“En los países islámicos es imposible pintar una caricatura en contra del profeta Mahoma, y en el caso de Cuba, hay límites en el humor con relación a los figuras históricas de la revolución”
En Cuba no habrá ni glasnost ni perestroika
Los autores son sumamente benévolos con Stalin: regatean la cantidad de millones de las víctimas de sus purgas y enaltecen lo que consideran sus “méritos históricos”. En cambio, enjuician muy severamente a Gorbachov y sus colaboradores, especialmente a Yakovlev, a quienes culpan de haber llevado demasiado lejos una tendencia democratizadora y promercado que inició Bujarin y continuó Jrushchov
Autores12 de septiembre de 2023 Luis CinoLos pocos libros que se han publicado en Cuba sobre el derrumbe de los regímenes comunistas entre 1989 y 1991 en la Unión Soviética y Europa Oriental pretenden explicar que lo que fracasó fue el llamado “socialismo real”, o sea: el modelo soviético del socialismo, y no la idea socialista en sí, que consideran sigue siendo la alternativa a los problemas del siglo XXI.
Uno de esos libros es El socialismo traicionado, de los norteamericanos Roger Keeran y Thomas Kenny, publicado por la Editorial de Ciencias Sociales en el año 2015.
En el volumen, Keeran y Kenny intentan analizar las causas que llevaron al colapso del comunismo soviético, pero se atascan en la apología y las justificaciones. Reconocen los defectos del socialismo soviético, pero van aplazando los análisis de los problemas de un capítulo a otro, para terminar con una moraleja antimercado y anti-Gorbachov, afirmando que aún hay oportunidades para el comunismo.
Los autores, retrógradamente aferrados a los dogmas del marxismo-leninismo, lamentan la desintegración de la Unión Soviética como una tragedia irreparable y de consecuencias nefastas, no solo para la izquierda mundial, sino para toda la humanidad.
Los autores son sumamente benévolos con Stalin: regatean la cantidad de millones de las víctimas de sus purgas y enaltecen lo que consideran sus “méritos históricos”. En cambio, enjuician muy severamente a Gorbachov y sus colaboradores, especialmente a Yakovlev, a quienes culpan de haber llevado demasiado lejos una tendencia democratizadora y promercado que inició Bujarin y continuó Jrushchov.
Keeran y Kenny especulan con la historia al asegurar que Yuri Andropov, quien fuera el secretario general del Partido Comunista soviético entre 1982 y 1984, de no haber muerto, hubiera realizado con éxito las reformas necesarias para salvar al socialismo.
También reprochan a Yegor Ligachov no haber jugado un papel más activo en contra de Mijaíl Gorbachov, niegan que la intentona de los generales comunistas de agosto de 1991 haya sido un golpe de Estado y lamentan que haya fracasado.
Pese a reconocer los numerosos y graves males que padecía la sociedad soviética en la primera mitad de la década de 1980, los peores años del estancamiento brezhneviano, los autores aseguran que Gorbachov no heredó un país en crisis. Consideran que exageró con las reformas y que fue “la mala aplicación de sus políticas” y “las concesiones al capitalismo”, lo que agudizó los problemas, provocó el caos y dio al traste con la Unión Soviética.
Así, por ejemplo, el culpable de los nacionalismos secesionistas, según ellos, sería Gorbachov, que no supo manejar los problemas de las nacionalidades, y no Stalin, con su rusificación forzosa y su criminal política de deportar pueblos enteros de un extremo a otro del país, lo que originó conflictos que hoy no solo siguen sin solución, sino que se han agudizado: Ucrania, Osetia, Chechenia, Transnistria, Nagorno-Karabaj, etc.
Las recetas del libro para no repetir los errores que provocaron el colapso soviético son impracticables: esos “errores”, como los llaman Keenan y Kenny, son inherentes al sistema.
En el libro, el lector cubano hallará reflejados problemas que desde hace muchos años vienen dándose en nuestra sociedad y que cada día, lejos de solucionarse, se agravan: la corrupción rampante a todos los niveles, la caída de la productividad, la existencia de un inmenso mercado negro que se nutre del robo en los almacenes estatales, etc.
Tal es así que Ramón Labañino, uno de los cinco espías de la Red Avispa que guardó prisión en Estados Unidos, y quien fue el encargado de escribir el prólogo para la edición cubana de Socialismo traicionado, tuvo que admitir que “hay detalles que asombran sobremanera por su parecido a la realidad cubana actual”.
Pero, a continuación, decía Labañino no preocuparse por “la carencia de comunicación directa, efectiva, de retroalimentación con las masas” en que incurrieron los líderes comunistas soviéticos, porque según aseguraba, “ese aspecto está muy bien conducido en nuestro país”.
Fiel al catecismo castrista, escribía Labañino: “El momento actual que vive nuestro socialismo en Cuba exige de todos nosotros el celo extremo en todo lo que hacemos y creamos, con el único fin de fortalecerlo y mejorarlo, nunca para destruirlo ni crear bases para el capitalismo y mucho menos aquellas del imperio de las leyes del mercado, el egoísmo y la propiedad privada”. Y sentenciaba: “Esta obra es una gran lección de todo lo que no debemos hacer ni permitir para preservar la Revolución, sus conquistas y el socialismo”.
En los ocho años transcurridos desde que Labañino escribió aquel prólogo, todo en Cuba ha ido de muy mal a mucho peor. Y los mandamases de la continuidad siguen en sus trece, divorciados de los intereses y aspiraciones del pueblo.
Nada dados a las lecturas, los mandamases no necesitan de libros como El socialismo traicionado, y menos del prólogo ingenuamente triunfalista de Ramón Labañino para saber que regímenes como el suyo no admiten reformas ni perfeccionamientos. Ni siquiera remiendos. De ahí su temor a la economía de mercado y su empecinamiento en seguir insistiendo, aunque cada vez hundan más la economía, en la tantas veces fracasada planificación centralizada y la hegemonía de la empresa estatal.
Eso, sin hablar de su enfermiza aversión por la democracia y el pluripartidismo. Y es que si algo tienen aguzado los mandamases —aunque a veces de tan torpes que son no lo parezca— es el instinto de supervivencia.
Texto reproducido en El Nuevo Conservador por cortesía de su autor y la agencia Cubanet. Luis Cino Álvarez reside en Arroyo Naranjo, Cuba, y a pesar de la represión desde 1998 ejerce el periodismo independiente. Entre 2002 y la Primavera Negra de 2003 perteneció al consejo de redacción de la revista De Cuba. Fue subdirector de Primavera Digital. Es colaborador de CubaNet desde hace 20 años. Trabajó como profesor de inglés, en la construcción y la agricultura. Sueña con poder dedicarse por entero y libre a escribir narrativa. Le apasionan los buenos libros, el mar, el jazz y los blues.
Los columnistas son responsables de sus opiniones.
Kamala Harris nació en un hogar de formación marxista. Donald Harris, el padre de Kamala, era un reconocido marxista que enseñaba teoría y política económica en la Universidad de Stanford, en California. Junto con Shyamala Gopalan, la madre de Harris, los progenitores de la demócrata pertenecieron a grupos estudiantiles de ultraizquierda como la Asociación Afroamericana
El crecimiento de Bolivia se debió a un Gasto Público excesivo, la trampa del PIB, pero no a un incremento de la productividad menos a una mejora de la competitividad
La verdad sobre el BRICS, o es más fácil pintar flores que plantar un jardín
China, que muchos ingenuos todavía consideran que será la próxima gran potencia, lleva varios años desmoronándose producto de las políticas keynesianas que la dictadura aplicó en el gigante asiático
Como sucede en cualquier otro campo humano, la libertad creativa se sostiene en la propiedad privada de los medios de producción. Si los teatros son propiedad estatal, como acontece en Cuba y otras dictaduras socialistas, será el Estado quien decida lo que es arte y lo que no
No se puede descartar una rebelión civil violenta en Venezuela
Luego de décadas de fraudes, represión y violencia, es cada vez más posible que el pueblo tome las armas
Se considera que de no haber muerto Chibás, hubiera sido muy distinto el discurrir de la historia de Cuba... Respecto a Fidel Castro, no estaba en ascenso en las filas ortodoxas, como pretenden los historiadores castristas. La estridencia y las pasadas conexiones con el pandillerismo del joven abogado holguinero desagradaban al líder ortodoxo, que contaba con seguidores de mucho más relieve como Jorge Mañach, Fernando Ortiz y José Pardo Llada
Ciertos grupos con su relativismo hipócrita, condenan las muertes de civiles en Gaza y exigen castigos contra Israel, pero callan respecto a los bombardeos rusos a las ciudades ucranianas, y las atrocidades de Hamas, Hezbollah, Yihad Islámica y otros proxis terroristas del régimen de los ayatolas iraníes
La hegemonía progresista: marketing para el crimen transnacional
Bautizaron como Modelo Social, Comunitario y Productivo a lo que, simplemente, es el incremento del gasto público; el asalto a los ahorros de los bolivianos; la destrucción de la estructura empresarial, y la caída de la competitividad de la economía del país
Legisladores republicanos exigen respuesta por visa otorgada a alto funcionario de la dictadura de Cuba
El periodista indepediente Roberto Jesús Quiñones Haces, natural de Cienfuegos y quien fuera encarcelado por ejercer el periodismo libre, denunció la llegada de Menéndez Castellanos a Miami
¿Por qué no has hecho lo que dices que harás ahora?, pregunta clave de Trump a Harris
Harris lleva casi cuatro años en Washington como protagonista del desastre de su gobierno con Joe Biden, que causó la peor crisis inflacionaria en casi cinco décadas y el impensable caos migratorio en la frontera sur del país a un costo estimado de más de 800.000 millones de dólares. "No habrá más altos precios, los chinos tendrán los altos precios. Nosotros no tuvimos ninguna inflación, la han creado ellos (los demócratas). Las personas de nuestro país están ahogados, asfixiados