
¿Será que la gratitud por dádivas concedidas hace décadas es un cheque en blanco extendido a sus amos, para tener que aguantarles, sin chistar y aplaudiendo, todo lo malo que han hecho después y que es cada vez peor?
Hoy, las viejas canciones de Marta Kubišová, que estuvo censurada por el régimen comunista durante más de 20 años, también enternecen, ponen melancólicos y hacen llorar a ciertos tercamente masoquistas ancianitos checos que aún sienten nostalgia por el pasado comunista
CubaLibre18/03/2025 Luis CinoMe cuenta una amiga praguense que las canciones preferidas por los checos de la tercera edad, las que les arrugan el corazón por los tantos recuerdos que evocan, son las de finales de la década de 1960 de la baladista Marta Kubišová, y no, como pudiéramos pensar las de Karel Gott, aquel cantante pop que tanto gustaba a los obreros vanguardias de la emulación socialista y los pioneros de pañoleta roja y al que, por eso, las autoridades le soportaban sus veleidades burguesas y occidentalizantes y hasta le rogaron en 1972 para que regresara de su gira por Alemania Occidental.
Marta Kubišová, que era también actriz, fue muy popular y recibió varios premios, pero fue prohibida por las autoridades comunistas luego de que su canción Oración por Marta se convirtiera en el himno de la resistencia a la invasión soviética que en el verano de 1968 aplastó la Primavera de Praga, aquel intento de democratizar y darle un rostro más humano al socialismo checo.
Kubišová, que se hizo activista prodemocracia y fue una de las firmantes de la Carta 77, el 22 de noviembre de 1989, durante la llamada Revolución de Terciopelo que puso fin al régimen comunista, cantó Oración por Marta y el himno nacional checo en la Plaza de San Wenceslao, ante miles de manifestantes.
Hoy, las viejas canciones de Marta Kubišová, que estuvo censurada por el régimen comunista durante más de 20 años, también enternecen, ponen melancólicos y hacen llorar a ciertos tercamente masoquistas ancianitos checos que aún sienten nostalgia por el pasado comunista.
Cuando termine el castrismo ―presiento que no falta mucho― y pasen los años, no faltarán tampoco en Cuba los nostálgicos del pasado comunista que lloren cuando escuchen las canciones de Silvio Rodríguez. Lo que no tendrán es una cantautora seria como Kubišová que los enternezca y les erice la piel evocando lo que considerarán que fueron “los años dorados de la Revolución”. Porque por aquella época, Sara González, que tanto emocionaría al “Máximo Líder”, ni siquiera tocaba la guitarra ni era diputada de la Asamblea Nacional del Poder Popular, sino que estudiaba viola en la Escuela Nacional de Arte. Cuando empezó cantar a “los héroes y las victorias de la Revolución” y a creerse ―porque se lo decía su amigo y colega Amaury Pérez― que era “la mismísima patria”, los cubanos no estaban para trovas politiqueras y preferían despelotarse con Los Van Van, El buey cansado y “dime dónde quieres que te ponga la barbacoa”.
Los nostálgicos del castrismo, cuando les dé por añorar la época de la Ofensiva Revolucionaria, el Cordón de La Habana, la Zafra de los Diez Millones, las escuelas en el campo, las microbrigadas, las vacas con la F de Fidel y Ubre Blanca, que fue el tiempo en que más cerca estuvieron del comunismo, si buscan una voz femenina para su masoquista gorrión por los años 60, para no caer en frivolidades burguesas, se tendrán que conformar ―aunque no sea épico― con El gatico Vinagrito, Lo feo y otras canciones infantiles de la trovadora Teresita Fernández.
Por los tiempos en que Marta Kubišová tocaba la guitarra y cantaba sus baladas en Praga, Luisa María Güell, la minifaldera chica ye-yé, gemía “no tengo edad para amarte” y Martha Strada se retorcía para cantar, como solo ella sabía, “abrázame fuerte, fueerte”… Pero los comisarios, que a la larga hicieron huir a las dos cantantes y a muchas otras más, cerraban los bares, cargaban las vitrolas en camiones verdeolivo y acababan con la vida nocturna habanera y hasta con los puestos de fritas, las barberías y los zapateros remendones, en la Ofensiva Revolucionaria de marzo de 1968, que tanto se atreve ahora a lamentar el cantautor Silvio Rodríguez.
De todos modos, el larguísimo reinado de Fidel Castro y sus continuadores tendrá su banda sonora. De tanto que ha durado y de tantas modas musicales que pasaron durante estos 66 años, ese soundtrack lo compondrán no solo las canciones de la Nueva Trova, como quisieran los comisarios, sino que abarcará desde aquello sobre una tirana que cantaba La Lupe hasta lo más soez y escatológico del reguetón y el reparto, la música perfecta para el decadente desmadre actual. Y pasará, como no, por títulos tan sugerentes como Atado a ti por esta soga, La Habana no aguanta más, El perico está llorando, Se acabó el querer, Ese hombre está loco y Quítame esta sal de encima.
Publicado originalmente en Cubanet.
¿Será que la gratitud por dádivas concedidas hace décadas es un cheque en blanco extendido a sus amos, para tener que aguantarles, sin chistar y aplaudiendo, todo lo malo que han hecho después y que es cada vez peor?
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