La revolución era la historia y la historia era la revolución. Las generaciones revolucionarias estaban condenadas a vivir en el vacío de la historia. Muchos crecimos creyendo –y sintiendo, que es aún peor– que aquella condición, aquella indefensión aprendida, era nuestro único destino
¿Qué hubiera pasado de haber tenido éxito el ataque al Palacio Presidencial?
La muerte de Echeverría le despejó el camino a Castro para imponer la primacía del M-26-7 sobre el Directorio Estudiantil, al que desarmaría en las primeras semanas de 1959 y disolvería en 1961, al incorporarlo a las Organizaciones Revolucionarias Integradas
Historia24 de marzo de 2024 LUIS CINOEn la tarde del 13 de marzo de 1957, miembros del grupo armado Directorio Estudiantil que se trasladaban en un camión de carga de Fast Delivery, atacaron el Palacio Presidencial con el propósito de ultimar al dictador Fulgencio Batista.
La muerte de Batista fue anunciada a través de Radio Reloj, luego de ser tomada la emisora, por un grupo encabezado por José Antonio Echeverría, el jefe del Directorio Estudiantil. Pero cuando Echeverría hizo el anuncio, el ataque al Palacio Presidencial, mal planificado, casi suicida, había fracasado. Batista logró escapar de su despacho hacia la azotea del edificio, y los asaltantes que no fueron muertos en el ataque (más de 30), eran perseguidos por toda La Habana.
El propio Echevarría, de 25 años, quien también presidía la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), fue muerto por la policía a un costado de la Universidad de La Habana, cuando intentaba refugiarse en ella tras escapar de Radio Reloj.
Fidel Castro, desde su campamento en la Sierra Maestra, criticó aquel ataque para el cual no fue consultado. Y su crítica no fue precisamente porque estuviera en contra del magnicidio o del terrorismo, que más terroristas que el ataque al Palacio Presidencial eran los atentados con bombas cometidos en las ciudades por los miembros de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio (M-26-7).
Entre Fidel Castro y José Antonio Echeverría, a pesar de que habían firmado en agosto de 1956 la llamada Carta de México que supuestamente sellaba la unidad de las fuerzas que se oponían al régimen de Batista, existían grandes contradicciones. Y no eran solo de métodos de lucha las diferencias.
Echeverría era un joven de formación burguesa, católico, demócrata, nada inclinado a la izquierda, mientras que el voluntarioso y autoritario Castro, de talante radical, no ocultaba su aspiración de hacerse con el liderazgo absoluto de todas las fuerzas revolucionarias.
De haber tenido éxito el magnicidio planeado por Echeverría y si eso hubiese provocado el fin de la dictadura de Batista, el Directorio Estudiantil, habiendo tomado la delantera, se habría impuesto sobre el M-26-7, hubiese restaurado la Constitución de 1940 y apoyado la celebración de elecciones libres que dieran por resultado un gobierno democrático, como habían anunciado que era su intención.
Fidel Castro, que llevaba solo cuatro meses en la Sierra Maestra, y hostigado por las fuerzas gubernamentales, no había podido todavía organizar el ejército guerrillero que luego tuvo, habría tenido que aceptar al gobierno resultante de esas elecciones, o de lo contrario, seguir alzado, con nulas posibilidades de triunfar.
La muerte de José Antonio Echeverría le despejó el camino a Fidel Castro para imponer la primacía del Movimiento 26 de Julio sobre el Directorio Estudiantil, al que desarmaría en las primeras semanas de 1959 y disolvería en 1961, al incorporarlo a las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI). Eso, sumado a los encarcelamientos y fusilamientos de varias decenas de miembros del Directorio Estudiantil y del Segundo Frente del Escambray, fue una pieza clave en la instauración de la dictadura comunista.
Publicado originalmente en Cubanet. Luis Cino Álvarez reside en Arroyo Naranjo, Cuba, y a pesar de la represión desde 1998 ejerce el periodismo independiente. Entre 2002 y la Primavera Negra de 2003 perteneció al consejo de redacción de la revista De Cuba. Fue subdirector de Primavera Digital. Es colaborador de CubaNet desde hace 20 años. Trabajó como profesor de inglés, en la construcción y la agricultura. Sueña con poder dedicarse por entero y libre a escribir narrativa. Le apasionan los buenos libros, el mar, el jazz y los blues.
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