El bien feroz y la caperucita roja

La felicidad de cada individuo no debe ser un “amor” hallado en internet, ni la reproducción por inseminación, la promiscuidad hippie, el sexo grupal, de fricción- ficción, de drogas y comida química

Bogaciones 24 de julio de 2023 Andrés R. Rodríguez
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"¿La caperucita siempre ha sido roja?" 2023, LLL

En la Antigua Grecia ya lo explicaba Aristóteles: "La peor forma de desigualdad es tratar de hacer iguales las cosas desiguales". Evidentemente todavía no se acaba de entender.  

Actualmente, nos bombardean desde todos los ángulos con una moral “buenista”. Intelectuales, artistas, locutores, políticos nos dicen a toda hora: todos somos buenos.

No hay que ser muy avisado para ver que no es así, que algunos lo son, pero otros no, tal vez una gran mayoría. No somos una masa de buenazos conducidos por unos ambiciosos que nos corrompen. Por el contrario, somos manadas con una mal vestida herencia zoológica. Al desnudarnos, queda allí, en plena evidencia, la oveja y el lobo, el león y la gacela, el mono y el loro. Para que, con esta base ancestral, se establezca un “contrato social”, y que funcione, tienen que superponerse muchas generaciones tratando de borrar tanto al lobo como a la gacela.  

Tiene que haber una enérgica emergencia desde nuestras miserias, y esa solo la pueden inducir algunos excepcionales, los fundadores. No se funda desde la masa, que tiende a ser vacuna, ni desde la revolución que tiende a ser disipadora de energía, sino desde la personalidad atípica del héroe, que tiende a ser prometeico y desde elites abiertas de pensadores, que son los que han dado lugar a los grandes saltos civilizatorios, lease la Revolución industrial, la independencia de EE. UU., la preeminencia de los métodos científicos sobre la verborrea de las humanidades. 

Screenshot 2023-07-15 at 9.49.18 PM11-J, el anhelado y (por el momento) frustrado despertar de los cubanos

Es mejor suponer que “el otro” puede actuar en contra a los mejores intereses nuestros y de todos, que estimar que los que toman el micrófono o alzan la espada vienen a salvarnos de nuestros errores. Tenemos que ponernos a recaudo de nuestro bárbaro, que nunca fue un buen salvaje, y refundar humanidad indefinidamente. No solo fueron Prometeo, Cristo o Einstein, los que nos dotaron de ímpetu perfeccionista.

No serán masas de buenistas, atrincherados detrás de las murallas académicas, los que nos refundaran, porque la fundación no se puede hacer en la comodidad acondicionada de la academia actual, sino en los pedregosos senderos y precipicios de la vida. No somos un SER sino que estamos siendo. Actuamos, cumplimos un rol, pero solo las personalidades muy autónomas y morales, apuntan a una moralidad constructiva, orgánica. 

La felicidad de cada individuo no debe ser un “amor” hallado en internet, ni la reproducción por inseminación, la promiscuidad hippie, el sexo grupal, de fricción- ficción, de drogas y comida química. Si esa fuera la felicidad que propone la burocracia de la ONU, de la Unión Europea y de gobiernos buenistas, ya habitamos un Bravo Mundo.

Screenshot 2023-07-08 at 8.06.03 PMSobre revoluciones y resbalones: del bulldozer de Santa Clara al siglo XXI

Las entidades biológicas tienden a ser viables cuando el número de individuos que se incorporan a una población (nacimientos, reclutas, progenie, brotes, plántulas) es mayor que el de emigración o muertes (enfermedad, envejecimiento, mortalidad natural). En ese caso se dice que tienen un buen potencial biótico. La población de seres vivos que no dedique gran parte de su energía a continuarse en el tiempo, disminuye y eventualmente desaparece. 

Ética, moral y comportamiento social no son adornos o caprichos, tienen razones basales. Se trata de sostenibilidad, esa palabrita con la que tantos académicos viajan por el mundo a teorizar. No es extraño entonces, que desde el inicio del proceso civilizatorio e históricamente las leyes morales humanas hayan sido seleccionadas para favorecer los comportamientos y moralidades que refuerzan los linajes, impulsando la selección como parentales de los más aptos, a la vez evitando la transmisión de enfermedades y epidemias por promiscuidad. Las leyes morales, con que se han gobernado los seres humanos, tienden a garantizar su continuidad, su potencial
biótico.

Moralidades y comportamientos “humanos”, a veces tomaron por senderos escabrosos o enyerbados (Moloch, infanticidio, sacrificios humanos, el sultán incontestable, la bestia rubia,…) pero dejando atrás las expresiones degradantes, al final hemos emergido en un proceso civilizatorio que nos ha hecho sociedades (en plural) más viables y sostenibles, más y mejores seres humanos seleccionando en nuestro hacer lo que propusieron los grandes pensadores constructivos.

No es el caso del actual planteamiento, desde Judith Butler y Simone de Beauvoir y otros, que con un malabarismos verbales y solo basadas en sus inspiraciones intelectuales, pretendieron ser “ingenieras sociales”. Es muy cuestionable que de ese bagazo intelectual, se pueda extraer unos miligramos de “guarapo científico”. 

Ser siendo. La moral no es estarnos preocupando con quien duerme con la vecina o que hace un individuo con su cuerpo. Se trata de viabilidad a lago plazo, es decir, sostenibilidad de los grupos humanos, de la especie Homo sapiens. La educacion debe ser para SER no para el ESTAR.

Screenshot 2023-07-16 at 12.00.24 AMPlomo en el ala

Una serie de intelectuales y académicos (Marx, Engels, Sartre, su “novia” Simone de Beauvoir, Foucault, Derrida y otros) que han disfrutado de consideraciones sociales especiales en sociedades industrializadas, nos han ido inculcando una serie de ideas “alternativas” y conduciendo a una “moderna” moralidad gelatinosa, un pensamiento Alicia en el país de las maravillas, que no se preocupa por sostenibilidad alguna, aparte de cierta fama artificialmente inflada de alguno de ellos. Aprovechándose de la riqueza y permisividad de sociedades industrializadas occidentales, nos han inculcado “ideas” estupidizantes, que provocan transmisión de enfermedades, epidemias (virales, mentales y weberianas) desestructuradoras de la cultura y la propia civilización que las aupa.

Sus propuestas son irracionales, no tienen contacto con el mundo real, son una serie de asertos incoherentes e incomprobables con métodos científicos. Se basan en impunidad académica para decir bobadas, robar cámara, gritería, chusmería, vanidad y lentejuelas.

La cultura occidental ha ingerido esta información intoxicante y como no la ha regurgitado, su salud se resiente. En nombre de la “justicia social” grupos de intereses con agendas ocultas han ido convirtiendo en insostenible e inviable a Occidente (Europa mas que todo, EE.UU. en menor proporción). Los sistemas educativos nos han traicionado. Y el descenso del empuje civilizatorio eurocentrista deja espacio para la emergencia de las culturas que miran al pasado y al grupo: las orientales colectivizantes, las machistas islámicas, las indigenistas americanas, las tribales africanas.

Los intelectuales que participan en la piñata del buenismo, lo hacen con total irresponsabilidad y con muy poco rigor científico, aunque se disfracen con toga y birrete, con serpentinas y lentejuelas, con intrigas y agendas ocultas. ¿Eso no les preocupa a los Sartre o los Foucault, al Monedero o a Atilio Boron? ¿No pretenden ser abuelos estos “pensadores”?

Destruyendo a la familia como núcleo social, provocan una ruptura en la columna vertebral del cuerpo social. ¿Era ese su objetivo? ¿Esto es parte de un desmonte de la cultura occidental? No me uno a teorías conspirativas, pero no dejo de constatar que, si uno escarba un poco, nota que no se trata de algo casual.

No pocos de los que esgrimen estos planteamientos dicen que les molesta el Capitalismo, pero lo que les molesta es el enorme éxito que tuvo occidente. Nos envuelven la simple envidia árabe, africana, o china, en celofán de ideas “modernas” y nos destruyen desde el oportunismo de una intelectualidad flojona, idiota y poco creativa. Los que se quedaron atrás, sin medallas en la carrera civilizatoria, quieren competir con otras reglas: todos se merecen una medalla, dicen estos intelectos borrachines.

Diseño sin título - 2023-07-05T195206.301 (1)¿De quién es la cocaína hallada en la Casa Blanca?

Los nuevos criterios moralizantes se reflejan en un evidente y acentuado desmembramiento social de occidente, el descenso acentuado de la natalidad de las poblaciones de los países donde han prosperado estas ideas y el aumento de las poblaciones donde no se aplican estas estupideces. La moralidad que proponen se contrapone a esenciales principios biológicos de supervivencia de la especie y en especial, de la muy exitosa cultura europea. También ello se refleja en el envejecimiento de las poblaciones de Europa, USA, Japón y en el rechazo de las nuevas generaciones a tener descendencia.

Por otro lado, una sociedad compuesta de individuos idénticos es un contrasentido. Cuando algo semejante ocurre en el mundo biológico, es un callejón sin salida evolutivo. Ejemplo: los peces en un cardumen actuales, son idénticos a los de hace millones de anos.

La igualdad de tabla rasa como meta social, solo se le puede ocurrir a envidiosos enfermizos. Sin embargo, muchos catedráticos ex-hippies, mediocres poetas inflados y pintores hechos a la medida del mercado, llaman AMOR hoy a ciertos comportamientos trashumamos y ARTE a mamarrachos visuales y performance. La promiscuidad es un herbicida en el rosal que es el amor de pareja. Pretender demoler y convertir en negativo el mito del príncipe y la princesa que se buscan y reproducen en un tercero (Esto es: el príncipe representa la selección del espermatozoide subiendo por las Trompas de Falopio, solo llegan los más enérgicos e insemina SOLO UNO).

¿Qué igualdad pretenden los espermatozoides? Su falopiana carrera es un método discriminatorio y cósmico-selectivo de los más viables. Occidente y su cultura (incluso ese confuso concepto que metemos bajo el termino
Capitalismo) se vendrían abajo si se elimina la discriminación para seleccionar pareja y se instauran formas promiscuas, indiscriminadas e inestables de sexo y reproducción. Sería muy destructor del cuerpo social el azar dominando matrimonio por grupo, encuentros improvisados, selectividad electrónica, rediseño hormonal, relaciones poliamorosas, sexo reducido a meras fricciones anales o vaginales, efímeras, vaselinosas y hormonadas.

Screenshot 2023-07-29 at 5.46.34 PMHacer lo sano y lo correcto: impugnar la discriminación en cualquier sentido

Se trata de suplantar todas las leyes y reglas desde las que hemos emergido, tanto las que podemos vislumbrar de la naturaleza como que han ido proponiendo las religiones más estabilizadoras, en mi criterio la cristiana y la budista. Han sido destiladas por siglos como sabiduría. Sin embargo, viene un catedrático hippie, un marxista consciente o un tonto útil (marxista inconsciente) que se leyeron 10 libros de gente como ellos, a desmontarlas a golpe de papel.

Malamente, somos víctimas de propuestas e ideas despeinadas, que parecen más de bar que de academia. Han surgido principalmente desde intelectuales y académicos de humanidades, de dudosa precisión y moralidad, escasa cordura y objetividad biológica-científica. En los hechos, presentan una batalla sin cuartel a la realidad geológica, biológica e histórica, contraponiéndola a su realidad caprichosa, enfermiza e inviable. Pure wishful thinking. ¿O es la caperucita roja la que nos propone el bien feroz?

Screenshot 2023-06-28 at 11.22.28 PM¿Revolución o revolcón de sangre?

Andrés R. Rodríguez es un investigador, biólogo, profesor y escritor cubano exiliado en Estados Unidos. Su más reciente libro es Involución, a la venta en Barnes & Noble. Otros de sus títulos son: Havana 500 Anniversary, Caribbean Touristic Dictionary, Destellos al Alba, Lista de nombres comunes y científicos de peces marinos cubanos, Peces marinos importantes de Cuba, Ecología actual, conceptos fundamentales, Maritime Dictionary, Fábulas vivas, Colonial Havana˗Trinidad, Ecología para Ecoturismo, y La verdad es llama.  

Los columnistas son responsables de sus opiniones y no necesariamente coinciden con la postura de ENC. 

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