
Es en la persona de Alexander Solzhenitsyn donde se concreta la imagen arquetípica del disidente contemporáneo, el hombre que da voz al horror silente, el hombre que articula el relato de los que yacen en fosas comunes
Marx pretendió que las religiones son el opio de los pueblos. Las elimino de un plumazo y luego muchos le suscribieron a plomazos. Y se dispuso a vendernos ideas químicas, ya no opio, si no anfetaminas, y otros tóxicos que emborrachan y envenenan a la humanidad
Bogaciones08/12/2024 Andrés R. RodríguezLa pirámide de la cultura occidental y mundial ha sido montada modularmente como algo sistémico, coherente y viable, en un largo proceso civilizatorio de siglos, en que se ha tenido que amaestrar el odio que a veces emerge y envenena alma y cerebro humanos.
¿Quién sembró en nuestras neuronas el odio para matar miles y a veces millones? Larga explicación tendría que dar y no estoy capacitado porque se trata de algo muy mayúsculo. El odio es privativo de los seres humanos, el león no odia las gacelas. Un depredador consume lo que le es imprescindible. Un ser humano puede ser amaestrado para matar otro, sin haberlo visto nunca.
Ni depredadores ni parasitos odian a su presa. Por el contrario, técnicamente la pastorean. E incluso podemos decir que la cuidan de la misma manera en que los esclavistas cuidan a su esclavos de enfermedades, pues su interés no es darle una mejor vida o dejarlos en libertad, sino, sencillamente, impedir que se extingan las presas, es decir, su alimento para sobrevivir. Además, cuando los depredadores son muy letales, su base forrajera desaparece y de esta manera, en los hechos, es un camino al suicidio. En la naturaleza, impera el comedimiento, la homeostasis. El ser humano, perdió este atajo. ¿Qué otra trocha tomó el Homo sapiens?
Entre los seres humanos, esos mecanismos de control de odios surgen de una moralidad trascendente, de las religiones, de la conciencia de cierto bien cósmico. Unas mejor que otras las moralidades propenden el comedimiento y el humanismo. El más evidente es el humanismo cristiano , que es la columna vertebral de occidente. Pero este control se perdió en los Gengis Khan, Adolf Hitler y Stalin.
Marx pretendió que las religiones son el opio de los pueblos. Las eliminó de un plumazo y luego muchos le suscribieron a plomazos. Y se dispuso a vendernos ideas químicas, ya no opio, si no anfetaminas, y otros tóxicos que emborrachan y envenenan a la humanidad,
La figura de Marx juega actualmente importante papel intelectual en Occidente, por la arrogancia incompetente de la Academia (muy poco crítica) y tal vez agentes externos a la ciencia y la política (¿servicios secretos de Rusia, China, Iran, Cuba?).
Las universidades de occidente abundan en tesis académicas, que pretenden mantener vivo artificialmente el pensamiento de Marx. Porque las concepciones y “fórmulas científicas” de Marx han sido sometidas a 2 siglos de comprobación y donde quiera han provocado abundante llanto. Son contranatura. Se trata de pura arrogancia intelectual, pura estupidez intelectual, atrincherada hoy en invernaderos académicos de malcriados que nunca han salido de los muros universitarios. Aclaramos que al estúpido le cuesta más aquilatarse, en la propia medida de su estupidez.
Prominente en Marx los conceptos lucha de clases y la dictadura del proletariado. Hacer el sentimiento central de toda sociedad el aprecio a los iguales y el odio a los prominentes, es un veneno que erosiona el estómago del cuerpo humano y produce una diarrea pestilente, el llamado marxismo.
Veamos esto del odio de clase, idea tan cara a Marx y sus seguidores. Se le ocurriría al león odiar a la gacela o a la gacela al león? ¿El tiburón odia la sardina o las sardinas a otros tiburones? En la naturaleza, las presas se escapan de los depredadores reproduciéndose mas rápidamente (en ecología: alto potencial biótico y estrategas de la r). Exactamente los que hicieron los recién emigrados siervos de la gleba cuando en la industrialización temprana llegaron a burgos en Inglaterra y el norte de Europa. Entonces se reprodujeron mas intensamente. Por eso se les llama proletarios, porque tenían una prole numerosa. ¿Pero cuál es la solución que se le ocurre al genio de Tréveris? ¡Eureka! la “dictadura del proletariado”, una palabreja teórica para envolver una maldad colectiva banalizada e intelectualizada, muy lejana al comportamiento de los seres vivos en la naturaleza.
Planteamientos humanizadores han domado los bajos instintos humanos y también construido la civilización (cristianismo, budismo, humanismo intelectual, etc.). Pero la lucha de clases es el motor de la historia. en el planteamiento obtusamente obrerista y odiadores del prominente de Marx y sus alumnos.
El pretendido motor es peligroso porque es un reactor atómico sembrado en el corazón de la civilidad. Porque si los “obreros” (las manos de la sociedad) deben eliminar a los “explotadores capitalistas” (el cerebro de la sociedad). ¿Quién queda a cargo? Vean la cara de Stalin. Un Iván el Terrible con casaca de obrero. O de Mao, un mandarín genocida.
Con el materialismo histórico, Marx hipotizó una sustitución lineal y fatal de formas sociales en tiempo histórico (Se pasa fatal y linealmente de esclavismo a feudalismo a capitalismo a comunismo). Falso. No hay tal fatalismo lineal. Incluso actualmente coexisten ciertas formas escondidas y marginales de comunidades primitivas, esclavistas, feudalistas.
Otro concepto de Marx, muy cuestionable, es el de la plusvalía: el valor de un producto radica en la cantidad de horas para producirlo. El inventor, sus horas de insomnio, no tiene que recibir nada especial, el que lo merece es el obrero, el proletario que concreta la idea. ¿Y cuál es la olímpica solución social futura de Marx? Quedarnos sin clases, solo proletarios cobrando lo justo por hora. ¡Y ese es el paraíso! En una sociedad marxiana ¿Que se le debía pagar a Picasso, a Newton, a James Watt , a Einstein, a Steve Jobs o a Elon Musk? Se les pagaría por hora una vez que llegaran a su puesto de trabajo, igual que a otros proletarios. Sera una sociedad perfecta, sin clases, sin genios y sin comida.
Suena absurdo, pero lo anterior fue lo que instrumentaron desde el poder Lenin, Mao, Pol Pot, Castro y Chávez. Unos con guadaña, otros con martillo, unos con plomo, otros con deportaciones masivas. Eso fue lo que pretendieron ya en el poder los alumnos aventajados de Marx.
En el siglo XX casi la mitad de la población del mundo llegó a vivir en países declarados marxistas. Pero eso se ha envuelto en papel regalo buenista, porque es obvio que sistemáticamente la visión social de Marx llevó a la destrucción del tejido social. Ya sabemos que sus ideas son maldad y envidia intelectualizada. Las sociedades que lo han implementado han tenido que abandonar el experimento o hacer un injerto con la producción capitalista (industrialista), como en el caso de China y Viet Nam.
Uno de los presupuestos más tóxicos de Marx es suponer que lo que en la naturaleza es lucha por la vida, en la sociedad pasa a ser lucha de clases. ¡Falso! Ello solo ha producido millones de víctimas y sociedades castradas. Marx no fue para nada un cientifico, no sometió sus ideas a pares que le podían criticar y rectificar, lo usual e imprescindible en la ciencia real actual. Sus ideas las maquinaba en soledad, a veces en intercambio epistolar con su amigo Engels u otros como este, muy poco críticos. Por ello el marxismo es letalmente destructivo de la cultura occidental, es puro wishfull thinking de un individuo muy herido y equivocado, habitando otra galaxia que la modernidad.
Marx no llegó a conocer como opera un ecosistema, que con el tiempo tienden a hacerse muy complejos. Veamos un bosque, donde ocurre lo que se llama sucesión ecológica: comienza siendo una asociación muy simple, apenas unos microorganismos unicelulares (bacterias…) luego se incorporan especies primitivas (líquenes, hongos…) y termina como un conjunto muy biodiverso, con grandes árboles de crecimiento lento dando cobijo consistente una alta diversidad. Del mismo modo, que la biodiversidad tiende a maximizarse, las sociedades se complejizan.
En la década de 1950 y poco después, al marxismo lo sostenían masivamente académicos, escritores, intelectuales. Claro, los horrores del stalinismo no se hicieron públicos hasta 1953, cuando toma el poder en la URSS Krustchev y en un discurso lo denuncia. Aún no se conocían del todo los Gulags rusos, la Gran Marcha de Mao o los métodos asesinos de Pol Pot. Pero indudablemtne el marxismo es un Frankestein social. Sin embargo sus afirmaciones sin fundamente son fáciles de hacer arraigar en la masa, dadas sus loas al hombre común. Luego, cuando un marxista en el poder quiere ocultar lo que esta pasando y reafirmar lo teórico del genio fundador de la felicidad, reúne una turba, le mete una arenga y obtiene una gritería reafirmativa.
¿Para qué hace falta tanto Hegel? Lo de ellos es ordeno y mando. Luego repartir algunas migajas entre las focas aplaudientes, ocultando que los repartidores se constituyen en nueva casta privilegiada. Pero no deja de sorprendernos la supervivencia del marxismo ya entrados en el siglo XX y aun en el XXI por mediocres papagayos de lo mismo (Sartre, Simone de Beauvoir, Marcuse, Foucault, Enrique Dussel, Oscar de la Borbolla, Atilio Borón, José P. Feinmann, Gabriel Salazar, Diego Ruzzarin, Amilcar Paris, Darío Sztajnszrajber. Pablo Iglesias, Juan C. Monedero, etc.).
El marxismo en Cuba ha sido una pantalla intelectual, una droga, que ha pretendido ser un planteamiento intelectual, cuando en los hechos ocurría una burda imposición militarista, de un loco verde olivo que se daba a la tarea de dibujar y desdibujar a su gusto y capricho. Al final, Cuba ha retornado a ser un enclave militar, con feudos y jerarcas. Y siguiendo nuestra tradición, nos arrodillamos a militarotes, como siempre nos arrodillamos a entorchados en el más custodiado enclave militar que tenía la corona española: La Habana.
Los militarotes cubanos, dicen que marxistas, han olvidado al Hegel incluido en Marx y su tesis-antitesis-sintesis. Están siempre muy seguros de sus afirmaciones, impidiendo (con comisarios, brigadas de acción rápida, o con guardias rojos) a otros expresarse, negando hechos históricos (número de asesinados por Stalin o Mao) o ninguneando los que los contradicen.
Las ideas marxistas son muy afines a los militares, pero también a amaestradas turbas de artistas parasitarios, que abundan en la actualidad en Occidente. Todo artista cree que su experiencia es esencial al mundo. Creen que la ficción puede crear realidad, y no que le realidad debe ser redibujada con arte. Creen que el mundo evoluciona sobre la palabra y el verbo y no sobre el numero y la meditación. Dan muy poco espacio a la ciencia y la tecnología, que son sistemas que se automejoran en silencio. A un artista los números no le convienen. Tampoco a un marxista. Los de ellos es lo cualitativo, la palabra.
Estamos acostumbrados a oír a artistas, poetas y literatos, pretender recomendarnos que seamos buenos, a lo Rousseau, Jean Valjean o Robin Hood. Y lo dicen de manera tan insistente e interesante, que todos debemos prestarle atención, aprestarnos a emularlos. Vemos hoy a todo tipo de faranduleros opinar sobre la justicia social y la lógica y necesaria igualdad. Opinan personas que nunca han producido nada concreto, ni una rosa han cultivado en su jardín, pero creen en la justicia distributiva. Ellos aspiran a que se repartan las rosas cultivadas por otros. Como resultado de tanta propaganda y confusión intencionada, Occidente desciende en su natalidad, gran parte de la juventud no estudia ni trabaja, la contaminación va en ascenso, las fronteras están abiertas, China emerge como potencia retadora, etc.
El materialismo histórico y su lucha de clases nos deshumaniza, nos convierten en masas ciegas y obtusas batallando bajo “leyes” económicas. Es así que bajo la dictadura del proletariado. gloriosamente concebida por Marx durante algún adormecimiento en la biblioteca pública londinense, los aventureros, los pistoleros, los incapaces, los cocheros, los jornaleros comenzaron a aspirar a ser funcionarios en grandes estructuras gubernamentales, desde burócratas hasta apparatich. Y su sueño se está haciendo realidad.
Es en la persona de Alexander Solzhenitsyn donde se concreta la imagen arquetípica del disidente contemporáneo, el hombre que da voz al horror silente, el hombre que articula el relato de los que yacen en fosas comunes
El mandato de silencio, justificado bajo la falacia de la intemporalidad política, ha inoculado la sospecha y la autocensura como prerrequisitos de supervivencia intelectual
El peso simbólico de esta nación imaginada en la conciencia ha generado una narratividad febril, anclada en una secularidad histórica y proto-nacionalista. Cuba nació como un imaginario, como un modelo de paraíso
El wokismo, como casi toda formulación dialéctica e ideológica, termina siendo un concepto elástico que agrupa a un disenso prefigurado desde el aparato político del Estado
La meta es convertir los individuos en masa sumisa, suicida, sin auténticas ambiciones que trasciendan al Estado protector, cegador, silenciador. Hoy la socialdemocracia globalista es su más elevado escenario. Peligro mortal
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Pretender que el progreso es una enérgica marcha hacia la igualdad y que implica “justicia social” para los preteridos y "empoderar” a los marginados, es una mentira tan grande como un templo
Es en la persona de Alexander Solzhenitsyn donde se concreta la imagen arquetípica del disidente contemporáneo, el hombre que da voz al horror silente, el hombre que articula el relato de los que yacen en fosas comunes
Durante años, el General y el reguetón fueron la encarnación de la música que me resultaba insoportable. Pero eso fue hasta que llegó el llamado reparto
Si hay cese del fuego, su futuro va a estar marcado por la convocatoria a elecciones, y sería importante para él seguir en detalle lo que hoy está pasando en la política interna de EEUU
Las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Bolivia se saben en la misma condición que la de Venezuela. Los gobiernos paradictatoriales ya han empezado a actuar a favor de los intereses criminales de sus mandantes
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Ambos atentados nos remiten inevitablemente al apuñalamiento que sufrió Jair Bolsonaro en 2018, o el disparo que rozó la oreja de Donald Trump el 2024
A la entrada de aquellos recónditos campamentos, rodeados por alambradas de púas y vigilados por guardias con armas largas, letreros reminiscentes del que hubo en Aushwitz, proclamaban: “El trabajo os hará hombres”
Lo que está pasando en Colombia no es un asunto local, incumbe a las Américas y al mundo libre
"Y aprendes el terror donde el vacío devora campanarios, ese lugar por donde escapas con astucia de mago, hasta que eres todas las palabras"
En sus últimos años no le hacía mucho favor la imagen de un anciano testarudo y frágil que escribía confusos editoriales para CubaDebate y el periódico Granma que llamaba Reflexiones y firmaba como “Compañero Fidel”, en los que hacía predicciones apocalípticas y uso y abuso del corta y pega