El sucesor de Raúl Castro dijo que que debido al gran impacto que tiene el reguetón en “segmentos cada vez más amplios del país”, el régimen no puede mantenerse al margen, sino que debe influir en sus creaciones y sumarlos a “la política cultural de la Revolución”
Indefensión y aturdimiento de la mayoría de los cubanos
El régimen ha conseguido amansar y silenciar incluso a muchos cubanos en el exterior. Son esos que aseguran que emigraron por razones económicas, no políticas, y que temen posicionarse públicamente en contra del castrismo por temor a que, en represalia, les impidan visitar Cuba para ver a sus familiares
CubaLibre10 de marzo de 2024 Luis CinoAdemás de en la represión, en la única otra cosa que ha sido exitoso el castrismo ha sido en aturdir y conseguir la indefensión inducida de la mayoría de los cubanos. Lo ha logrado a base del miedo, el adoctrinamiento y la desinformación a que hemos estado sometidos varias generaciones de cubanos durante más de 65 años de dictadura.
Así, no es de extrañar que, desde hace mucho, se hayan acunado axiomas cínicos y paralizantes como “esto no hay quien lo tumbe, pero tampoco hay quien lo arregle”.
Frases como esa, que invitan a la inacción y la apatía, al “no hay nada que hacer”, contrastan con la ingenuidad rayana en la tontería de aquellos que cada vez que el régimen amaga con simular una apertura o “una rectificación de errores”, creen en la posibilidad de que “ahora sí todo va a arreglarse y a empezar a mejorar”.
Pasa ahora mismo con los ilusos que esperan que la destitución del ministro de Economía Alejandro Gil y el aplazamiento del paquetazo de choque signifique un cambio positivo en el rumbo de la economía nacional. Alejandro Gil, como antes Marino Murillo, han sido solo chivos expiatorios. No fueron ellos los culpables del desastre económico que generó la Tarea Ordenamiento.
Simplemente fueron los ejecutores de las órdenes recibidas de sus superiores. Su sustitución nada significará. Como tampoco significaría nada el reemplazo (que no se puede descartar) de Miguel Díaz-Canel antes de que termine el periodo como presidente para el que lo designó Raúl Castro. Es él, Raúl Castro, “el jefe de la revolución”, y el generalato de las FAR y el MININT quienes controlan todo y toman las decisiones. Y con tales decisiones, no pueden esperarse otros resultados.
Pero más que Raúl Castro y sus generales, el problema es el socialismo marxista-leninista de partido único y economía planificada por el estado que no ha funcionado en ningún país que se aplicó. ¿Qué iba a funcionar en Cuba con el voluntarismo, los caprichos y las improvisaciones y bandazos de los aprendices criollos de Lenin?
Aun así, todavía hay quienes se niegan a aceptar esa realidad y siguen creyendo que el socialismo cubano es perfectible. Para ello, creen que es necesario que sigan sustituyendo ministros, que “sacudan la mata”, como hace décadas pensaban que era necesario que hiciera Fidel Castro, que según suponían, no se enteraba de lo que andaba mal en el país, y cuando se enteraba, enseguida lo resolvía.
A propósito de Fidel Castro, no son pocos los viejos devotos del fidelismo que ante la desastrosa situación en que se vive hoy en Cuba, no se cansan de repetir: “Con Fidel esto no pasaba”. Y en efecto, aunque casi, no pasaba, no tanto porque Fidel Castro, pese a sus delirios de grandeza, fuera mucho más inteligente que sus continuadores —Díaz-Canel y sus ministros han demostrado ser el más inepto equipo de gobierno de la historia de Cuba— sino porque durante los 47 años que gobernó el Comandante, vivió prendido de la teta soviética primero y luego de la del régimen de Hugo Chávez, lo que le posibilitó la realización de lo que llamaba “los logros de la revolución”.
De esos “logros”, hoy solo quedan ripios y rastrojos, como evidencian las cada vez más maltrechas salud y educación, debido al mezquino capitalismo de estado de compinches instaurado por el régimen de la continuidad, que del socialismo solo mantiene la retórica y el discurso.
La inmensa mayoría de la población, hambreada y al borde de la indigencia por las disparatadas políticas económicas que, a partir de la Tarea Ordenamiento, han provocado una inflación de alrededor del 1000%, hace mucho que no cree en los dirigentes del régimen ni los respetan: solo les temen. Y no es para menos, teniendo en cuenta las largas condenas de cárcel impuestas en los últimos años, en virtud de leyes draconianas cada vez más reforzadas, a centenares de personas solo por protestar pacíficamente.
La mayoría de la población no está con el régimen, lo rechaza, pero no ve otra opción. Desacreditando a los opositores, instigando las rencillas en sus filas, forzando al exilio, la policía política ha conseguido fomentar la apatía, la desilusión y la desconfianza de la población hacia los opositores. ¿Quién no ha escuchado decir que “aquí no se sabe quién es quién, y cualquiera puede ser un informante de la Seguridad del Estado”?
El régimen ha conseguido amansar y silenciar incluso a muchos cubanos en el exterior. Son esos que aseguran que emigraron por razones económicas, no políticas, y que temen posicionarse públicamente en contra del castrismo por temor a que, en represalia, les impidan visitar Cuba para ver a sus familiares. Así tienen que resignarse a ser pasivos contribuyentes de las arcas del estado castrista, mediante el dinero que gastan en sus viajes a Cuba y el envío de remesas y paquetes a sus familiares, que el régimen, de modo chantajista, utiliza como rehenes para esquilmarlos.
Publicado originalmente en Cubanet. Luis Cino Álvarez reside en Arroyo Naranjo, Cuba, y a pesar de la represión desde 1998 ejerce el periodismo independiente. Entre 2002 y la Primavera Negra de 2003 perteneció al consejo de redacción de la revista De Cuba. Fue subdirector de Primavera Digital. Es colaborador de CubaNet desde hace 20 años. Trabajó como profesor de inglés, en la construcción y la agricultura. Sueña con poder dedicarse por entero y libre a escribir narrativa. Le apasionan los buenos libros, el mar, el jazz y los blues.
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