vs intelectuales
Marx pretendió que las religiones son el opio de los pueblos. Las elimino de un plumazo y luego muchos le suscribieron a plomazos. Y se dispuso a vendernos ideas químicas, ya no opio, si no anfetaminas, y otros tóxicos que emborrachan y envenenan a la humanidad
Ambos imperios desde su origen se basan en la degradación del individuo, arrodillándolo al grupo, a la patria, a la gloria militar. Ambos imperios tienen el mito y creen firmemente que la estructura social es rígida pirámide, donde pasar de un nivel al otro no depende del esfuerzo del individuo, sino de su inserción y sumisión a la patria y a la pirámide militarizada
La mayoritaria tradición verbalista o parlamentaria de occidente, no impide que uno que otro hombre de a caballo declare a sus alternancias políticas "enemigos del pueblo" y les envíe Camisas Pardas o Avispas Negras para reprimirlos o liquidarlos
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"La Habana, La Pequeña Habana, mi barrio Hell's Kitchen en Nueva York, el pasado, el presente y el futuro, y muchas otras cosas que los cubanos hemos vivido y hemos imaginado durante décadas, siempre mezclando los géneros y los sentimientos que me identifican como autor y que en buena medida están arraigados a las artes y la vida del cubano en dondequiera que esté”
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