
No se trata de negar nuestros sentimientos. Se trata de seguir el camino elegido a pesar de ellos, se trata de darnos cuenta de que, al final, lo que nos define es lo que elegimos vivir, y no el modo en que otros reaccionen ante lo que hemos elegido
El tiempo ha transitado por nuestra tierra, con su paso lento y continuo, y nos ha visto empobrecernos y entristecernos, nos ha visto sufrir en silencio y a gritos, pero siempre al ritmo obsesivo de las voces de mando que nos piden seguir caminando “Hasta la victoria siempre”
Religión10 de noviembre de 2024 Padre Alberto ReyesHe estado pensando… (LXXXIX) por Alberto Reyes Pías
Las consignas son frases cortas. Están hechas para motivar, para levantar los ánimos e infundir fuerzas cuando cuesta seguir adelante, y también para iluminar en los momentos de oscuridad, para que nos aferremos a ellas cuando todo a nuestro alrededor es incierto y oscuro.
Pero como suele ocurrir, existe, además, otra cara, y las consignas pueden ser usadas para manipular, para llevar al otro por donde queremos, infundiéndole una fuerza que lo haga tomar un camino sin que se pregunte si es ese el camino que quiere seguir.
Así, desde el inicio de eso que llamamos “Proceso revolucionario”, que ya en sí es una frase hermosa y motivadora, nos han ido regulando, manejando y cortándonos las alas a golpe de puras consignas, de las cuáles menciono sólo algunas.
Nos enseñaron a gritar: “¡Pin, pon fuera, abajo la gusanera!”, para que canalizáramos nuestro odio y nuestra ya incipiente frustración contra aquellos que, desde el inicio, no quisieron apoyar este sistema. Y muchos gritaron, y delataron, y agredieron a los “gusanos” que abandonaban el paraíso revolucionario, antes de seguirlos silenciosamente, desde aquellos días hasta hoy.
Nos repitieron hasta la saciedad que éramos el “Faro y guía de América”, mientras lo que las
Américas veían era una propaganda prefabricada y falsa. Pero siempre es hermoso sentir que se es luz para alguien.
Nos adoctrinaron haciéndonos creer que “El mundo avanza inexorablemente hacia el socialismo”, y cuando el comunismo cayó estrepitosamente en Europa del este, haciendo pedazos el mito, desplegaron ante nuestros ojos un cúmulo de banderas para intentar convencernos de que aquí no ocurriría lo mismo, porque nosotros, a diferencia de los pusilánimes europeos: “Somos un pueblo heroico”, “Somos un pueblo combatiente”, donde “Los hombres mueren, pero el Partido es inmortal”, donde “Sí, se puede”, donde había
que “Resistir y vencer”.
Todo esto en medio de una sucesión de períodos “especiales” provocados por un declive continuo de la economía y un deterioro general que iba desde las fachadas de las casas hasta las industrias más emblemáticas, y que ha terminado anidando en el alma de la gente, robándole su alegría y sus ganas de vivir.
Y ante la experiencia de la nada, de la escasez creciente y la falta de soluciones, volvían, enérgicas, las consignas, porque en lugar de plantearnos un cambio sanador, teníamos que “Hacer más con menos”, “Ir por más” y “Convertir los reveses en victorias” porque, de hecho “Siempre se puede más”, en una Revolución que “no abandona a sus hijos”, aunque te haga la vida miserable, provoque la emigración de tu familia, te advierta con amenazas que no tolerará una protesta y te reprima al menor intento de cuestionamiento.
El tiempo ha transitado por nuestra tierra, con su paso lento y continuo, y nos ha visto empobrecernos y entristecernos, nos ha visto sufrir en silencio y a gritos, pero siempre al ritmo obsesivo de las voces de mando que nos piden seguir caminando “Hasta la victoria siempre”.
No se trata de negar nuestros sentimientos. Se trata de seguir el camino elegido a pesar de ellos, se trata de darnos cuenta de que, al final, lo que nos define es lo que elegimos vivir, y no el modo en que otros reaccionen ante lo que hemos elegido
Muchos cubanos simulan apoliticismo, evitan expresar credos y convicciones o, de hacerlo, matizan el contenido, palabras o frases usadas. Tienden a ajustarse a reglas o normas dominantes para que el entorno hostil no les afecte. Se da un efecto paralizador o chilling effect
La influencia de pacientes se hizo cada vez más considerable y hoy van a aquella ciudad del milagro, movidos por su fe, cientos de peregrinos de todo el mundo
Con esto me vino a la mente una historia de la vida real… Dicen que hay en La Habana una señora que todos los años acostumbra a montar un nacimiento completo en su casa. Cuando se acercaba el Adviento comenzaba a sacar sus figuras, a limpiar los animales, a preparar el cielo, los montes, las ciudades...
El Congreso Católico Nacional había llegado a su fin; se había cumplido la consigna y el deseo: ¡Toda Cuba a sus pies! Pero la tormenta sobre Cuba solo comenzaba
Ustedes ya no serán nunca el signo de la esperanza, del porvenir deseable, de la ilusión que lleva a entregar la vida
In 1964, the U.S. consulate in Stanleyville was taken over by Congolese rebels of “Lumumbist” inspiration (associated with the African nationalist Patrice Lumumba), known as the Simba. For 111 days, they held hostages, only to be rescued in a joint U.S.-Belgian operation called Operation Dragon Rouge, in which the Cubans also participated
Las consecuencias son devastadoras. Podemos verlo hoy en día en sociedades gobernadas férreamente por minorías vociferantes que convencieron a las mayorías silentes de que no hay nada que hacer, en África, Asia, América Latina e incluso en Europa
Pero lo de Unamuno fue un monólogo pues no quiso entablar un diálogo con Cristo que puede transformar a todo ser. No tuvo quietud interior para oírlo, como le ocurre al hombre de hoy que se queda solo con su propia existencia, con sus luchas; agónico hasta el final con su pensar y su vivir porque carece de espiritualidad y de profundidad. Porque le cuesta hacer un alto en esa loca carrera de la vida para encontrar a Dios y compartir sus inquietudes
La fiscal fue referida al Departamento de Justicia de Estados Unidos para una investigación sobre fraude hipotecario, pero se estima que un caso federal es inminente
Kennedy subvaloró la peligrosidad del régimen comunista instaurado en Cuba, que un año después facilitaría a los soviéticos instalar misiles nucleares apuntados contra Estados Unidos. Con su desidia y sus titubeos, le sirvió, en bandeja de plata, una victoria, más que todo propagandística, a Fidel Castro para seguir consolidando su dictadura comunista