
El exagerado secretismo oficial y la opacidad de los medios estatales son los culpables de la existencia de “las bolas”, y de que estas proliferen, rueden y crezcan cual si fueran de nieve
Imagine en qué estado de ánimo está uno cuando se levanta, luego de una noche de apagón, plena de calor y mosquitos, y sin desayunar, para ir a trabajar, tener que esperar horas para abordar una guagua atestada de personas tan irritadas como usted
CubaLibre15 de octubre de 2024 Luis CinoEn un reciente episodio del podcasts “Desde la presidencia”, que estuvo dedicado al inicio del nuevo curso escolar, Miguel Díaz-Canel afirmó que la mala educación y la pérdida de valores son “la primera causa del malestar que nos causamos unos a otros en la cotidianidad”.
Vuelve a errar el mandatario: el régimen dictatorial que él representa, con todo lo que implica, es la verdadera causa del malestar de los cubanos.
Los malos modales, la grosería, el mal humor, la deshumanización y los comportamientos violentos son las expresiones resultantes de ese malestar, y no su causa, como asegura el presidente y primer secretario del Partido Comunista.
No pretendo justificar esas actitudes que tanto daño nos hacen, pero evidentemente no resulta fácil mostrarse afable cuando la vida se nos ha convertido en un infernal torneo por la subsistencia donde tenemos que enfrentar todo tipo de obstáculos y dificultades.
Imagine en qué estado de ánimo está uno cuando se levanta de la cama, luego de una noche de apagón, plena de calor y mosquitos, y sin desayunar, para ir a trabajar, tener que esperar horas para abordar una guagua atestada de personas tan irritadas como usted.
Es muy difícil conservar el buen humor y la templanza cuando se vive hambreado, forzado a hacer colas para todo, atenazado por las prohibiciones, rodeados de inmundicias, careciendo de lo más elemental, y lo que es peor: sin esperanzas de mejorar.
Los cubanos teníamos fama de ser afables, simpáticos, hospitalarios, generosos, bonachones. Si lo fuimos, cada vez lo somos menos. Los rigores de la vida cotidiana bajo el inepto y fracasado régimen de la continuidad, nos han cambiado para mal, convirtiéndonos en una masa de seres que en su mayoría son huraños, amargados, recelosos, calculadores y oportunistas.
De tan compartidores que éramos, ahora si estamos tomando café, lo escondemos si alguien toca a la puerta. Y muy raras veces hay un plato en la mesa para el visitante, aunque sea de la familia.
Por obligación, vivimos en guardia para protegernos de los pillos y estafadores que nos acechan a cada paso. Y las casas, a fuerza de muros y rejas, se han convertido en calabozos.
La aguda crisis de los últimos tres años, provocada por el rotundo fracaso del reordenamiento económico implementado en plena pandemia, parece habernos sacado de adentro los peores rasgos: la ambición, la hipocresía, el egoísmo, la envidia, la maledicencia, el rencor, la agresividad.
Aseguraba Díaz-Canel en su podcast que “nada es más ajeno a la revolución que la mala educación y la descortesía”. Pero lo cierto es que los cubanos, en todas las instancias oficiales, tanto en un banco como en la bodega, somos tratados cual si fuéramos reos, sin el más mínimo rastro de respeto y cortesía. No es de extrañar entonces que actuemos con resentimiento, siempre a la defensiva y prestos a reventar.
La chusmería y la marginalidad ya no son excepcionales: se han convertido en la norma en esta sociedad. Caen pesados “los que se hacen los finos, los distintos”. Nadie quiere ser tomado por flojo o pusilánime y convertirse en víctima de abusos. Así, vivimos en un continuo ambiente carcelario, donde priman los que más obscenidades gritan y más guapetones se muestran.
No quiero ser fatalista. Es muy triste, deprime, dar por perdidos el decoro y la decencia. Pero es sabido que en un medio donde se lucha a brazo partido por la subsistencia y se impone el sálvese el que pueda, es muy difícil que abunden las buenas personas.
Publicado originalmente en Cubanet.
El exagerado secretismo oficial y la opacidad de los medios estatales son los culpables de la existencia de “las bolas”, y de que estas proliferen, rueden y crezcan cual si fueran de nieve
Hoy, las viejas canciones de Marta Kubišová, que estuvo censurada por el régimen comunista durante más de 20 años, también enternecen, ponen melancólicos y hacen llorar a ciertos tercamente masoquistas ancianitos checos que aún sienten nostalgia por el pasado comunista
En Cuba o fuera de ella, no conseguimos librarnos del influjo de Fidel Castro. Fungimos de víctimas o victimarios, de adversarios o cómplices, de delatores y delatados...
E innumerables poetas han optado por el insilio, desde Dulce María Loynaz, que no ocultando su rechazo al régimen comunista, se encerró en su mansión durante décadas, hasta Rogelio Fabio Hurtado y Rafael Alcides, negados a publicar sus libros con tal de no dejarse manipular por los comisarios culturales del castrismo
Desde la independencia, todos los políticos cubanos, de todas las banderías y signos ideológicos, tanto en el poder como en la oposición, han echado mano de Martí, intentando apropiárselo y proclamando ser los continuadores de su ideario
Y para colmo, en medio de un nada propicio escenario internacional, se le viene encima en unas semanas, la administración Trump, con el cubanoamericano Marco Rubio como secretario de Estado, que ha prometido arreciarar las sanciones.
Tomás Emilio Hernández Cruz, exalto cargo de la Inteligencia cubana, es el hombre arrestado en Florida tras ocultar su pasado para adquirir residencia en EEUU
La Enmienda, legislada por el senador Orville Platt y que fue impuesta por el Gobierno estadounidense a la Constitución de 1901, fue derogada en 1934, pero el plattismo todavía dura
Luego de vagar un tiempo por la manigua es sorprendida y hecha prisionera en San Diego de los Baños. A pesar de todo lo sufrido y después de cumplir cárcel, regresa a Bahía Honda para seguir combatiendo. Por su gran labor y valentía, el General Antonio Maceo le confirió el grado de capitana
El exagerado secretismo oficial y la opacidad de los medios estatales son los culpables de la existencia de “las bolas”, y de que estas proliferen, rueden y crezcan cual si fueran de nieve
La mayor amenaza para Estados Unidos y Occidente proviene de los regímenes y sus representantes que suscriben los modelos de creencias marxista-leninista e islámicos. Los narcotraficantes del sur de la frontera y los cárteles que distribuyen el veneno tienen una relación simbiótica, directa o indirecta, con el socialismo latinoamericano