
No se trata de negar nuestros sentimientos. Se trata de seguir el camino elegido a pesar de ellos, se trata de darnos cuenta de que, al final, lo que nos define es lo que elegimos vivir, y no el modo en que otros reaccionen ante lo que hemos elegido
La influencia de pacientes se hizo cada vez más considerable y hoy van a aquella ciudad del milagro, movidos por su fe, cientos de peregrinos de todo el mundo
Religión11 de febrero de 2025 Teresa Fernández SoneiraNinguna peregrinación me ha producido tanto impacto como la que hace varios años realicé a Lourdes, un pueblo de Francia en las estribaciones de los Pirineos. Fue allí donde Bernadette Soubirous, una niña de 14 años vio a la Virgen 18 veces, entre el 11 de Febrero de 1858 y el 16 de Julio del mismo año.
El 25 de marzo de 1858, día de la decimosexta aparición, Bernardita pide a la «Señora» que le diga su nombre. La «Señora» le responde en bigurdán, un dialecto del occitano, lengua romance de Europa, y ella le dice: «Que soy era Immaculada Councepciou», lo que quiere decir: «Yo soy la Inmaculada Concepción». Después se produjeron algunos casos de curaciones en los enfermos que eran conducidos a la gruta de Massabielle, donde se había aparecido la Virgen. La influencia de pacientes se hizo cada vez más considerable y hoy van a aquella ciudad del milagro, movidos por su fe, cientos de peregrinos de todo el mundo.
Gruta de la Virgen de Lourdes, Francia.
En aquella ocasión de mi viaje, viajaba con nosotros un médico quien nos explicaba que la peregrinación posee una increíble fuerza de persuasión, muy superior a la de los más altos maestros de la medicina, y que de una multitud en oración surge como un fluido que actúa con una fuerza sanadora insospechada. Y sanación es lo que van a buscar allí muchos. Después de viajar cientos de millas llenos de esperanza, se dirigen hacia la gruta en camillas o en sillas de ruedas, acompañados de médicos y enfermeros.
"Le Bureau des Constatations Médicales" y de "Le Comité Médical International" de Lourdes, que rigen el análisis científico de las curaciones producidas en Lourdes, lo hacen de forma muy estricta. De los aproximadamente 7000 expedientes de curación registrados desde las apariciones hace siglo y medio, solo 70 casos han sido reconocidos por la Iglesia como milagros. La Iglesia siempre ha sido muy cuidadosa acerca de las curaciones.
El grupo que viajaba conmigo bajó por entre las angostas callejuelas y nos encontramos con la esbelta aguja de la basílica que se levanta hacia el cielo como una plegaria. Fue aquí, en 1903, cuando el doctor Alexis Carrel, Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1912, presenció una curación que hizo que su vida diera un giro total y que creyera en Dios y en el milagro.
Esplanada del Santuario de Lourdes con la Basílica al fondo. Procesión de las antorchas, que se lleva a cabo diariamente.
¿Pero, es conciliable la religión con la ciencia? ¿Los descubrimientos de la física permiten a la razón admitir los principios de la fe? Blas Pascal, un filósofo del siglo XVII, respondía a los incrédulos que no aceptaban la resurrección de los muertos: “¿Qué razón tienen los ateos para decir que no se puede resucitar? ¿Qué es más difícil, nacer o resucitar? ¿Que aquello que nunca existió empiece a existir, o que lo que ha existido vuelva a la existencia? La costumbre nos hace fácil la primera posibilidad y la falta de costumbre hace difícil, sino imposible, la segunda. Criterio ciertamente pueblerino”, terminaba diciendo Carrel.
Debemos convencernos de que la ciencia tiene la misión de prever, no de comprender. Un electricista cree que comprende cómo funciona una batería eléctrica, pero los mejores físicos admiten que, aunque se pueda prever si va a funcionar, no se comprende todavía por qué funciona. Hay quienes no creen en Dios, y en el milagro, pero creen en el electrón, ¡invisible y materialmente inconcebible! ¿Dudamos de los milagros que se pueden producir en Lourdes? Pensemos que Dios bien puede modificar las leyes naturales ya que fue El quien las creó.
De aquel viaje a Lourdes ha quedado en mi memoria una última imagen: la basílica iluminada por millares de antorchas que llenaban las rampas que conducen a la puerta principal. De aquella procesión se elevaba, acompasadamente, el rezo del rosario en diferentes idiomas, y los cantos del Ave María se repetían hasta el infinito. Fue una grandiosa vivencia de fe.
Bernadette Soubirous fue proclamada santa por Pío XI el 8 de diciembre de 1933. Desde entonces, la advocación de la Virgen María como Nuestra Señora de Lourdes ha sido motivo de gran veneración, y su santuario es uno de los más visitados del mundo: unas 8, 000, 000 de personas peregrinan allí cada año.
Tarjas que muestran agradecimientos a la Virgen por favores y milagros recibidos.
En 1992, el papa Juan Pablo II instituyó la celebración de la Jornada Mundial del Enfermo a realizarse el 11 de febrero de cada año. Oremos con fe a la Virgen de Lourdes en su festividad, y pidámosle por nuestros enfermos y también por Cuba que está enferma de gravedad. Recemos por todos los que sufren del alma y del cuerpo, para que, si esa es la voluntad de Dios, sanen para siempre.
No se trata de negar nuestros sentimientos. Se trata de seguir el camino elegido a pesar de ellos, se trata de darnos cuenta de que, al final, lo que nos define es lo que elegimos vivir, y no el modo en que otros reaccionen ante lo que hemos elegido
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