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Oriana Fallaci, publicó "La rabia y el orgullo", sobre el peligro que significaba para Europa la política de fronteras abiertas, especialmente, con migrantes de países musulmanes. El libro resultó un éxito en ventas y la escritora fue amenazada. Sin embargo, el escrache no vino solamente de grupos musulmanes
Autores25/07/2023 Hugo Balderrama*A principios del Siglo XXI, la fallecida periodista, Oriana Fallaci, publicó el libro titulado La rabia y el orgullo. El trabajo advertía sobre el peligro que significaba para Europa la política de fronteras abiertas, especialmente, con migrantes de países musulmanes.
El libro resultó un éxito en ventas y un martirio para Fallaci, pues la escritora, quien esa época enfrentaba un cáncer, fue amenazada por cuanta organización islámica había. Sin embargo, el escrache no vino solamente de los grupos musulmanes, sino de sus aliados, en realidad, idiotas útiles, del progresismo multicolor europeo.
La progresía europea se unió al pedido de las organizaciones islámicas para quemar públicamente el libro, así como le digo, léalo bien: una hoguera pública de libros.
Incluso, un grupo de musulmanes radicados en Ginebra pretendieron que el gobierno Suizo activara un pedido de extradición para la escritora y, de esa manera, enjuiciarla por los delitos de «racismo» e «islamofobia». El acoso incluso llegó a grafitis con la frase «Fallaci Puta», agresiones que tampoco despertaron la indignación del movimiento feminista, por si acaso.
Note la paradoja: los progresistas ―que se llenan la boca de consignas contra la discriminación y el patriarcado― acabaron apoyando las prácticas más intolerantes y discriminatorias contra una mujer de más de 60 años, además acosada por una dura enfermedad. Queda demostrado, una vez más, que para militar en la izquierda hay que ser incoherente, inmoral o andar desinformado por la vida.
¿Qué despertó tanta indignación en los musulmanes y sus amigotes del progresismo europeo?
El libro menciona que ciudades como Lyon, Burdeos, Roubaix o Marsella, han perdido sus propias identidades, pues la migración descontrolada y las tasas de natalidad elevada de los grupos islámicos, las están convirtiendo en colonias musulmanas. En ciertos barrios de esas ciudades ya era imposible caminar los viernes, día sagrado en el Islam, ya que muchos seguidores de Alá toman calles y espacios públicos para orar. Pero eso no es lo peor, sino que éstos no tienen ningún deseo de integrarse a la cultura de Occidente.
Estado laico, democracia y libertad, suelen ser ideas incompresibles para el musulmán promedio. Son conceptos demasiado opuestos a aquéllos sobre los que se basa el totalitarismo teocrático, ellos solamente entienden de sumisión, que es lo que significa Islam.
Obviamente, ante ese panorama, los pronósticos de Oriana Fallaci no eran alentadores. La autora avizoró que todo el continente estaba rumbo a convertirse en Eurabia, y lo confirma el caos que vive actualmente Francia donde los actos vandálicos recientes han sido muestra imbatible.
Francia está en una espiral de violencia que parece dirigirse a una guerra civil o, mejor dicho, un choque entre la civilización cristiana y la barbarie yihadista. Al respecto, Rodrigo Ballester explica lo siguiente:
"Las redes sociales muestran la tozuda realidad de la sedición y la impunidad generalizada; porque por primera vez, un partido político (la extrema izquierda del pirómano Mélenchon) alienta los disturbios al son del islam político y de todos los fanáticos nihilistas que sueñan con transformar a Nahel en el George Floyd francés".
El periodista del diario digital La Gaceta de la Iberosfera asegura que esto sucede, sobre todo, "porque detrás de cada tiro de mortero se dibuja el fantasma que algunos centinelas osaron señalar hace ya décadas y que ya nadie puede ignorar: el del enfrentamiento civil en un país descompuesto y polarizado. Todos, absolutamente, todos, los desastres que está viviendo Francia estos últimos días es culpa de sus élites políticas. Fueron éstas quienes, durante décadas, con mayor énfasis después de mayo de 1968, exportaron progresismo a casi todo Occidente y abrieron las puertas de su patria a una migración descontrolada, una invasión, en realidad".
Hoy es el ciudadano francés quien tiene que ver cómo sus barrios son convertidos en guetos islámicos. Son los franceses quienes soportan la inseguridad del narcotráfico africano. Son sus hijas que perdieron la libertad de circular en las calles sin el velo para el cabello. Y son quienes se enfurecen cuando toda su nación está siendo saqueada.
Todo eso sucede ante un Emmauel Macron que, como presidente de Francia, pretende solucionar el problema impidiendo que su población se mantenga informada.
*Hugo Marcelo Balderrama es un columnista y docente boliviano que, desde Estados Unidos, colabora con medios internacionales como Panampost y La Iberia, y centros de pensamiento como el Instituto Interamericano por la Democracia. Tiene un doctorado en Economía y una maestría en Administración de Empresas. Es autor de los libros Viernes conservador (2020), Gestión de los patrimonios familiares (2019) y Fe en la libertad (2017).
Los columnistas son responsables de sus opiniones.
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